La visita de Obama a Costa Rica, con motivo de la reunión del SICA, no fue más que una pantalla para cualquier otro motivo, excepto la reunión del SICA, por cuanto en realidad nunca hubo intención de llevar a cabo tal encuentro.
Resultó para muchos costarricenses sorpresivo leer en los medios informativos de mi país, 2 días antes de la reunión de líderes, que no se tomaría ningún acuerdo. Si no se iba a tomar ningún acuerdo… entonces ¿para qué reunirse?
A partir de ése momento, perdí mucho (si no todo) interés en la “reunión del SICA”. Como es habitual en los últimos años, los presidentes centroamericanos se hablan por pura diplomacia y consideración, pero hasta ahí. Ortega y Chinchilla ni se saludan, como revelaron las cámaras de televisión cuando él hacía ingreso al Teatro Nacional para la “cena de trabajo”.
La tal cena de trabajo, cuyo invitado de gala era Barack Obama, se componía de 10 miserables minutos que cada Jefe de Estado centroamericano tendría en privado y a solas. ¿Qué pueden hablar, negociar o acordar dos Jefes de Estado en 10 minutos? Todo un ridículo y sinsentido. La legítima historia de muerto de hambre y pedigüeño que implora de rodillas y a rastras las migajas del gordo ricachón que come sin conciencia.
La visita de Barack Obama a Costa Rica constituyó un nuevo y desesperado sinsentido de un gobierno costarricense autista y miope, que cree firmemente que su pésima imagen (la peor del continente) es responsabilidad de una mala estrategia de publicidad y propaganda, negándose a aceptar y entender que la pésima imagen del gobierno es resultado de su pésima gestión.
La presidenta del país más feliz del mundo hizo su mejor esfuerzo para mostrar a Obama lo mejor de su gestión y del país. Otorgó feriado para que no hubiera gente en las calles y Obama no tuviera el disgusto de ver a la masa trabajadora y a los pobres de Costa Rica que tienen trabajo pero el sistema los mantiene en la pobreza. Permitió el ingreso de personal y equipo militar norteamericano a fin de resguardar la seguridad del presidente Obama, en contra de la constitución y las leyes del país sin ejército.
La presidenta se mantuvo casi todo el tiempo con el presidente Obama. Fueron a reuniones con empresarios donde sólo se hablaba en inglés.
El tema es que la venida de Obama no se programó en razón de la reunión del SICA, sino que la reunión del SICA se programó en función de la venida de Obama. Los intereses en Costa Rica son claros y amplios, se ha convertido en un aliado estratégico de la militarización regional y mantiene presencia de cuerpos militares norteamericanos en los amplios y vastos océanos costarricenses, que se extienden al sur hasta el Ecuador, rodeando la Isla del Coco.
Desde el momento en que leí que la reunión del SICA no iba a llegar a ningún acuerdo, tomé el asunto como lo que era. Un show para disfrazar un visita destinada a girar instrucciones concretas y cercanas a los ciervos menguados Jefes de Estado centroamericanos sobre la estrategia de militarización regional para mantener el control sobre el comercio de drogas (lo último que se quiere es realmente prevenirlo y combatirlo).
Finalmente y con resultados de fracaso, la visita de Obama era un gesto de solidaridad hacia la Presidenta Chinchilla y procuraba levantar la imagen de la peor mandataria del continente de la historia costarricense.
Como dirían lo norteamericanos, “it was a hoax!” (fue un timo!).
Luis Roberto Zamora Bolaños es abogado litigante en su ciudad natal de Heredia, Costa Rica. Licenciado en Derecho de la Universidad de Costa Rica, ha litigado en promoción del Derecho a la Paz, logrando su reconocimiento constitucional en el 2008, y acudió exitosamente a la Corte Suprema para obligar a su país a retirar el apoyo dado a la coalición invasora del Irak. Actualmente participa como experto en el derecho a la paz y desarme nuclear en distintos foros internacionales.