Me da un gusto personal escribir en un 20 de octubre, porque me considero heredera de esa tradición libertaria que derrocó en Guatemala en 1944 a la dictadura de Jorge Ubico.
Posteriormente, se sucedieron los dos gobiernos de la Revolución, Juan José Arévalo y Jacobo Árbenz Guzmán, período que se ha llamado en la historia nacional como “los diez años de primavera en el país de la eterna dictadura”.
Mi padre (Waldemar Barrios Klee) trabajó en el Departamento Agrario Nacional (DAN), y fue uno de los asesores de la frustrada Reforma Agraria que hubiera llevado al país por otros derroteros de modernización.
Mi madre, primera mujer egresada de la Facultad de Humanidades, fundada como consecuencia de la misma Revolución fue directora del Instituto para Señoritas Belén. En esa época los servicios públicos de salud y educación eran de calidad. Se estableció el Código de trabajo y la seguridad social, que antes no existían en el país. Además de concederse en 1945 el voto para las mujeres alfabetas en medio de un enconado debate que se puede leer en la Hemeroteca Nacional.
Desafortunadamente eran los tiempos de la guerra fría y la idea del mundo polar entre comunistas y anti comunistas, idea que prevalece aún en Guatemala entre las gentes conservadoras que no han conseguido evolucionar.
Dejando de lado estas remembranzas de octubre, estamos en la víspera de la segunda vuelta electoral entre dos candidatos que según la opinión generalizada ambos no convencen de manera definitiva. Sin embargo, nos tocará el 25 de octubre acudir a las urnas y mantener la vigilancia ciudadana y la auditoría social, sobre la persona que resulte electa y su estructura partidaria.
Se enfrentan Sandra Torres, candidata por la Unión Nacional de la Esperanza (UNE) de corte social demócrata, que ya hicieron gobierno y Jimmy Morales, por un partido fundado por militares. Morales es un comediante apreciado popularmente por su programa en televisión Moralejas, que caracteriza a personas a partir de estereotipos, pero que busca a la manera de las fábulas, dejar una lección moral. Su propuesta política se centra básicamente en la oferta de honradez y el cese de la corrupción.
Torres ha centrado su campaña en las transferencias monetarias condicionadas que durante el Gobierno de la Unión de la Esperanza (UNE: 2007-2011) tuvieron buena recepción entre la población; además del Programa Escuelas Abiertas que fue un aliciente para jóvenes marginales y en situación de riesgo.
Estos programas se enfocan en población en situación de vulnerabilidad, y aunque durante el gobierno de la UNE se realizaron campañas de empadronamiento y se aleccionó a las mujeres sobre sus derechos ciudadanos y la participación electoral, situación que fue criticada en su momento bajo la acusación de clientelismo político, no es seguro que esta población participe del proceso electoral y acuda a votar.
Por otra parte, si bien las personas que admiran el programa Moralejas se ubicarían en una situación social semejante a la mayoría de partidarios/as de Sandra, se encuentran entre la clase media baja urbana y rural, que posiblemente acudan a las urnas.
¿Qué sector social inclinará la balanza? Esa es la gran incógnita que se despejará el 25 de octubre. Aunque hay quienes vaticinan que habrá ausentismo en las urnas.
Una serie de circunstancias no previstas nos llevaron hasta este inesperado balotaje: La caída del binomio presidencial al descubrirse la trama de corrupción que habían montado para saquear los recursos estatales y llevar los importes de los impuestos a su propio pecunio personal, y las manifestaciones ciudadanas que dieron una cierta cohesión en contra de ciertos políticos, entre ellos Manuel Baldizón, que había llegado a la segunda vuelta con Otto Pérez Molina en el proceso electoral 2011 y había sido considerado el favorito en las encuestas.
Estamos a la expectativa de cómo se comportará la ciudadanía en esta oportunidad. En la primera vuelta votó el 70% del padrón, lo que se consideró un éxito rotundo especialmente porque se había vaticinado por errados analistas el voto nulo o la abstención. Ahora, predomina la cautela al opinar.
Nos encontramos, apenas a unos días que la realidad vuelva a hablar y se trace el futuro del país. Gane quien gane las elecciones, la ciudadanía ha tomado conciencia de la importancia de la participación y si esta no se traduce en la votación, estoy segura que lo harán desde la auditoría social. La juventud que participó en las concentraciones ciudadanas de los sábados, actualmente señalan que se convertirán en auditores y fiscalizadores del gobierno que resulte electo. Ojalá.
Octubre ha sido un mes muy querido en Guatemala. Se considera el mes de la Revolución de 1944 que consiguió derrocar a la dictadura de Jorge Ubico, los dos Gobiernos de la Revolución habían encaminado al país por la senda de la modernización y los cambios, que lamentablemente se vieron truncadas por la intervención norteamericana en tiempos de Guerra Fría.
El 20 de octubre se conmemora con una marcha multitudinaria que evoca los logros y pide cambios.
Ahora octubre marcará el destino que depara al país, esperando que la ciudadanía continué jugando el papel que le corresponde en una efectiva democracia.