La Casa Blanca promocionó su negación de la solicitud del controversial proyecto del oleoducto Keystone XL como prueba de una nueva política de E.U. comprometido a liderazgo global en materia de cambio climático. Sin embargo, decir que el rechazo de la administración a la esquema de apropiación de tierras de corporaciones extranjeras fue prueba de lo efectivo que es la resistencia de las organizaciones de base.
La oposición firme y sostenida de la sociedad civil a la propuesta del Canadian TransCanada Corp., para un proyecto de transporte de arenas bituminosas, costando, $10 billones, y extendiendo cerca 2,000 km por toda la sección media de los Estados Unidos, de las minas de la Provincia de Alberta en Canadá hasta los puertos del Golfo de México, se transformó en el asunto ambiental más importante del Presidente Barack Obama.
La respuesta presidencial al activismo culmino una lucha de siete años dirigida por los defensores de los derechos indígenas, agricultores y rancheros en un movimiento que trasciende límites culturales convencionales entre los vaqueros e Indígenas de la región rural de la Gran Planicie Norteña. Los líderes de las tribus apodaron a los aliados que no eran indígenas como “Los Nuevos Indígenas” en la lucha, así como la TransCanada Corp., amenazaba con ejercitar la doctrina de dominio eminente para apoderarse de sus propiedades privadas.
Juntándose con los pobladores de las zonas rurales, los activistas climáticos y los que promueven la justicia ambiental mundial midieron sus fuerzas contra el bloqueo de abogados de energía extrema de la industria de combustible fósil, sus secuaces en el Congreso de los E.U. y la menguante administración del Primer Ministro Canadiense Stephen Harper.
A pesar de lo descarado de los cabilderos de Harper y varios intentos sin vergüenza del Congreso a forzar a POTUS a que aprobaran el despilfarro, Obama apunto su dedo hacia los oponentes del oleoducto anunciando con meses de adelanto su decisión de que el permiso presidencial sería dado según impacto climático del proyecto, específicamente su contribución a la proliferación de gas invernadero culpado con el calentamiento global.
El Departamento de Estado encontró en su Informe de Impacto Ambiental Suplementario para el proyecto que las arenas bituminosas canadienses eran “más intensivos en materia de gases de efecto invernadero que los otros petróleos crudos que remplazarían o desplazarían en las refinerías en los E.U, y emitirían un estimado del 17 por ciento más GHG en un ciclo básico que el promedio de un barril de petróleo crudo refinado en los Estados Unidos”.
Sin embargo hay que hacer notar que “si el proyecto propuesto fuera a inducir crecimiento a la medida de la extracción de las arenas bituminosas, entonces podría causar más emisiones GHG que sus emisiones directas“.
Anualmente las emisiones directas podrían ser aproximadente el equivalente de la operación contínua de 626,000 vehículos de pasajeros por un año o los gastos eléctricos de 398,000 hogares por un año.
Si no se construyeran los oleoductos, la disminución anticipada de la producción de arenas bituminosas causaría una reducción de 0.35 a 5.3 millones de toneladas métricos de gases invernadero anualmente, de acuerdo al reporte.
Teniendo eso en cuenta, en la víspera de las pláticas internacionales sobre clima en Paris, Obama declaró “Estados Unidos es ahora el líder global cuando se trata de tomar una acción seria para combatir los cambios climáticos. Y francamente, aprobar este proyecto habría aminorado ese liderazgo global”.
A los Estados Unidos todavía le falta para convertirse en ese líder global, si quiere dar ejemplos de acción climática. Es uno de la “docena sucia”, los países con un alto nivel de emisiones CO2 per cápita en el mundo. Siendo menos de una ventava de la población mundial, los Estados Unidos produce un octavo de las emisiones de los gases invernaderos en el mundo.
Sin embargo, la Administración de Obama ha logrado unos pasos para trabajar en equipo en la arena de las negociaciones de cambios climáticos. Su decisión del oleoducto Keystone XL lo hace el primer Presidente de los E.U. a rechazar un proyecto de combustible fósil basado en el argumento de cambios climáticos.
Aun mas, las acciones sobre el oleoducto hablan más claro que las palabras como una respuesta positiva a las demandas de las comunidades históricamente ignoradas en el área poco poblada del territorio del Tratado 1868 Ft. Laramie por el cual sobrepasaría el oleoducto en la parte norte de los estados de Montana, Dakota del Sur y Nebraska.
“Los grupos de base han sido las botas y los mocasines en tierra en esta pelea”, reincorporó Paul Seamans, miembro de Dakota Rural Action, cuyos tierras podrían haber sido condenadas para la ruta del oleoducto, aunque el proyecto no fuera público.
En su respuesta agradeciéndole a Obama, Seamans juró: “Nunca jamás una compañía como la TransCanada volverá a seriamente desestimar el poder de oposición de las comunidades de base”. Dijo que “comenzara la celebración”.
Su grupo de conservación sin fines de lucro es parte de la coalición No KHL, junto con tribus, grupos de derechos de tratados, y otros líderes locales, unidos a defender el aire, la tierra, el agua, los alimentos, la salud y la cultura del oleoducto.
Faith Spotted Eagle, miembro de la coalición y vocera del gobierno tradicional del cuerpo del Concilio del Tratado de Ihanktowan, hizo notar: “Esto es como se ve la unidad, el trabajo duro y el tumbar barreras….todo para proteger por generaciones el agua y la tierra sagrada”.
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“Nunca jamás una compañía como la TransCanada volverá a seriamente desestimar el poder de oposición de las comunidades de base”. Dijo que “comenzara la celebración”.
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No solamente el frente aliado detuvo a la llamada “Serpiente Negra”, sino que además produció otro gran proyecto, dijo Spotted Eagle. “Estuvimos unidos en la lucha, Demócratas, Republicanos, nativos, vaqueros, rancheros, terratenientes, guerreros urbanos, abuelas y abuelos, niños. . . y a través de esta lucha contra KXL hemos llegado a vernos de una nueva manera, mejor y más fuertes”.
Lo que hubiera sido los miles de trabajos anuales prometidos en la construcción del oleoducto sólo hubiera producido personas transitorias, campamento de sólo hombres, promoviendo el tráfico sexual. Después los empleos se terminarían y sólo quedarían 35 trabajos permanentes, según un reporte sobre el impacto.
El producto canadiense sería refinado en Port Arthur y otros pueblos texanos ya sujetos a más de sus partes de contaminación de las refinerías, en un flagrante abuso a los principios de justicia ambiental. De ahí, sería enviado a ultramar, sin incluir costos de alivio o seguridad de energía para los consumidores nacionales.
La nueva línea hubiera cruzado sistemas que portan agua potable del Río Misuri a las áreas rurales por todo el camino cruzando el oeste de Dakota del Sur. También cruzaría afluentes del Misuri.
Hubiera llegado hasta la parte baja del Acuífero Ogallala (o las Altas Planicies), la reserva subterránea más grande el mundo, proveyendo casi toda el agua de uso doméstico, industrial y agrícola en la región que cubre ocho estados. Previamente los derrames de arenas bituminosas mostraron que la contaminación proveniente de ello es más difícil de solucionar que la de los derrames de petróleo crudo.
Hubieran empeorado las cosas, ya que el territorio de las Grandes Planicies controlado por gobiernos de las tribus ya ha disminuido en tamaño varias veces en las décadas recientes, constituyendo violaciones de los tratados y la confianza de las tribus, mientras reduciría la autonomía indígena en las áreas limítrofes con la ruta propuesta.
Organización no violenta para detener el oleoducto
Dentro de las armas de paz para luchar contra el oleoducto eran las vigilias de oración, fuegos sagrados, bendiciones de agua, cartas, testimonios del público en general, peticiones, mítines, marchas, manifestaciones, flash mobs, danzas y cantos, trajes típicos, conciertos, filmes, pancartas, volantes, playeras, caravanas, huelgas de hambre, desobediencia civil, cartas a editores, acampamientos en árboles y tipis, tours en bicicleta, viajes a caballo, diseño gráfico, huelgas estudiantiles y demandas civiles.
Cubertura periodística de la oposición, inicialmente sofocado por los deslumbrantes anuncios del TransCanada Corp., comenzaró primeramente en la prensa indígena en el Territorio Lakota. Después llamó la atención de editores a nivel nacional e internacional, y eventualmente comenzó a aparecer como la historia principal en la mayoría de medios de noticias.
Cuando las organizaciones y los gobiernos de las tribus de la “Fly-Over Zone”, (llamado así porque los residentes que viajan entre las zonas sobrepobladas de las costas del Este y Oeste de los Estados Unidos sólo ven la región desde el aire) habían cimentado suficiente impulso con sus campañas a las cuales se les unieron una asombrosa lista de pequeñas fundaciones, foros de medios sociales, sitios para peticiones y grupos ambientales poderosos.
Esta facción fue crucial en respaldar la lucha, proveyendo la fuerza monetaria necesaria para levantar las demandas de la población a perfiles altos en el Congreso de los E.U. Ritos tradicionales espirituales y actividades audaces se convirtieron en el orgullo de los participantes.
En la parte sur de la construcción del oleoducto en Oklahoma, los disidentes se treparon a árboles cercos a la ruta para prevenir a las cuadrillas que despejaran el terreno. Otros se encadenaron a la maquinaria pesada que construiría la línea para enterrar las piezas de tubería.
En Nebraska, los campeones de la crisis agrícola y músicos Willie Nelson y Neil Young estuvieron al frente del concierto de beneficio llamado Cosecha de Esperanza. Bold Nebraska y miembros de la Alianza Vaqueros e Indígenas trabajaron con el artista John Quigley para crear el más grande cultivo en un campo en lo que sería la ruta.
Un frente unido de vaqueros, indígenas y defensores por la justicia climática detuvieron la llamada “Serpiente Negra”.
En Dakota del Sur, la activista Daryl Hannah se unió al defensor de energía limpia Tom Weiss en un viaje a caballo mientras indígenas los escoltaron a través de la reservación indígena Pine Ridge en su bicicleta Ride for Renewables, la cual cubrió el paso completo del oleoducto.
En la jurisdicción de la tribu Rosebud Sioux, activistas establecieron uno de varios campos espirituales, erigiendo siete tipis en la ruta del oleoducto para representar los Siete Fuegos de los Concilios de la Gran Nación Sioux unida para salvaguardarlos de la Serpiente Negra por medio de oración.
Las acciones de desobediencia civil incluía deteniendo vehículos con destino a los campos petroleros y escoltándolos fuera de las reservaciones indígenas por falta de autorización. Los oponentes también hicieron demostraciones en al frente de la Casa Blanca y convirtieron el National Mall en Washington en un campamento de tipis, repleto con caballos.
Cuando la lucha terminó, May Boeve, directora ejecutiva del grupo de acción climático 350.org, proclamo, “Justo hace unos años los de ‘adentro’ y los expertos nos desestimaron y aseguraron al mundo que Keystone XL se construiría para el final del 2011”.
“Unidos los rancheros, las naciones indígenas, personas comunes derrotaron este proyecto, recordando que las Grandes Petroleras mundiales no son invencibles”, dijo. “Sobre todo, la decisión de hoy afirma el poder de los moviemientos sociales de crear cambio político”..
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“Unidos los rancheros, las naciones indígenas, personas comunes derrotaron este proyecto, recordando que las Grandes Petroleras mundiales no son invencibles”. May Boeve, del group de acción 350.org”.
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La audacia de estas personas, juntadas en una alianza al parecer extraña, evitó que el gobierno federal cayera en el juego de las empresas extranjeras que intentaban dictar leyes a las tres ramas de gobierno de la república, al igual que al Cuarto Estado, durante casi una década.
Ahora, para poder mantener el impulso, mantener la línea del cambio climático, y construir una solidaridad que cruce límites, ellos todavía tienen que enfrentar otras propuestas numerosas de oleoductos de arenas bituminosas en Norteamérica.
Talli Nauman, de Estados Unidos, es una reportera con base en los E.U, quien ha trabajado con el Programa de las América por cerca de dos décadas. Ella escribe sobre temas ambientales.
Fotos por Talli Nauman, NoKXL Dakota y Shield the People
Traducción al español, Elena Duran