Sentada en un banco de La Habana Vieja, Nilda Ayala lee el diario Granma y con el dedo índice baja su orilla. “¿Aquí la encontró la gran noticia?”, me pregunta la anciana asomándose tras las páginas del órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC). En su primera plana pública el anuncio de Raúl Castro y Barack Obama sobre el restablecimiento, a partir de ayer, de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos después de 54 de congelamiento. “Una maravilla, es un gesto que no tiene nombre este de Obama y también del pueblo estadounidense”, afirma Nilda Ayala.
El acercamiento entre los dos países pasó por una larga fase de deconstrucción de estereotipos que ambos gobiernos fabricaron sobre la otra parte. “En mi época infantil Estados Unidos era presentado como un país con mucho racismo, desigualdades y explotación, un país donde la gente no estaba solidaria”, relata Mario Castillo, maestro cubano de 40 años. “Esto fue variando. En los años ’90, cuando se cayó la Unión Soviética, el gobierno cubano comenzó una operación de distinción entre el estado norteamericano y su sociedad, su cine y su literatura; de pronto apareció la figura de un pueblo que no conocíamos. Después de 2000 se produjo un acercamiento entre la sociedad civil estadounidense y cubana, por ejemplo con encuentros con jóvenes socialistas, para que los norteamericanos conocieran la isla y empezaran a presionar su gobierno para que cambiara su actitud hacia Cuba”.
En las calles de La Habana no se habla de otra cosa que del deshielo diplomático, entre quienes interpretan la decisión de Obama como la admisión del fracaso de su política hacia la isla, y quienes esperan que la llegada de los norteamericanos aumente su capacitad de consumo. Lo que pone de acuerdo a todo el mundo, es que la decisión de la administración estadounidense no responde a criterios filantrópicos, sino pragmáticos. “En Estados Unidos existen lobbies de ambos partidos, sobre todo de agricultores, que empujaron a la administración a cambiar su política hacia Cuba. Y fueron fuertes también las presiones de los gobiernos de izquierda sudamericanos, que en este momento representan la mayoría”, explica Leonel González de la asociación civil cubana Centro Martin Luther King.
La cortina de hierro que divide a los dos países se va paulatinamente desmoronando, sin embargo la reanudación de las relaciones diplomáticas no comporta su normalización. “Con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la reapertura de Embajadas, culmina hoy una primera etapa del diálogo bilateral y se abre paso al complejo y seguramente largo proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales”, declaró ayer el Ministro de Relaciones Exteriores cubano Bruno Rodríguez, durante la ceremonia de abertura de la embajada de la isla en Washington. Para que la normalización ocurra Cuba puso algunas condiciones, como la restitución del territorio donde se encuentra la base naval de Guantánamo –tema que ni siquiera se está debatiendo en Estados Unidos- y el levantamiento del bloqueo, apoyado por el 59% de los estadounidenses pero contrastado por una parte del Congreso, en su mayoría republicano.
Obama reiteró en varias ocasiones que no abandona su propósito de cambiar el régimen político, económico y social de Cuba. Recién el gobierno de Estados Unidos quitó Cuba de la lista de los países patrocinadores del terrorismo, pero sigue diciéndose preocupado por la situación de los derechos humanos en la isla. “De nuestra parte estamos preocupado por la situación de los derechos humanos en Estados Unidos, Europa y en el mundo entero”, rebate Leonel González del Centro Martin Luther King de La Habana. “En Cuba por la guerra con Estados Unidos se declaró el “estado de necesitad”, que ha coartado algunos derechos por ejemplo en el uso de los medios. Pero también hay millones de europeos que no tienen trabajo, allí hay también una grande violación de los derechos humanos”.
Desde el anuncio del deshielo diplomático (diciembre de 2014) los viajes de ciudadanos estadounidenses a Cuba se incrementaron en un 36% en relación al año anterior, y se reanudaron las comunicaciones vía marítima y aérea. Además, se estima un crecimiento del PIB de la isla para el primer semestre de 2015 de 4%, mientras que en 2014 había estado de 1.3%.
Las empresas estadounidenses aún no operan en Cuba, sin embargo con la Ley de la Inversión Extranjera de abril de 2014 se profundizaron las reformas económicas que Cuba inauguró en los ’90 –cuando le faltó el apoyo de la Unión Soviética tras su caída-, y se legalizó la existencia de empresas mixtas y de capital totalmente extranjero, que representan un 4% del total. La ley contempla también la ampliación del puerto de Mariel para la construcción de una Zona Especial de Desarrollo, donde las empresas puedan operar con facilidades fiscales y aduaneras, condición que sin duda llama la atención de los inversionistas estadounidenses.
Desde su inauguración, en enero de 2014, sólo siete empresas han sido autorizadas a operar en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel. “La primera inversión aprobada en Mariel es de Richmeat, empresa 100% mexicana en el sector de alimentos. Actualmente el comercio bilateral entre México y la isla asciende a cerca de 500 millones de dólares de acuerdo con cifras cubanas”, explica Juan José Bremer de Martino, embajador de México en La Habana.
Fotos de Orsetta Bellani