De “lo que no que no se nombra no existe” a “lo que se presupuesta existe”: primeras propuestas de Sheinbaum en la agenda de mujeres y género

Por Olivia León 

Desde la elección de Claudia Sheinbaum como presidenta de México, hemos visto respuestas positivas y de entusiasmo y otras que cuestionan profundamente esta decisión arrasadora de casi 38 millones de personas el pasado 2 de junio. Entre las mujeres que defienden los derechos de las mujeres, muchas celebran la llegada de una mujer a este cargo como una victoria histórica de las mujeres y de la 4T. No solo como un logro para México, sino para toda la región: desde América del Norte hasta la Patagonia. Hoy, dos de los poderes en el país tienen a mujeres a la cabeza: el Ejecutivo y el Judicial. Como varias han dicho, no es cosa menor. La representación importa e importa mucho.

Las segundas, añaden un “pero” al que hay que voltear a ver. Que llegue una mujer a la Presidencia no significa automáticamente que las luchas de las mujeres – y mucho menos, de los movimientos feministas—tengan mayor visibilidad o empuje en las decisiones políticas. 

De los 100 puntos que ha descrito, la presidenta señala cinco que refieren a las mujeres:

1.    La creación de una Secretaría de Mujeres, que liderará Citlalli Hernández con la tarea de lograr la igualdad sustantiva de las mujeres y garantizar su derecho a una vida libre de violencias.

“Las reformas incluyen también mecanismos para no exista brecha salarial entre hombres y mujeres: a trabajo igual, salario igual, no más discriminación laboral; gabinetes paritarios en municipios y estados, por ley; Ley Olimpia y la Ley Contra la Violencia Vicaria; el establecimiento de la ley El Agresor Sale de Casa, para que sean los agresores los que dejen el hogar y no las mujeres y sus hijos; obligatoriedad de mujeres en todos los ministerios públicos; homologación del tipo penal de feminicidio en todas las entidades federativas, que nunca más a una mujer la responsabilicen por un asesinato, por un homicidio, por un feminicidio contra ella; obligatoriedad de fiscalías especializadas de feminicidios en todas las fiscalías de las 32 entidades de la República.” 

2.    Garantizar el acceso a la salud, incluyendo la salud sexual y reproductiva

3.    Reconocimiento de los derechos agrarios de mujeres

4.    Creación de redes comunitarias para mujeres para garantizar el conocimiento de sus derechos a lo largo del país

5.    Inicio del Sistema Nacional de Cuidados que incluirán Centros de Bienestar Infantil para mujeres agrícolas y mujeres de la maquila.

El objetivo, según la presidenta, será una política que privilegie a las mujeres de forma transversal, por eso la creación de la Secretaría de Mujeres. Esperaríamos, entonces, ver una perspectiva de género a lo largo de las políticas: por ejemplo, al garantizar la soberanía alimentaria, debería ir de la mano junto con las mujeres que han empujado esta agenda desde Yucatán, Guerrero, San Luis Potosí, hasta Baja California. También se esperaría una perspectiva de género en el desarrollo de políticas sociales, de justicia, de seguridad y de salud.

1. Una vida libre de violencias contra las mujeres. Desde los feminismos urge desarrollar–y que el gobierno adopte– soluciones a las violencias de género que sean de largo aliento, es decir, que atiendan las causas de dichas violencias para poder incidir con soluciones sostenidas en el tiempo, con una perspectiva de corto y largo alcance. Las altísimas tasas de feminicidios y el continuum de la violencia económica, doméstica, laboral contra las mujeres requiere de medidas estratégicas que pongan en el centro a la justicia con una perspectiva de prevención. 

¿Ampliar el catálogo de delitos con prisión preventiva oficiosa logrará ese objetivo? Posiblemente no. Ésta fue una de las propuestas en el sexenio anterior y será interesante observar cuál será la posición de Sheinbaum y Morena sobre este punto. Si esta administración busca justicia y atender las violencias que atraviesan muchas mujeres en el país habrá que voltear a ver las luchas de los feminismos que optan por la reconstrucción del tejido social y la interseccionalidad.

2. El acceso a la salud, incluyendo la salud sexual y reproductiva. Los Congresos y la Suprema Corte de Justicia han tomado decisiones sobre el reconocimiento del derecho al aborto: siete estados lo han reconocido como tal y cinco esperan a que el Congreso lo derogue en el Código Penal. Está pendiente qué hará el nuevo gobierno federal para facilitar el acceso al aborto. A pesar de que la nueva presidenta declaró que ya hay que hablar sobre otros derechos de las mujeres, está pendiente si ella y el enorme poder que Morena y sus aliados tienen en el Congreso y Senado afectarán de forma más directa estas decisiones. Aún está pendiente su despenalización en 20 entidades y a nivel federal: incluirlo como un derecho en el Código Federal y en la Ley de Salud. 

En la salud sexual urgen campañas de educación sexual que privilegien la información veraz y no prohibicionista para que las infancias y adolescentes tengan herramientas para vivir su sexualidad como lo deseen, no como se les imponga.será fundamental, también, atender y erradicar la violencia obstétrica, un tipo de violencia aún muy común hacia personas gestantes: 30% de las mujeres que tuvieron un parto en los últimos años fueron víctimas de este tipo de violencia, lo cual es alarmante (GIRE, 2023). 

3. Derechos agrarios de las mujeres. En México,  solo el 27% de los sujetos agrarios son mujeres. El reconocimiento de sus derechos agrarios es una deuda realmente histórica hacia este sector en el país. Es necesario implementar la reforma al Artículo 3 de la Ley Agraria y atender la recomendación General número 39  sobre los derechos de las mujeres y niñas indígenas respecto a las tierras. 

La reciente Reforma Constitucional que reconoce derechos a pueblos y comunidades indígenas contempla el derecho de las mujeres a la propiedad y posesión de la tierra, así como de la toma de decisiones respecto a sus tierras. Sin duda, el reconocimiento de los derechos es un paso crucial para hacerlos valer, aunque no es suficiente. Este tipo de iniciativas deben incluir una ruta de acción clara que esperaremos la presidenta y su gabinete incluyan en los siguientes meses.

4. Por último y muy importante: la creación del Sistema de Cuidados ha sido uno de los ejes desde la campaña de Claudia en su pilar de mujeres y género. Según el CEEY, un Sistema de Cuidados reconoce que las sociedades requieren de cuidados y que, generalmente, las personas cuidadoras quedan fuera de los esquemas de seguridad y protección social. Contar con un sistema de protección social coherente es crucial para disminuir las desigualdades y promover la movilidad social en un país en el que la desigualdad y la pobreza afecta de forma desproporcionada a las mujeres. Comenzar con las mujeres en el sector agrario y de las maquilas es un paso positivo, pero no suficiente. Todas estas medidas y programas requieren una designación presupuestal significativa y sostenida que logre soportar la encomienda. Además, en un contexto como el mexicano, en el que hay cientos de miles de familias buscadoras, sería fundamental pensar en la inclusión de esta población en el Sistema de Cuidados en México. Sería ideal incluir a familiares dentro del paquete de poblaciones beneficiadas por el Sistema de Cuidados que ha propuesto la Presidenta. Como los puntos anteriores, es una deuda que el estado tiene pendiente con quienes cuidan en el país.

La famosa frase que utilizó la nueva presidenta “lo que no se nombra no existe” hay que añadir que, en la política, lo que no se presupuesta tampoco existe.

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