La visita a San Cristóbal de Las Casas, en el sureño Estado de Chiapas, ha sido tal vez la etapa más simbólica del viaje de Papa Francisco en México. Aquí el obispo de Roma ofició una misa con los pueblos originarios, en una ciudad conocida internacionalmente por el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) de 1994, que inauguró el autogobierno indígena en una parte del estado.
Cuando se enteró de que el Papa iba a encontrar a los pueblos originarios, Julián López Canare se asombró. “Es la primera vez que un Papa se voltea hacia los pueblos nativos, hacia los más pobres”, observa el hombre de etnia nayeri.
Miles de personas, en su mayoría indígenas, acudieron el 15 de febrero al centro deportivo de San Cristóbal para escuchar la misa del Papa, en parte oficiada en lenguas mayas. El Papa Francisco habló desde un altar decorado con artesanías maya tzotzil, ante un telón que reproducía la catedral ciudadana.
Llegaron de varios rincones de México y de Centroamérica, muchos desde la madrugada y formaron largas filas en el intenso frío de la sierra chiapaneca. En espera de la llegada del Papa recordaron, desde el escenario, el trabajo pastoral del ex obispo Samuel Ruiz García, y los Acuerdos de San Andrés de 1996, un documento que garantiza la autonomía indígena y que el gobierno federal firmó pero nunca transformó en ley.
“Vuestros pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores sus valores, sus culturas, sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminan”, afirmó el Papa durante su misa. Invitó a pedir perdón a los pueblos originarios. Al concluir su función, entregó un decreto que autoriza formalmente la celebración de ceremonias litúrgicas en lenguas indígenas.
La visita del Papa en México, y sobre todo en Chiapas, tiene una finalidad estratégica para la Iglesia. De acuerdo a la revista Forbes, el país es el noveno en el mundo por dinero que aporta al Vaticano y el segundo por número de fieles, con 96 millones de personas. Sin embargo, muchas personas se están alejando de la religión romana. En Chiapas sólo 58% de la población se declara católica.
El catolicismo mexicano es distinto a el de otros países, explica Yaredh Marín Vazquéz, antropóloga de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). “La religiosidad tiene una fuerte connotación cultural y la practica del catolicismo en México se define Catolicismo Popular. Es una mezcla que incluye las prácticas locales de los pueblos que existían antes de la conquista: los santos católicos se mezclaron con los dioses prehispánicos y nacieron nuevas figuras”, dice.
“Por ejemplo la Virgen de Guadalupe [que el Papa rezó en la Ciudad de México] es una fusión entre la Virgen católica y la diosa de la tierra. Es una fusión útil porque los indígenas cuando rezan a la Guadalupe adoran a su diosa. A la Iglesia católica no le queda más remedio que reconocer a estos santos, porque al imponer su doctrina debería de enfrentarse con implicaciones no sólo espirituales, sino también económicas”.
En Chiapas la visita papal despertó entusiasmos y reproches. La Asamblea Popular de los Altos de Chiapas (APACH) criticó los fuertes gastos sostenidos para recibir al Papa en el estado más pobre del país–en la región de los Altos, donde se encuentra la ciudad de San Cristóbal, el 88% de la población es indigente. Un grupo de diferente índole denominado “auténticos coletos’’ (se definen coletos los sancristobalenses), mestizos conservadores que a partir del levantamiento zapatista se opusieron a la presencia de los indígenas en el centro urbano, criticaron la visita papal porque “no beneficia a la ciudad’’, siendo que sólo ‘‘viene a verse con los indios’’, de acuerdo con el diario La Jornada.
En 1995 los “auténticos coletos’’ llegaron a apedrear y lanzar huevos en contra de la curia de la catedral de San Cristóbal, para protestar en contra del entonces obispo don Samuel Ruiz García, considerado un “subversivo”. El trabajo pastoral de Ruiz García era criticado también por la jerarquía eclesiástica, por su elección de adherir a la Teología de la Liberación, por su predicación en las comunidades maya, y su participación en las negociaciones entre los Zapatistas y el gobierno federal.
Por esto hizo clamor la decisión de Papa Francisco de rezar en frente a la tumba del ex obispo. “La visita del Papa a don Samuel Ruiz da un impulso al trabajo de la Teología de la Liberación, a la opción preferencial por los pobres”, explica Jorge Hernández del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba), fundado por Ruiz. “Es el reconocimiento de que su trabajo era válido y sigue siéndolo. Es el reconocimiento de que los obispos no son príncipes, sino tienen que mancharse las manos, caminar con el pueblo”.
La visita a la tumba de don Samuel Ruiz ha sido el momento más apreciado del viaje del Papa en México por parte de los sectores críticos de la sociedad, que le reprocharon sobretodo no haber reunido con los padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, ni a otras organizaciones de víctimas. Según algunos analistas locales, los mensajes del Papa han sido tibios y generales, y no abarcaron los problemas concretos del país ni individuaron responsabilidades.
“Pues sí, si se está en el infierno, ni modo de no hablar del calor, pero también hay que referirse a los demonios”, escribió el periodista Álvaro Delgado en la revista Proceso.
Orsetta Bellani @sobreamerica es periodista independiente. Colabora con el CIP Programa de las Américas www.americas.org/es