Elecciones en Chile: El Nuevo Mapa Político

imagesEl domingo en Chile no festejó nadie. Michelle Bachelet quiso mostrarse eufórica, satisfecha, con el casi 47%. Pero todos sabían – incluso las 150 personas que fueron a esperarla al escenario montado sobre la emblemática avenida Alameda – que eso no era un triunfo, que para el batacazo hacía falta más del 50%.

Del otro lado, Evelyn Matthei, hizo lo que pudo. Quiso presentar al precario 25% como un éxito porque se alcanzaba la segunda vuelta. Una candidata sin fuerzas, una candidatura contrariada que sufrió conspiraciones de su propio espacio. Lo que se viene para el 15 de diciembre es una puja desigual en la que la derecha va a hacer todo lo posible para no caerse del mapa y la centroizquierda va a luchar sin épica por lo previsible.

Desde el arranque, la campaña fue ordenada, institucional, chilena. El duopolio entre centroizquierda y centroderecha que denuncia la izquierda y el movimiento estudiantil seguía manejando los hilos del país. En todo caso, la incertidumbre fue de la derecha que tardó demasiado en elegir un candidato. Primero, el hombre era Laurence Golborne, quien tuvo su mejor estrella al arranque del gobierno de Sebastián Piñera, con el derrumbe y el encierro de los 33 mineros que se transformó en reality show global allá por octubre de 2010. Golborne era el ministro de energía y minería y con ese capital pretendía ser el candidato de la derecha en 2013. Pero apenas arrancó la campaña tuvo que renunciar por un escándalo de corrupción. Como expresión de la debacle generalizada, Golborne se candidateó ahora para el senado, pero se quedó afuera.

Después vinieron las internas en la derecha y el elegido fue Pablo Longueira, ex ministro de economía. Pero renunció, alegó depresión. Las elecciones se venían, la presidenta Bachelet era sin discusiones la candidata de la Nueva Mayoría y la derecha tuvo que apurar los trámites. De ahí salió Evelyn Matthei, ex ministra de trabajo.

El 11 de septiembre se cumplieron 40 años del golpe de Estado que partió al país. La efeméride fue un inconveniente mayúsculo para el gobierno de derecha que no pudo hacerse el distraído. Piñera, del partido Renovación Nacional, representante del liberalismo dentro de la Alianza, tímidamente dejó de hablar de régimen militar y empezó decir dictadura para mencionar a los 17 años de gobierno de Augusto Pinochet.

El detalle era que Matthei era la candidata, representante de la derecha dentro de la derecha. Y no sólo eso, sino que además las dos candidatas fueron amiguitas en sus tiernas infancias porque el padre de Matthei y el de Bachelet fueron compañeros de armas antes y durante la dictadura. Pero hubo una sutil diferencia. Fernando Matthei formó parte de la junta de Pinochet, mientras que Alberto Bachelet fue torturado y asesinado por la misma dictadura.

Cambios y reacomodos

El resultado para la derecha es una trompada. Ese 25% es uno de los más bajos para una derecha que en democracia sólo gobernó dos veces de mediados de siglo XX para acá[1]. La Nueva Mayoría tiene ahora varios desafíos, dado que para ampliar sus bases de apoyo sumó al Partido Comunista que confluyó en un mismo espacio con amplios sectores del capital financiero local. Todos con Bachelet.

Las movilizaciones estudiantiles de 2011 conmovieron los cimientos de la democracia chilena. Fueron, generacionalmente, los mismos que se levantaron en 2006 con la famosa rebelión de los Pingüinos. Un movimiento que crece, que exige ahora incluso la renacionalización del cobre y que se asume a sí mismo no como hijos de la democracia, sino como “nietos de la dictadura”[2].

La sociedad en sí, coinciden los analistas, se corrió a la izquierda, con demandas concretas y sin demasiado tiempo. Se critica la institucionalidad vieja e inamovible, el sistema electoral binominal que premia siempre a los mismos[3] y evita el surgimiento de terceras fuerzas, la constitución heredada de la dictadura, el neoliberalismo, el lucro en la educación pública y privada.

Esto lo había percibido Marco Enriquez-Ominami en 2010, cuando abandonó la Concertación y se candidateó por fuera, dejando herido al nuevo candidato y viejo presidente Eduardo Frei Tagle que perdió ante Piñera, mientras Enríquez-Ominami obtenía un contundente 20 por ciento.

Hoy Bachelet, quien dejó la presidencia con altos niveles de aprobación y fue a Estados Unidos al mando de ONU Mujer, paradójicamente plantea el cambio. Concretamente, propone tres puntos: Reforma tributaria, educación gratuita y una nueva constitución.

En tercer lugar, efectivamente, quedó esta vez de nuevo Ominami, pero con un 11%. En su entorno ya están mirando a 2017, y explican su caída por su dificultad para diferenciarse de una Bachelet que logró robarle sus banderas. Todo un dato es que a la izquierda de Bachelet se ubica un 17.4% del electorado[4], por lo que se descuenta que, al margen de la opinión de los candidatos, algo de ese voto migrará en diciembre rumbo a la nueva Mayoría.

Difícil la tiene Matthei, que podría seducir al 10,1.del extraño empresario Franco Parisi. El detalle es que el mismo Parisi ya aclaró que en diciembre no vota y que “Evelyn es mala”.

Ahora sólo le queda como horizonte a la derecha seducir a ese 51 por ciento que no votó en un país donde el voto es optativo desde hace poco. Un espacio que, sociológicamente, se divide en dos grandes grupos. Ese que es simplemente apático y aquel que, movilizado e ideológico, descree de la institucionalidad y el duopolio gubernamental.

El domingo de las elecciones un grupo de estudiantes secundarios y universitarios tomaron por una horas el comando de campaña de Bachelet. Fue un gesto. La nueva presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile es ahora anarquista, libertaria, feminista. Se llama Melissa Sepúlveda, no fue a votar y aclaró de entrada que para los años que se vienen el movimiento estudiantil va a seguir en la calle, como estuvo en 2011, pero también en 2006, mientras gobernaba …. Michelle Bachelet.

Otras batallas

De las movilizaciones estudiantiles de 2011 emergió el liderazgo de la muchacha Comunista Camila Vallejo. Ella y otros tres ex líderes estudiantiles se candidatearon en estas elecciones y entraron[5]. El Partido Comunista arriesgó mucho al aliarse con Bachelet, pero los resultados del domingo le sonrieron: dobló su representación en el Congreso, de 3 diputados pasará a 6. El debate ahora es si van a administrar o no algún ministerio, si van o no a formar parte del gobierno.

La disputa por el congreso, que renovó por completo la cámara de diputados y la mitad de los senadores, fue otro partido. La derecha mejoró la performance de su candidata presidencial, pero igual retrocedió[6]. Bachelet, si gana, va a tener mayorías en ambas cámaras, aunque no los dos tercios necesarios para llamar a una Asamblea Constituyente. Sin embargo con los suyos le alcanza para avanzar con la reforma tributaria. Necesita alianzas modestas y posibles para reformar el sistema educativo. Tiene que expandirse bastante para la constituyente aunque, tecnicismos parlamentarios y picaresca mediante, se rumorean otros caminos menos elegantes pero igual de contundentes.

Como sea, Piñera deja un país relativamente estable en lo económico, que profesa el libre mercado en todas sus formas. Con un crecimiento que se estima para este 2013 en torno al 4,6 % del PBI, una tasa de desempleo del 6,5, TLC´s con las diferentes regiones y países del mundo entero y una nueva Alianza del Pacífico que además de un bloque económico es un intenso bloque político conservador.

Esta arquitectura fue una creación conjunta del duopolio gubernamental a lo largo de estos 24 años de democracia. El interrogante que queda por delante es si la Nueva Mayoria va a abrir paso a una nueva etapa política y económica si es que finalmente retorna a la Moneda.

Diego González (gonzalezdiefofernando@gmail.com) es periodista en Buenos Aires y analista para el Programa de las Américas. Su blog es www.diegofgonzalez.blogspot.com. TW @diegon2001. Escribió este reportaje desde Santiago de Chile.

NOTAS:


[1] Sebastián Piñera llegó a la Moneda en 2010. Antes,  Jorge Alessandri gobernó de 1958 a 1964. Ganó con el 31 por ciento frente a Salvador Allende (29%) del Partido Socialista y Eduardo Frei Montalva (20.7%) de la Democracia Cristiana.

[2]  Leer artículo de Moises Paredes, “Somos Nietos de la dictadura” en Le Monde diplomatique, noviembre 2013

[3] El sistema binominal es un sistema electoral que sobrerrepresenta a la primera minoría. Se trata de un sistema que fomenta las articulaciones políticas y una lógica bipartidista

[4] – A la izquierda de Bachelet hubo un 17,4 por ciento. MEO 10.9, Marel Claude 2.8, Roxana Miranda 1,3, Alfredo Sfeir 2,4

[5] Se trata de Camila Vallejo, Karol Cariola, Giorgio Jackson y Gabriel Boric

[6] La votación parlamentaria de la Alianza superó n más de 11 puntos (36,2) el desempeño de su candidata presidencial.

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