Paz para las mujeres Puerto Rico: un mensaje para invitar a la acción que construye paz

16 días de activismo contra la violencia de género

Si entendemos la paz como un estado en el que se garantiza la seguridad humana, Puerto Rico carece de paz y es hoy un territorio peligroso, hostil y violento para sus habitantes, pero muy en especial para sus mujeres. El paso del huracán María por este país caribeño durante el pasado mes de septiembre puso en evidencia cómo la situación colonial, económica y social del mismo mantenía a gran parte de su población en niveles de pobreza que han sido consistentemente ignorados por su gobierno y por el gobierno de los Estados Unidos de América. Esos mismos niveles de pobreza, así como la deuda pública y la corrupción gubernamental se combinaron para crear un estado de vulnerabilidad estructural y social que no fue capaz de resistir el embate de María.

A setenta días del paso del huracán María, gran parte de la población carece de servicio eléctrico, agua potable, sistema telefónico y acceso a servicios básicos de educación, salud y alimentación. Las escuelas públicas del país permanecen cerradas, mientras que muchos hospitales de todo el archipiélago puertorriqueño siguen operando con generadores eléctricos y a expensas de que sus servicios colapsen por falta de e. Todavía al día de hoy, el gobierno ha sido incapaz de rendir cuentas sobre el número real de muertes relacionadas con el huracán. Se estima que cerca de cien mil familias perdieron sus viviendas y la mayoría sigue esperando ayudas que les permitan encontrar un techo seguro o recuperar la pérdida de sus pertenencias. A esto se suma una migración masiva hacia los Estados Unidos. Al día de hoy, ese número supera las ciento cincuenta mil personas.

¿Cuál ha sido la respuesta de los gobiernos de Puerto Rico y de los Estados Unidos? Ha sido una respuesta tardía, escasa y poco coordinada. Expertos de las Naciones Unidas han denunciado que Puerto Rico atraviesa una crisis de derechos humanos que ha sido desatendida por los Estados Unidos a pesar de la relación colonial que ambos países han mantenido por más de un siglo. El presidente de los Estados Unidos mantiene una actitud de desprecio y racismo hacia esta isla caribeña cuya economía y desarrollo han sido limitados por esa relación colonial. Comunidades de todo el país, pero principalmente de su ruralía han denunciado cómo han sido ignoradas en los planes de ayuda inmediata y temen ser dejadas de lado en los planes de recuperación.

La situación de Puerto Rico sólo ha sido aliviada por el esfuerzo realizado por organizaciones civiles de base comunitaria que han canalizado ayudas y servicios a los espacios que han sido abandonados por las instancias gubernamentales.

Para las mujeres, el panorama es desalentador. Antes del huracán María, cerca del 60% de las familias lideradas por mujeres vivían bajo el nivel de pobreza. Las estadísticas oficiales de violencia de género reportaban sólo una fracción de los eventos que ocurren en Puerto Rico y aun así se reportaban al menos 12,000 querellas al año. Las organizaciones de servicios tales como albergues de emergencia para mujeres en situaciones violencia doméstica ya vivían en un estado de constante precariedad económica. Dicho esto, luego del huracán María la situación se ha agravado no sólo por las pérdidas materiales que sufrieron las mujeres, sino por la invisibilización del tema de equidad de géneros y de los planes de prevención e intervención con la violencia de género que debieron ser activados luego del evento.

El estado actual de silencio en cuanto al tema de violencia de género, debido en gran parte a que el gobierno no le ha dado prioridad y a que los medios lo consideran un tema secundario, aumenta la vulnerabilidad de las mujeres y a la vez, genera en las personas agresoras un sentido de impunidad que se alimenta de la conciencia de que no hay un sistema de justicia operando a capacidad. Hay reportes de denuncias de violencia doméstica rechazadas en cuarteles de la Policía de Puerto Rico bajo el argumento de que esos casos no son prioridad. También se teme que los protocolos hospitalarios para casos de agresión sexual y violencia doméstica no se estén aplicando. Ninguna agencia de gobierno ha atendido la necesidad de restablecer una respuesta coordinada a la violencia hacia las mujeres.

Nuevamente, han sido las organizaciones de mujeres las que han asumido la responsabilidad de trabajar para atender las necesidades de las mujeres de Puerto Rico y de sus comunidades. Desde el paso del huracán, muchas se dedicaron a recibir y canalizar ayudas, así como al desarrollo de planes de recuperación pensados desde una perspectiva de género, participativa y transparente. Han sido las mujeres las que han levantado fondos para rehabilitar albergues de violencia doméstica y proveer generadores de energía que les permitieran reiniciar servicios. También han llevado alimentos, medicamentos y artículos para bebés a pueblos de la todo el país. Otras se han incorporado al trabajo en alianzas para relocalizar en techo viviendas o espacios seguros a jefas de familia que perdieron sus hogares.

Las mujeres constructoras de paz deben ser parte integral de todo proceso que busque asegurar la seguridad humana y la paz de países que atraviesan situaciones de desastre. Las mujeres de Puerto Rico ya están haciendo su parte y nosotras estamos convencidas de que en esta ocasión nos corresponde ser solidarias con ellas y unir nuestras voces a un llamado internacional para que la violencia hacia las mujeres de este país sea atendida de manera integral y con prioridad en este escenario de desastre natural.

Las mujeres del mundo tienen derecho a vivir en paz, y las de Puerto Rico no tendrán paz mientras sus derechos humanos básicos no sean atendidos, no exista un sistema de justicia que atienda sus denuncias y el gobierno no asuma su responsabilidad para prevenir la violencia hacia ellas. Hacemos un llamado a otras mujeres, pero particularmente a mujeres de los Estados Unidos, a que fiscalicen las acciones de su gobierno en el escenario actual de Puerto Rico y exijan que las medidas de ayuda inmediata y de recuperación tomen en cuenta los derechos humanos y las necesidades de las mujeres puertorriqueñas.

La situación de las mujeres de Puerto Rico era frágil y desigual desde antes del Huracán María. No queremos el Puerto Rico de antes de María. Queremos construir, ahora, un país de justicia y equidad en el que las mujeres puedan vivir en paz y desarrollarse plenamente. La invitación a todas las demás mujeres de nuestra América y del mundo es acompañarnos en esta tarea inmensa pero posible.

*Carta redactada en el marco del Diálogo Estratégico sobre Mujeres, Seguridad Humana y Paz Sostenible en las Américas, con la participación de dirigentes de organizaciones de mujeres de diez países. Fotos: Proyecto Matria

Usted puede colaborar con los esfuerzos de recuperación de Proyecto Matria.

Visite: https://www.generosity.com/emergencies-fundraising/puerto-rico-hurricane-relief-fund-proyecto-matria

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