Con un millón de personas manifestando en las calles de Brasil, todos tratan de entender como una aumenta de pasaje de autobús de 20 centavos se convirtió en una rebelión social.
Los funcionarios de gobierno son los más sorprendidos. La Presidenta Dilma Rouseff canceló rápidamente un viaje planeado desde hace tiempo a Japón y ha convocado a su Gabinete Ejecutivo a una reunión de emergencia. Su primer reacción fue proclamar que las manifestaciones demostraban una sociedad en democracia. Actualmente su respuesta parece estar desarrollándose mientras ella reconoce el significado del movimiento de base imprevisto.
Tomando una línea mas dura el sábado, declaró, “No podemos vivir con tal violencia que avergüenza a Brasil; con el equilibrio y la serenidad-pero con firmeza-vamos a seguir garantizando el derecho y la libertad.” Para el gobierno, estan dos cosas a riesgo que les interesa mucho: los millones de dólares en ingresos que supuestamente van a entrar al país durante los mega-eventos y el imagen de Brasil como un lider inminente, moderno en un mundo multipolar.
Nadien esperaba la rápida propagación de las protestas durante las ultimas semanas. Ha sido una llamada de atención para los líderes en el gobierno federal y para los gobiernos locales en las ciudades principales, algunos del Partido de los Trabajadores (PT), como en la capital de São Paulo donde empezó, y para otros de los partidos de la oposición. Pero los funcionarios de gobierno todavía estan confundidos sobre de que exactamente se trata la llamada de atención.
El Movimiento Pase Libre empezó todo el 7 de junio cuando convocó las manifestaciones para protestar las aumentas de pasaje. Esto no es algo nuevo-protestando en contra de los aumentos y exigiendo transporte público gratis y de calidad es lo que hace el movimiento.
Hasta un líder del movimiento, Caio Martins, no esta muy seguro de la razón por la cual la protesta se expandio tanto. En una entrevista con Brazil de Fato, el respondió que algo habia cambiado en las aspiraciones de la gente. “Primero, porque captó la imaginación de la gente.”
Agrego,”Hablar de los aumentos de pasaje es hablar de la situación en las ciudades, y el transporte es un elemento esencial.
Cual es la situación en las ciudades que llevo la gente hacia las calles? Brasil tiene uno del los sistemas de transporte público más costosos en el mundo, y también es ineficiente.
El sistema se privatizó hace años y los autobuses se detienen en el tráfico y absorben enormes cantidades del tiempo y el dinero de la gente.
Las manifestaciones empezaron en São Paulo, la capital que es usualmente sosegada y es el centro financiero del país. Allí, el contraste entre la mayoría de la población y los élite se demuestra en la manera en que se mueven por la ciudad. Los ricos vuelan en helicópteros privados que andan por las vías aéreas sobre de las calles congestionadas de abajo.
Ese sentido de estar detenidos abajo, con los pocos ricos por encima, ha tenido un papel grande en encender las protestas. El gobierno PT comenzando con el Presidente Lula da Silva inició programas sociales que redujeron en gran parte la pobreza y el hambre en el país. Pero la adherencia estricta al crecimiento neoliberal ha puesto prioridad en mantener los privilegios de los ricos y algunos escándalos de corrupción que fueron publicados extensamente han creado un imagen de por lo menos parte del élite político aprovechando de esos privilegios-todo al costo de la mayoría. La desigualdad ha plagado a Brasil y aumentos recientes en el costo de la vida han desplumado a la clase media.
El segundo imagen que causo indignación en las protestas también refleja el complacimiento a un grupo pequeño privilegiado. Las preparaciones de Brasil para la Copa Mundial 2014 y las Olimpiadas en 2016 han desviado billónes de dolares de fondos públicos. Los nuevos mega-estadios, aeropuertos y hoteles no se compartiran con el público que ama al fútbol. Van ha acomodar un élite internacional que tiene la capacidad de pagar los precios altos por boletos que son menos pero más lujosos. Los pobres no solo han recibido pocos beneficios por este gasto, pero los proyectos de infraestructura han causado el desplazamiento de familias pobres, especialmente en areas alrededor de los estadios.
Rótulos en las manifestaciones llevan mensajes como, “Mientras ven la pelota rodear, necesitamos escuelas y hospitales.” La arogancia del FIFA-la federación internacional de fútbol-encendió la ira del pueblo. La desigualdad obvia respresentada por la federación opulenta y corrupta llegando como una tonelada de ladrillos en los barrios pobres de Brasil, provocó rótulos como, “Queremos escuelas y servicios de salud de la misma calidad que tienen los jefes de la FIFA,” y “La Copa Mundial para quien?” En Rio, la organización Rio da Paz disperse pelotas de fútbol marcadas con cruces en las playas.
El jefe de la FIFA, Joseph Blatter, intentó laverse las manos del conflicto y al contrario lo enardeció, declarando al Globo TV de Brasil, “Brasil pidio albergar la Copa Mundial. Nosotros no impusimos la Copa Mundial en Brasil. Ellos sabían que para patronizar una buena Copa Mundial tendrían que naturalmente construir estadios.”
La promesa que la gran inversión pública en infraestructura serviría al pueblo no está funcionando y al contrario los pobres estan pagando un precio alto por eventos deportivos internacionales para la élite. El FIFA ha demandado la suspensión de libertades civiles básicas por los juegos y ha impuesto sus propias reglas para monopolizar las ventas y los ingresos relacionados con los juegos.
Las manifestaciones se alimentan no solo con simpatía por las causas, pero también con la indignación causada por la respuesta agresiva de la policía militar. La repressión ha sido generalizada. Los policías militares son un tema delicado para muchos brasileños, un remanente de la dictadura, entrenados en reprimir levantamientos populares y en otros mecanismos de control social. Aunque grupos pequeños de manifestantes han sido violentos, con actos de vandalismo reportados en algunos lugares, el uso extensivo de la policía de gases lacrimógenos, balas de hule y palizas han enfurecido al público.
Viendo los videos, quizá el característico mas impresionante de las manifestaciones es la presencia energética de la juventud. Mientras esto es común en otros países de Latinoamérica, especialmente en años recientes, es algo nuevo en Brasil. La juventud brasileña actualmente se une con jovenes por todo el mundo que se sienten encerrados en un futuro sombrío y estan listos para hacer algo para cambiarlo.
Mientras las protestas han progresado, mas gente de las favelas se ha unido a las manifestaciones que son mayormente de la clase media. En general, se ha convertido en una mezcla de base amplia de intereses y personas, con encuestas demostrando que la mayoría de los brasileños apoyan las manifestaciones.
El gobierno municipal revocó el aumento del valor de pasajes intentando aquietar las protestas, pero las manifestaciones continuaron a lo largo del fin de semana, especialmente en Salvador de Bahia y Belo Horizonte. Demandas mas amplias para quitar el transporte público del sector privado, financiar escuelas y hospitales, y en contra de la FIFA y corrupción en general, entre otras, mantienen la gente en las calles.
El movimiento originalmente bajo el paraguas del Movimiento Pase Libre es tan amplio y amorfo que no hay una petición formal. Las protestas actualmente son el espacio público para expresar descontento con una sociedad que ha visto su economía y las aspiraciones de su población creciendo, al tiempo que genera una sensación de que la mayoría no está viendo los beneficios que se le debe. La falta de liderazgo y coordinación del movimiento es visto por unos como un factor de riesgo y por otros como una señal alentadora de ciudadanos que actúan por una sociedad mejor.
A pesar de que los manifestantes lanzaron ofensivas contra edificios del gobierno en Brasilia, las manifestaciones no están dirigidas a los partidos o políticos específicos, ni es probable que sean apaciguados por las soluciones negociadas por una élite política.
Como uno de los rótulos confiscados cerca del Estadio Fonte Nova mientras el equipo brasileño se enfrentó con los italianos-en tiempos normales, un ritual de orgullo nacionalista-, dijo: “Estamos en la calle para cambiar Brasil” Ni más, ni menos.
Traducción: Marlene Medrano