La reciente reunión de ministros de Defensa de la UNASUR y los debates en el parlamento de Brasil sobre Defensa, revelan que la región tomó la decisión de defenderse ante el aumento del clima de guerra en el mundo.
Por Raúl Zibechi
“El mundo sólo dispone de reservas conocidas de petróleo para los próximos 25 años y los Estados Unidos sólo para diez años”, dijo Simon Rosental, profesor de la Escuela Superior de Guerra, en la Comisión de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional de la Cámara de Diputados de Brasil el pasado 7 de noviembre[1]. La comisión realiza audiencias públicas bajo el título “Papel de las Fuerzas Armadas para la defensa del patrimonio y la liberación de recursos para esa finalidad”.
En la misma sesión, el jefe del Estado Mayor de la Armada, almirante Luiz Umberto de Mendonça, dijo que el fortalecimiento del poder naval será fundamental para proteger los nuevos descubrimientos de petróleo en la plataforma marítima, que convierten a Brasil en uno de los diez mayores poseedores de hidrocarburos del mundo. Pidió 130 mil millones de dólares para la compra de 20 submarinos convencionales y seis nucleares, además de otras embarcaciones, y para la creación de una nueva escuadra cerca de la desembocadura del Amazonas.
Dijo algo más. Que con esas inversiones la Marina podrá seguir adelante con su programa nuclear, que prevé la construcción de un submarino para 2023 con tecnología brasileña. La gran sorpresa fue que la Marina adelantó 17 años el cronograma de submarinos, ya que hasta ahora se había difundido que la flota completa de los 26 submarinos estaría operativa para 2047, como había trascendido a la prensa un año atrás. Es probable que las nuevas fechas defendidas por la máxima autoridad de la Armada, se relacionen con la creciente polarización existente en el mundo.
Por otro lado, la industria de defensa de Brasil no tiene ninguna posibilidad de construir esos submarinos en tan poco tiempo (debería botar uno por año), por lo que debe suponerse que se dispone a comprar buena parte de esas naves.
Dos días después, el 9 de noviembre, el Ministro de Defensa Celso Amorim compareció en la misma comisión. Petróleo, riquezas forestales y producción de alimentos serían codiciados por potencias extranjeras, para lo que se necesitan fuerzas armadas potentes. “Nuestra estrategia pasa por la construcción de un cinturón de paz y de buena voluntad en América del Sur y de disuasión hacia fuera del continente”, dijo el canciller[2].
En su intervención explicó cómo se percibe el mundo actual desde Sudamérica. “Hoy estamos fuera de los ejes de conflicto, pero no podemos garantizar que eso sea así en el futuro. No es como en tiempos de la guerra fría, en que escogíamos uno de los lados para garantizar nuestra seguridad global. Vivimos un orden multipolar, donde las amenazas son multifacéticas y pueden venir de varias direcciones”[3].
La UNASUR toma decisiones
La reunión de ministros de Defensa, o sea el Consejo de Defensa de la Unasur, realizada en Lima el 11 de noviembre, decidió estudiar las propuestas de Argentina y Brasil para la fabricación de aviones de entrenamiento y aviones no tripulados. El organismo acordó 26 acciones en el marco del Plan de Acción 2012 para la integración en materia de defensa, el establecimiento de una zona de paz en la región sudamericana y la creación de una agencia espacial.
Los proyectos se ejecutarán en dos a tres años. Argentina quedó encargada de poner en marcha la fabricación del avión de entrenamiento para la formación de pilotos, en cuyo proceso participarán Ecuador, Venezuela, Perú y Brasil. Cada país fabricará partes que luego serán ensambladas en lugar a determinar. Brasil, por su parte, quedó al frente del proyecto de avión no tripulado para la vigilancia de fronteras[4].
La colombiana María Emma Mejía, actual secretaria general de Unasur, fue la encargada de señalar a los medios las razones que llevan a la región a coordinar sus estructuras de defensa y ahora también la industria militar. “Tenemos hidrocarburos, minerales, agua, grandes selvas naturales, la Amazonia, grandes reservas de alimentos”. Agregó que se trata de “grandes activos” que deben ser defendidos[5].
De alguna manera, el camino que comienzan a recorrer los países sudamericanos es el mismo que ya transitan Brasil y Argentina. El 5 de setiembre de este año, los ministros de Defensa de ambos países, Arturo Puricelli y Celso Amorim, se reunieron para dar seguimiento al acuerdo entre las presidentas Dilma Rousseff y Cristina Fernández, que el 29 de julio habían reafirmado “la importancia de la relación estratégica en materia de Defensa entre la Argentina y el Brasil”.
La Declaración Conjunta que firmaron los ministros establece la creación de un Mecanismo de Diálogo Político Estratégico de nivel Viceministerial (MDPEVM) para profundizar la cooperación militar. El segundo apartado define áreas de “Cooperación en tecnología y producción para la defensa” con varios objetivos: la producción del vehículo “Gaucho”, el desarrollo de blindados, la cooperación de las industrias navales y aeroespacial, incluyendo el carguero brasileño KC-390, y en materia de informática y ciber-defensa[6].
Uno de los aspectos donde la cooperación más ha avanzado es en la fabricación del carguero militar KC-390, diseñado por la empresa aeronáutica Embraer, en Brasil, que contará con piezas fabricadas en Córdoba, Argentina, con una inversión conjunta de mil millones de dólares. Esa cooperación puede extenderse al blindado brasileño “Guarani” y al vehículo liviano “Gaucho”[7].
Puede parece poco si se compara con los niveles de cooperación de la industria militar europea. Pero nunca antes la región había dados pasos serios de integración de las industriales de defensa (que en realidad sólo han tenido desarrollos en Argentina y Brasil), y no hay experiencias previas de proyectos militares conjuntos como los acordados por Unasur. Son cambios casi moleculares, pero que se van acumulando en una misma dirección.
Una lectura compartida del mundo actual
Más importante aún que los acuerdos concretos, es que los países de la región comenzaron a tener una lectura común de lo que está sucediendo en el mundo y del lugar que la región quiere ocupar en él. Esa es la premisa para poder acordar acciones. La Escuela Superior de Guerra (ESG) de Brasil, es uno de los más destacados think tanks de la región[8].
La visión que se ha ido afianzando en la ESG respecto a las relaciones de Brasil con el mundo coincide con la que defiende el embajador Samuel Pinheiro Guimarâes en el sentido de que América Latina “es de hecho la zona estratégica más importante para Estados Unidos”[9]. La prioridad para Washington, según esta lectura, sería asegurarse la provisión de petróleo y minerales y mantener abiertas las casino vías de comunicación y transporte en el Atlántico Sur y el Caribe.
Según el historiador Luiz Alberto Moniz Bandeira, en artículo destacado en la Revista de la Escuela Superior de Guerra, América del Sur habría abdicado de su soberanía si se hubiera aprobado el ALCA. Considera que Brasil “es el único rival posible a la influencia hegemónica de Estados Unidos” en la región[10].
Más aún, sostiene que el Plan Colombia está destinado a controlar el petróleo de ese país antes que combatir a las guerrillas y el narcotráfico: “Esa es la razón por la cual entre el 10 y el 15% de las tropas del ejército colombiano y los asesores militares de Estados Unidos están movilizados a lo largo de los cinco oleoductos y otras instalaciones, para proteger la infraestructura energética y las compañías extranjeras de petróleo”[11].
La revista de la ESG sostiene que el Plan Colombia busca asegurar la presencia militar de Estados Unidos en América del Sur, “en particular en la Amazonia”, y muestra gran preocupación con que, gracias a la asistencia de Washington, “el ejército de Colombia se convirtió en el mayor y mejor equipado, relativamente, de América del Sur”[12]. El despliegue militar del Pentágono en Colombia y las bases en toda la región, “constituyen un desafío par la seguridad de Brasil, en la medida en que amenaza la soberanía de la Amazonia”[13].
Por último, Moniz Bandeira sostiene que el descubrimiento de amplios yacimientos de petróleo en la plataforma marítima de Brasil, es una de las razones que llevaron al presidente George W. Bush “a restaurar la IV Flota para el Atlántico Sur”[14].
Cree que es probable una contienda entre Estados Unidos y Brasil, como ya previó Henry Kissinger en su libro “Does América need a Foreign Policy?” (2001). Al respecto añade: “América del Sur, bajo liderazgo de Brasil junto a Argentina y Venezuela, está tratando realmente de definir su propia identidad, diferenciada de los Estados Unidos y en oposición a su dominio, lo que se evidencia en la creación de la UNASUR y del Consejo de Defensa Sudamericano”[15].
En los hechos, esas iniciativas desarticulan el sistema interamericano creado por Washington con la OEA, el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) y la Junta Interamericana de Defensa. Finaliza asegurando que en virtud de que América del Sur es el mayor exportador mundial de alimentos, uno de los mayores de petróleo y cuenta con vastas reservas minerales y de agua, “no se puede descartar la hipótesis de guerra con una potencia tecnológicamente superior”, o conflictos que afecten a Venezuela y a Bolivia y por tanto a su seguridad nacional[16].
En la misma edición, Guilherme Sandoval Góes, coordinador de la División de Asuntos Geopolíticos y Relaciones Internacionales de la ESG, apunta que la creación de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (ZPCAS), en 1986, “es una construcción estratégica del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil y tiene un importante papel para neutralizar una posible iniciativa de Estados Unidos de crear la Organización del Tratado del Atlántico Sur (OTAS), que consolidaría la hegemonía norteamericana en esta importante región geo-estratégica”[17].
Sandoval Góes sostiene que el primer principio estratégico “para enfrentar la proyección de Estados Unidos sobre el continente”, que visualiza como una tendencia peligrosa para su país, es necesario “el liderazgo benigno brasileño en América del Sur”, lo que convierte a la región en “espacio vital para el fortalecimiento internacional de Brasil”. Si esto no se consigue, la región “se subordina geopolíticamente a los Estados Unidos”[18].
El segundo principio estratégico es la inserción multipolar de Brasil, en varios frentes de cooperación internacional con la Unión Europea y el bloque asiático. Si estos pasos no se concretaran, Sudamérica sería apenas un objeto de la explotación económica de Washington.
Brasil marca el rumbo
Las extensas citas de publicaciones de la ESG, muestran el tipo de análisis que hacen los estrategas brasileños. Estos análisis no son nuevos, ya habían sido explicitados en la Estrategia Nacional de Defensa[19]. Lo realmente novedoso son dos hechos: que esos análisis comiencen a ser compartidos por los países miembros de UNASUR, o sea toda la región sudamericana, y que se traduzcan en acciones concretas. Gradualmente, la visión del mundo que emiten las elites políticas, militares y empresariales de Brasil se transforma en sentido común.
La aceleración de los tiempos para implementar planes militares que señala el jefe de la Armada en el parlamento, no son excepcionales ni se circunscriben al área militar. El 6 de junio Dilma Rousseff recibió al presidente Hugo Chávez y reafirmó la “alianza estratégica” entre Brasil y Venezuela. Además de firmar acuerdos para profundizar la cooperación en áreas como petróleo, ciencia y tecnología, Rousseff dijo que la alianza entre Petrobras y PDVSA (las dos petroleras estatales) seguirá adelante.
“Nuestra región fronteriza merece una política e iniciativas de interconexión de nuestros sistemas, sean ellos eléctricos, de televisión, carreteras y de integración de las cadenas productivas”, señaló la presidenta[20]. Ambos países vienen haciendo un esfuerzo consistente de integración binacional del Eje Amazonia-Orinoco. La Zona Franca de Manaus (Brasil), con sus 450 industrias, algunas de alta tecnología, es la fuerza que impulsa el desarrollo de cadenas productivas complementarias en ambos países[21].
Se está trabajando para que Venezuela sea proveedora de insumos industriales para el norte de Brasil, de modo que se vayan creando cadenas industriales conjuntas en la zona fronteriza en sectores como metal-mecánica, agroindustria y vidrio. Se procura la ampliación de la producción de coque en la Faja Petrolífera del Orinoco, producto que Brasil importa en grandes cantidades, además de la exportación de fertilizantes (fosfatados, nitrogenados y sales potásicas) que la agroindustria de Brasil necesita.
La integración de la región fronteriza jugará un papel determinante en la consolidación del proceso bolivariano de Venezuela, más allá de lo que suceda con el gobierno de Hugo Chávez. La doble alianza de Brasil con Argentina y Venezuela tiene la potencia suficiente como para neutralizar a cualquier potencia externa y para atraer a los demás países sudamericanos. En este punto, bien vale subrayar las diferencias entre la trayectoria brasileña, ascender en un marco de paz y consenso, y la de otras potencias hegemónicas que escalaron la cima con guerras e invasiones.
Recursos
IPEA, “Regiâo Norte do Brasil e Sul da Venezuela: Esforço binacional para a Integraçâo das cadeias produtivas”, 11 de mayo de 2011, Brasilia.
Luiz Alberto Moniz Bandeira, “A importancia Geopolítica da América do Sul na Estratégia dos Estados Unidos”, Revista da Escola Superior de Guerra No. 50, Rio de Janeiro, julio-diciembre 2008.
Guilherme Sandoval Góes, “Por onde andará a Grande Estrategia Brasileira?”, Revista da Escola Superior de Guerra, Rio de Janeiro, julio-diciembre 2008.
[1] Agencia Senado, “Militares dizem que investimento en defesa é fundamental na era do pré-sal”, 7 de noviembre de 2011.
[2] “Amorim na Cámara avalia asuntos polémicos”, 10 de noviembre de 20101 en www.defesanet.com.br
[3] Idem.
[4] “Unasur enfoca sus políticas de Defensa en propuesta de fabricación de aviones”, EFE, Lima, 11 de noviembre de 2011.
[5] “Unasul: Defesa sul-ameericana temn como meta proteger recursos”, AFP, Lima, 10 de noviembre de 2011.
[6] “Declaración conjunta de Puricelli y Amorim”, Ministerio de Defensa de la República Argentina, 5 de setiembre de 2011 en http://www.mindef.gov.ar/info.asp?Id=1969
[7] “Brasil e Argentina discutem produçâo de blindados leves”, Valor, 6 de setiembre de 2011.
[8] Fue creada en 1949 como instituto de altos estudios estratégicos. Inicialmente estuvo destsinada a militares pero incorporó en sus cursos a sectores de la elite nacional para estudiar el futuro de Brasil subordinada al Ministerio de Defensa.
[9] Se trata de uno de los intelectuales más destacados de Brasil, funcionario de carrera de la cancillería, ex ministro de Asuntos Estratégicos bajo el gobierno Lula y actual representante general del Mercosur.
[10] Luiz Alberto Moniz Bandeira, ob cit, p. 20.
[11] Idem, p 21.
[12] Idem, p. 23.
[13] Idem, p. 26.
[14] Idem, p. 28.
[15] Idem, p. 33.
[16] Idem, p. 35.
[17] Guilherme Sandoval Góes, ob cit p. 60.
[18] Idem, p. 61.
[19] “Brasil emerge como potencia militar”, 6 de octubre de 2009, en www.americas.org/es/archives/1875
[20] Agencia Brasil, 6 de junio de 2011.
[21] IPEA, ob cit p. 6