Alí Rodríguez Araque participó en las luchas estudiantiles contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en la Venezuela de los 50. Después, fue guerrillero durante más de una década. Pasó por diferentes ministerios durante los sucesivos gobiernos de Hugo Chávez. Fue canciller, fue presidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA) y también Secretario General de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Hoy es el Secretario General de la UNASUR. Mientras espera que un nuevo consenso designe a su sucesor para volver como embajador venezolano a Cuba, avanza con sus proyectos estratégicos, relacionados con los recursos naturales, la integración y el desarrollo.
Rodríguez Araque visitó Buenos Aires en el marco de una conferencia sobre Defensa y recursos naturales, ocasión que aprovechó para presentar su reciente libro “Antes de que se me olvide”, con un prólogo de Chávez.
En el prólogo del libro, Chávez plantea: “Quiero destacar una problemática, tan concreta y trascendente, a la que el pensamiento de Alí vuelve una y otra vez, en el transcurso de este extraordinario diálogo: la necesidad de transformar a fondo el modelo rentista que heredó la Revolución Bolivariana al convertirse en gobierno; la necesidad de acelerar el transito y la transición de la Venezuela rentista a la Venezuela productiva”. Sobre este eje, proyectado a América Latina, gira la entrevista que dió al Programa de las Américas.
Pensando en términos geopolíticos, ¿de qué modo cree que América Latina debería relacionarse con el mundo, teniendo en cuenta el estado real de su aparato productivo, el auge de las nuevas potencias y nuestros enormes recursos naturales?
Hablando de estrategia, la primera pregunta que hay que hacerse es donde radican las fuerzas propias. ¿Será que somos una potencia industrial? ¿Será que somos potencial tecnológica? ¿O militar? Uno diría que esa no. La gran fortaleza de esta región radica en la enorme reserva de recursos naturales que dispone. Agua, bosque, biodiversidad, toda suerte de minerales.
Sin embargo, la forma de relacionarse entre la región y el resto del mundo tiene que superar lo que ha sido nuestra principal característica–la de ser proveedor de materias primas e importador de productos elaborados. Esa relación semi-colonial todavía persiste en muchas de nuestras relaciones.
Eso implica una estrategia para superar la mera actividad extractiva, someter estas materias a procesos de industrialización lo que comporta un considerable desarrollo de ciencia y tecnología aplicables no solo a la productividad, no solo para reducir el agobio de los trabajadores, sino también para minimizar el impacto que toda actividad humana produce. La clave del problema es cómo aprovechar nuestro enorme potencial para desplegar un proceso de industrialización de la región, con las cadenas productivas que puedan enlazar actividades económicas en distintos países.
Durante la década del 90 reinó el Consenso de Washington. Hoy se habla, a partir del auge chino, del Consenso de Beijing ¿Cómo adaptarse a esta gran posibilidad que esconde a su vez una gran amenaza?
Creo que lo primero que hay que pensar es en el consenso de América Latina y el Caribe. Tiene que ser en torno a una estrategia, afincada a nuestras realidades y nuestras posibilidades. Si nos asentamos ahí, no tenemos porque temer a otros consensos.
En la década del 60 un movimiento en toda América Latina discutió el desarrollismo y el proceso industrializador de América Latina, pensando también a la ciencia y la tecnología en la región y nuestro lugar en el mercado mundial. Hubo diversas corrientes, entre ellas la teoría de la dependencia. Hoy, que tanto se habla del neo-desarrollismo, ¿no se debería retomar aquel viejo debate?
Uno de los problemas que enfrenta la región se encuentra en el ámbito del pensamiento. No hay duda de que el esfuerzo de (Raúl) Prebisch y toda esa generación fue un esfuerzo notable por interpretar estas realidades y por trazar rumbos para el desarrollo de estos países en su conjunto. La preeminencia de las dictaduras militares primero, y la invasión del pensamiento neoliberal después sepultó ese esfuerzo por interpretar nuestra realidad. Pero las cosas han cambiado considerablemente, el mundo ha cambiado. Surgen nuevos procesos, es el momento para avanzar en un nuevo pensamiento de la región.
Obviamente los elementos de la dependencia aún perviven, en nuestro caso por ser proveedores de materias primas e importadores de productos. Pero hay mayor conciencia, se va despertando la inquietud por respondernos qué somos, por superar problemas gravísimos como la pobreza y la desigualdad. Son debates que pueden convertir a esta región en un poder real con gravitación, con capacidad para influir en la geopolítica mundial porque hasta ahora somos simples espectadores, más que actores
En la reciente Conferencia sobre Seguridad y Recursos Naturales que se dio en Buenos Aires y a la que asistieron ministros de defensa de toda la región se habló de una nueva doctrina de seguridad latinoamericana que contemplaría la creación incluso de un nuevo ejército regional. ¿Cuáles serían las hipótesis de conflicto?
Las hipótesis no son propiamente de guerra. Esta es una región de paz en contraste con muchas otras regiones afectadas por conflictos bélicos constantemente. El debate gira en torno a cómo organizarnos para poder aprovechar las grandes potencialidades que existen bajo nuestros pies y frente a nosotros. Y para esto es necesaria una estrategia de defensa conjunta. El problema es cómo desplegar los recursos que dispone la región para cobrar mayor y mayor fortaleza. Cómo cobrar conciencia de que somos una nación, fragmentada, pero somos una nación.
Hay que ver la ventaja que representa el hecho de recorrer toda América latina, desde el extremo norte hasta el sur, hablamos la misma lengua. En Europa recorres unos km y tienes otra lengua. Lo mismo en Asia y en África. Tenemos un mismo origen histórico, las mismas creencias, la misma cultura, el mismo territorio. Somos una nación fragmentada, sin conciencia de que somos una nación, aunque lo seamos.
Venezuela en la mira
Como Secretario General de la UNASUR , el venezolano Alí Rodriguez Araque se contiene al hablar de la difícil coyuntura venezolana. Sin embargo, desliza algunos conceptos interesantes y contundentes sobre el proceso en el cual la UNASUR intenta actuar como mediadora del conflicto.
* “Venezuela es la reserva de petróleo más grande del mundo. La faja petrolífera del Orinoco tiene 297 mil millones de barriles de petróleo. Tiene importantes y crecientes reservas de gas natural. Una posición estratégica importante, de cara al Caribe y de entrada al Sur. Su situación es obviamente motivo de preocupación por los centros del poder mundial. Los avances de estos últimos años y el desarrollo de una política soberana en todos los órdenes produce mucho disgusto en quienes la han dominado a lo largo de décadas.”
* “Se ha desarrollado una campaña feroz para desestabilizar el país, combinando desde la actividad legal de la oposición hasta las acciones violentas que afortunadamente ya han sido controladas.”
* “Se ha desplegado una estrategia de doble vector: se busca la desestabilización interna y el aislamiento internacional.”
* “Existe una campaña mediática feroz, de deformación grosera de lo que es la realidad en Venezuela. No deja de causar risa que dentro de Venezuela haya gente quejándose de la libertad de expresión desde los medios de prensa, desde la radio, desde la televisión.”
* “Por supuesto hay también dificultades propias, en el tema económico. Venezuela no ha podido superar la extrema dependencia del ingreso petrolero, el sueño de la diversificación económica no se ha podido materializar y es todavía una tarea pendiente para la suerte presente y futura de la economía venezolana.”
Diego González (gonzalezdiegofernando@gmail.