Las elecciones primarias en Argentina confirmaron los rumores. El oficialismo, en su veta conservadora encarnada por el gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli, acaricia el triunfo final con el 38 por ciento. La oposición, que se presentó fragmantada, solidificó sus liderazgos pero la tiene difícil si es que quiere mirar con hambre y ganas serias a la Casa Rosada. El 24 por ciento del empresario y jefe de gobierno porteño Mauricio Macri y el 14 por ciento del peronista disidente Sergio Massa los deja en carrera, pero relegados.
Las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) en rigor son internas que solo definen a los candidatos de cada frente de cara a las generales de octubre. Así, varias lecturas son posibles de estos resultados que fungen, en definitiva, de gigante encuesta nacional a dos meses de las presidenciales.
Si bien Macri sacó el 24 por ciento, su frente Cambiemos que contaba con otras dos candidaturas (lejos quedaron la indescriptible Elisa Carrio y el presidente del centenario radicalismo Ernesto Sanz) pasó la frontera de los 30 puntos a nivel nacional. Por su lado, la alianza Unidos por una nueva Alternativa (UNA) representó al peronismo no kirchnerista con el ex intendente de Tigre y actual diputado Massa y el gobernador cordobés Juan Manuel de la Sota. Juntos sumaron 20.6 por ciento de los votos. El Frente para la Victoria (FPV), no sin un pequeño sismo interno, presentó un solo candidato a la interna y así Scioli sumó el 38 por ciento.
En las generales del 27 de octubre se puede ganar de dos modos: con más del 45 por ciento de los votos o con más de 40 y una diferencia de por lo menos 10 puntos respecto del segundo. A partir de esta premisa, varias conclusiones:
- El FPV está cerca de ganar en primera vuelta. Más aún porque en las primarias abiertas se contabilizan los votos en blanco y los nulos, cosa que no sucede en las generales. Así, con idéntica elección lograría quebrar la frontera del 40 por ciento.
- La buena elección de UNA bloqueó la chance de polarización entre el oficialismo y la derecha más pura representada por Macri
- Scioli difícilmente pierda electores de cara a octubre, aunque tampoco le va a ser sencillo expandirse. Sin embargo, Macri y Massa parecen tener el modesto objetivo no ya de crecer, sino de mantener los votos que tuvo su frente distribuido en las otras candidaturas.
¿Quién es Daniel Scioli?
Llegado de la motonáutica a la política de la mano de Carlos Menem, ascendió a la vicepresidencia con Néstor Kirchner. Luego desembarcó en la decisiva provincia de Buenos Aires que aporta 1 de cada 4 electores a nivel país. Fue dos veces gobernador. Siempre con un tono mesurado, correctos. Cómodo en los lugares comunes–esfuerzo, trabajo, fe y el Papa Francisco son sus conceptos preferidos–, de diálogo amigable con sectores conservadores, se distanció, aunque sin romper, con el perfil guerrero K.
Evidentemente, como plantea el sociólogo Esteban de Gori, la estrategia sciolista “que buscó desmalezar la hiperpolitización discursiva del kirchnerismo y representar esa voz interna de un peronismo municipal y de ciertos empresarios que ruegan moderar y contener el discurso, le ha traído buenos resultados”.
Scioli, continúa De Gori, “se presenta no como un líder justiciero–no tiene que perseguir ni juzgar genocidas, no tiene mártires a los cuales reivindicar–sino como un self-made man que busca estimular las subjetividades con su propio ejemplo”. Esa capacidad de aglutinar por fuera de los modo K, sumado a una eterna buena imagen en las encuestas parecen ser sus mejores dones.
Otro de los factores del triunfo de Scioli en las PASO, según escribió el sociólogo Eduardo Fidanza, “tuvo que ver con el constante incremento en los últimos 15 meses de los indicadores de optimismo social y evaluación de la gestión del Gobierno”. Según datos de Poliarquía (la consultora que él dirige), a poco de las elecciones el 40% de los votantes evaluaba como “buena” la situación general del país. A su vez, el 52% descartaba la posibilidad de una crisis económica severa en el corto plazo, y se mostraba poco o nada preocupado por perder el trabajo. El 51% aprobaba al Gobierno y el 44% la política económica. “Todos estos indicadores, favorables al oficialismo, no habían cesado de aumentar desde marzo de 2014”, continúa Fidanza.
Es que las encuestas señalan que la mayoría de los votantes consideran que en un futuro se debe mantener el grueso de las políticas y corregir algunos puntos como la inflación o la inseguridad. Pero esto debe hacerse sin tocar algunos temas claves en lo social desarrollado por el gobierno, como las jubilaciones, los planes sociales, y la nacionalización de varias empresas estratégicas. Por eso, en paralelo, Macri dio recientemente un giro copernicano en sus planteos y prometió, en lo central, no dar marcha atrás con ninguna de las políticas del kirchnerismo que hasta ayer denostaba.
En la carrera a octubre, el debate interno del gobierno fue feroz .En la pelea por la sucesión finalmente Scioli contó con el dedo mágico de la presidenta que puso a su lado al Carlos “El chino” Zanini, un hombre del riñon kirchnerista puro.
Fidanza destaca, ante este escenario, el “cristianismo hipertrofiado” del manso Scioli: “ante las agresiones y desplantes, de propios y ajenos, no se limitó a poner la otra mejilla; puso, impertérrito, infinitas mejillas. Acaso los que confundieron esto con la indignidad se estén preguntando ahora si no se tratará de una técnica de supervivencia que lo pone a tiro del premio mayor”
Octubre
El FPV venció en 20 de los 24 distritos que existen en Argentina. Solo no ganó en algunos de los más poblados: Mendoza, Córdoba, Capital y las especialísima San Luis. Pero en el análisis del voto, la que se destaca por su magnitud es la provincia de Buenos Aires donde vota el 38 por ciento del padrón a nivel nacional. Ahí, donde Scioli es gobernador, ganó con el 39 por ciento de los votos, un suspiro más que a nivel nacional. Por su parte, Cambiemos obtuvo un notable 29 y UNA un 20.6 por ciento.
Sin embargo, de cara a octubre ni Massa ni Macri la tienen fácil. Ambos tendrán que trabajar para retener lo que sus frentes juntaron con las diferentes candidaturas. A su vez, se espera que aumente la participación electoral – fue de 74 por ciento en unos días agobiados por extensos temporales -, y esto favorecería al oficialismo.
No sería errado decir: Scioli es el gran ganador en estas elecciones, tanto adentro como afuera del FPV. Tampoco estaría mal plantear que todavía le faltan porotos para llegar bien parado a octubre, porque un escenario de segunda vuelta con Massa y Macri encolumnados puede ser complicado.
En paralelo, se tendrá que ver en las urnas cómo es el nuevo diagrama de poder que se configura a partir de octubre tanto en el congreso como en las gobernaciones que se ponen en juego. El oficialismo necesita ganar en octubre. Precisa evitar un balotaje, lo saben todos.
Por eso, ya arrancaron los diálogos entre un fortalecido Massa, que sacó más de lo que se esperaba, y un Macri que si bien queda claro que es el líder de la oposición más pura sabe que solo no va a poder llegar a la Casa Rosada. A su vez, en estos dos meses que quedan, Scioli tendrá que evaluar si le conviene expandir su universo de alianzas o no negociar y llegar solo pero sólido al momento de la verdad.
Diego González (gonzalezdiegofernando@gmail.