Boletín Américas: Fotorreportaje 3 La respuesta ciudadana a los amagos del presidente Enrique Peña Nieto de usar la violencia del estado contra quienes pretenden desestabilizar su proyecto de nación, fue frontal.
En un evento el 18 de noviembre, Peña dijo:
“Hemos advertido que al amparo de este dolor, que al amparo del sufrimiento de los padres de familia, que al amparo de esta consternación social que hay por los hechos de dolor y de horror, que de acuerdo a la investigación se tuvieron en Iguala, hemos advertido los movimientos de violencia que, al amparo y al escudo de esta pena, pretenden hacer valer protestas. Protestas que a veces no está claro su objetivo. Pareciera que respondieran a un interés de generar desestabilización, de generar desorden social y, sobre todo, de atentar contra el proyecto de Nación que hemos venido impulsando.”
En la manifestación por Ayotzinapa que congregó a docenas de miles de personas el 20 de noviembre en la Ciudad de México, además del coro general de “¡Fuera Peña!”, llamó la atención el sinnúmero de expresiones censurando el mensaje presidencial.
Fue un río impresionante de kilómetros de gente de todos los sectores sociales y todas las edades que colmó varias avenidas y el Zócalo de la capital, donde las lonas y pancartas hablaron claramente:
“Un presidente que amenaza con su derecho a reprimir es porque ya renunció a su capacidad de gobernar”, dice una mujer madura por medio de su pancarta, en el Centro Histórico.
“Mr. Peña ¿a qué le llama proyecto de nación?”, inquiere una cartulina que porta un hombre en avenida Reforma.
“Un gran proyecto de ‘nación’”, una larga manta blanca sostenida por varios jóvenes ilustra el anterior enunciado con una República Mexicana formada por incontables calaveras.
En tanto que la lona portada por integrantes de la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas reza simplemente: “Peña: ¡No a tu proyecto de nación!”.
“Entre el gobierno y el crimen organizado (hay) un acuerdo (para) intimidar a los maestros del futuro”, clara referencia a los normalistas asesinados y desaparecidos de Ayotzinapa.
“La protesta social no desestabiliza, ¡reivindica!”, despliega un joven en papeles debajo de sus ojos.
“¿Quién desestabiliza al país?”, se pregunta una mujer de aspecto cansado al costado del Palacio de Bellas Artes y ella misma responde: “¡Peña, Televisa, Soriana! ¡Edificio, Casa Blanca, avión y hasta hangar! ¡Nos endeuda!”
Una cita de Nelson Mandela —que sabía de lo que hablaba— se pudo leer en una extensa manta colocada al lado de Catedral: “Un gobierno que emplea la fuerza para imponer su dominio enseña a los oprimidos a usar la fuerza para oponerse a él”.
“Lograste mover a México, Peña; ahora ya nadie nos para. Nos están quitando todo, hasta el miedo”, según una pareja de jóvenes en el monumento a Cuauhtémoc.
Pero cuando la indignación social crece y fallan los métodos de cooptación y control, el gobierno priista —lo hemos visto tantas veces— echa mano de la represión tras aplicar estrategias de provocación y difamación mediática de movimientos y dirigentes.
“El gobierno debe tener mucho cuidado con sus anuncios con afanes represivos porque está indicando que en cualquier circunstancia podría desatar sus fuerzas contra la ciudadanía y eso sí sería muy peligroso, fatal para la estabilidad del país”, afirma el antropólogo Héctor Díaz Polanco.
El reconocido ensayista considera que si ha habido acciones desestabilizadoras no han sido de la gente, que no ha hecho sino responder a las políticas desestabilizadoras aplicadas por el gobierno.
“Vivimos un momento crucial —señala— y espero que el gobierno encuentre una salida pronta a la demanda de que aparezcan los jóvenes normalistas, si no lo hace, creo que el país se va a enfrentar a graves problemas porque no hay una demostración de competencia gubernamental, todo parece paralizado, el gobierno está pasmado y más le vale encontrar la cuadratura al círculo”.
Por su parte, el ex procurador del Distrito Federal, Bernardo Bátiz, afirma que el proyecto de nación de Peña Nieto es de él y de unos pocos solamente.
“La mayoría de la gente —sostiene— está siendo perjudicada por las medidas económicas del régimen que han empobrecido a la población y bienes estratégicos de la economía de la nación, como el petróleo y la electricidad, han sido entregados al extranjero.
“La gente no es tonta y está indignada, ya soportó demasiado y aquí está demostrando masivamente que ya no soporta más, esta movilización es una respuesta muy alentadora, es evidente que los mexicanos ya no estamos dispuestos a dejarnos engañar”, concluye.