El enero 24 salió el aviso del registro federal que presenta 200 contaminantes que las fábricas tendrán que reportar anualmente en México. El registro abre la cortina para que el sol brille después de 20 largos años de una cruzada de grupos ambientales para asegurar al público los derechos a la información sobre los desechos peligrosos en el país.
Las organizaciones ambientales de México, los Estados Unidos y Canadá han estado presionando para que sea obligatorio revelar las emisiones de desecho industrial tóxico, desde que las autoridades de los tres países signatorios del Tratado de Libre Comercio de Norte América acordaron en 1995 que las prácticas y normas de México en la materia deberían ser comparables a las de sus vecinos del norte.
Sin embargo, han pasado cuatro sexenios–desde la administración de Ernesto Zedillo–en que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) ha estado prometiendo promulgar las reglas, y rompiendo sus promesas.
Detrás del rollo federal existe una manada de secuaces retrógradas que representan los intereses corporativas. Estos no reconocen las ventajas a la economía que sus colegas en el exterior gozan como resultado de los requisitos de responsabilidad para descargas de químicos en sus instalaciones.
Con la lista nueva de 200 contaminantes específicos, por lo menos algunos de los hechos en torno a las descargas que hacen las empresas al aire, agua, y tierra serán revelados. Saldrán a relucir los malos de la película, desde arsénico y asbestos, hasta warfarin y xileno.
“Lo que se puede medir, se puede manejar” es el lema de los ejecutivos con visión del futuro y de ambientalistas alrededor del mundo. Juntos han podido demostrar que la información que han recabado para el reporte obligatorio a los Registros de Emisiones y Transferencias de Contaminantes (RETCs) motiva las mejoras y genera como resultados ahorros sobre el factor de producción de químicos, agua y energía.
Los defensores en México del RETC pasaron el 2013 en negociaciones con las autoridades federales y los obstruccionistas para aumentar a 330 la lista de las substancias propuestas para el reporte obligatorio, que finalmente quedó en 200. El registro de contaminantes de los Estados Unidos cubre 600 substancias, mientras Canadá lo aplica a 336 contaminantes.
Campeones de la causa fueron los representantes de las organizaciones no gubernamentales, Fronteras Comunes, A.C.; Greenpeace México, A.C. Centro de Análisis y Acción en Tóxicos y sus Alternativas (CAATA); Proyecto Fronterizo de Educación Ambiental, A.C. Asociación Ecológica Santo Tomas, A.C.; Colectivo Ecologista A.C.; Asociación de Productores Ecologistas Taqtexco, A.C. Periodismo Para Elevar la Conciencia Ecológica; Amigos De La Tierra, A.C.; Eco Urbe Consultores y Revuelta Verde.
Los defensores no lograron esta vez agregar substancias adicionales a la lista aprobada y, al final, los forzaron a conceder que el mayor logro fue que se mantuvo la lista original de 200, que se salvó de la guillotina.
Las substancias adicionales, como la lista original de los 200, incluyen las peores contaminantes en el mundo. Unos son bio acumulativos, otros causan desordenes en el sistema nervioso, y algunos causan enfermedades terminales, tales como cáncer. Otros producen perturbaciones endocrinólogas en humanos, sin mencionar la muerte a otros animales y plantas.
Sin embargo, el presidente del Comité Consultivo Nacional de Normalización de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Cuauhtémoc Ochoa Fernández, descalificó las adiciones propuestas. La razón más común que dio fue la falta de justificación técnica y que los recursos científicos de referencia no fueron suficientes.
La buena noticia es que los cimientos del registro de contaminantes finalmente descansan en la tierra firme de los estándares, conocido en su conjunto como Norma Oficial Mexicana (NOM) 165.
Los empresarios que compiten en ramas afectadas ahora verán que el campo de juego tiene un nivel más parejo, y reglas que se aplican igual a todos. Los miembros de la comunidad esperan que se pongan en práctica los controles que llevarán a una mejor salud.
Las normas para los registros de contaminantes alrededor del mundo incluyen listas de substancias que evoluionan constantemente, extendiéndose en base a las necesidades demostradas.
Con lo que se ha aprendido en esta primera ronda de codificaciones, se puede revisar el RETC de México y harmonizarlo con los registros de los socios internacionales, llegando a mejorar la justicia ambiental.
Hasta la fecha, los promotores del Registro han trabajado en forma voluntaria, recibiendo irrisorias migajas de asistencia para su trabajo. Lo que se necesita para ampliar el registro es un fuerte apoyo financiero y técnico de muchos sectores, tanto nacionales como extranjeros.
Talli Nauman es colaboradora y columnista del Programa de las Americas www.americas.org. Es fundadora y co directora del Journalism to Raise Environmental Awareness.
Traducción: Elena Durán
Foto: Greenpeace