Con la llegada de la pandemia del coronavirus a los países de América Latina, los pueblos y las comunidades indígenas se enfrentan a los desafíos que trae consigo esta enfermedad, cuyo contagio ha demostrado ser altamente rápido y agresivo. Ante el abandono de los estados, la ausencia de inversión social en sus regiones, el cero acceso a hospitales regionales o nacionales, las personas indígenas están en una posición de desventaja total, porque las acciones de los estados por controlar la enfermedad se están enfocando en las ciudades. Frente a esto, a las comunidades indígenas les toca enfrentar solas y asegurarse por sí mismas del cuidado de todos sus miembros.
En efecto, esta pandemia está generando dentro de los pueblos indígenas una profunda preocupación por la salud de las y los abuelos que son la población más propensa al contagio y a fallecer. Si en condiciones de vida normales las comunidades indígenas no poseen acceso a servicios básicos de salud, en medio de esta pandemia saben que no tendrán acceso a los servicios de cuidados intensivos.
Por eso, guías mayas como Otilia Lux de Coti, Clara Nimatuj Ajqui o Felipe Gómez, están reconociendo primero, que el coronavirus no es la causa de la crisis que enfrenta el mundo en este momento, sino al contrario, es la cosecha de lo que el sistema capitalista ha sembrado a lo largo de siglos, pero con más rapidez durante el Siglo XX y las dos décadas del Siglo XXI, en la Madre Tierra que ya no soporta la presión de la depredación de los bienes naturales que ha sido permanente e imparable y que el hombre blanco, conservador, inversor y avaricioso ha optado por apostarle a la acumulación desmedida a costa de socavar la vida humana, animal, vegetal y mineral.
Segundo, que en momentos históricos como éstos hay que continuar con el uso de los calendarios propios de cada pueblo indígena para irlos interpretando día a día y comprender el mensaje que cada uno de los nahuales y de los números pares o impares están enviando a los integrantes de las comunidades, porque allí encontrarán la fuerza espiritual y cosmogónica necesaria para enfrentar el confinamiento, crear estrategias de sobrevivencia, alimentación, curación y pasar está etapa para salir fortalecidos.
Tercero, que este momento de calamidad humana se debe mandatar a las comunidades indígenas a que resguarden a las abuelas y abuelos, a las madres y padres con responsabilidad porque son ellas y ellos los poseedores de la memoria histórica, los transmisores de los conocimientos colectivos, de la sabiduría ancestral, los guías espirituales, los expertos en el manejo de la medicina propia y también los responsables de ejercicio de la justicia a lo interno de cada comunidad. Por eso, frente al peligro que se cierne sobre ellas y ellos los miembros de las comunidades no deben escatimar esfuerzos para protegerlos del contagio, proveerles de los cuidados necesarios y nunca abandonarlos.
Cuarto, los pueblos y comunidades deben luchar y enfrentarse en armonía, usando las plantas y los especies que poseen sus respectivas regiones. Así en donde sea posible hay que colocar en cada hogar ramos de eucalipto en las cuatro esquinas de cada casa, junto a un puñado de clavo de cocina para que los aromas fuertes fortalezcan los aparatos respiratorios de las y los abuelos, y de todos los miembros. De igual manera, hay que recurrir a los cítricos como la naranja, el limón, la lima, el marañón y otros frutos similares que posean las regiones y usarlos en jugos, tés o prepararlos con hierbas como el té de limón, la borraja, la menta o la salviasanta. Deben volver a retomarse el uso del ajo y del jengibre en las infusiones o en las comidas para crear defensas y fortalecer la inmunidad de los cuerpos. Y como ejemplo, aquí se presenta una guía para enfrentar el coronavirus en las comunidades indígenas.
Quinto, tanto Lux de Coti como Felipe Gómez coinciden en que el 2020 es un año bisiesto y trae consigo novedades para la humanidad que no son siempre negativas sino advertencias que hay que saber interpretar porque ningún ser humano, sin importar su riqueza o su poder, es superior a los animales, a las plantas, a los ríos o los bosques. Hay que asumir la vida y la fuerza de la naturaleza con humildad porque ella siempre se rebelará ante la destrucción o el corte de las venas de su vida. Por eso, indicaron, los niños y los jóvenes deben de aprender que las señales en el cielo se convierten en novedades en la tierra, allí es donde hay que saber escuchar a las aves y a otros animales que desde enero estuvieron advirtiendo de lo que se acercaba.
Sexto, recomiendan a sus lideresas y lideres que demanden a los estados a que respeten el derecho que poseen los pueblos indígenas de ser informados en sus respectivos idiomas maternos. Este derecho está garantizado en el Convenio 169 de la OIT, en la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU y en la mayoría de las leyes nacionales de los respectivos países. El ejercicio de este derecho es clave en momentos como los actuales porque se requiere que la información especializada que día a día va surgiendo de los centros médicos o de investigación llegue a las comunidades más lejanas en sus respectivos idiomas, especialmente a las poblaciones que son en su mayoría monolingües. Aquí algunos ejemplos de mensajes emitidos en diferentes idiomas indígenas que informan sobre esta pandemia: https://mycielo.org/covid-19-videos-in-indigenous-languages/
Séptimo, recomiendan a todas las comunidades indígenas a que recurran a las farmacias propias que cada pueblo aún posee y que son sus bosques para que las plantas que allí se reproducen de manera estacional, sirvan para elaborar los medios de limpieza, para desinfectar los hogares y comunidades. Un ejemplo es el video Wuqub Qak’ix en donde se enseña cómo recurrir a las plantas propias para protegerse. También allí están las plantas básicas para prevenir el contagio o para atender a los enfermos.
Revalorizar el conocimiento ancestral en el manejo de la medicina es fundamental en estos momentos en que el estado será incapaz de llegar a los lugares recónditos. Y para los indígenas que viven en las ciudades, la recomendación es que siembren en espacios pequeños plantas y comida para subsistir.
Octavo, llaman a todos los profesionales indígenas, sin importar su área de experticia, para que pongan sus conocimientos al servicio de sus comunidades. En estos momentos difíciles, ellas y ellos deben de contribuir de manera solidaria al cuidado de todos los integrantes de sus comunidades, especialmente de los más vulnerables. De igual manera, los profesionales indígenas deben usar sus redes de contactos en todos los niveles posibles para apoyar a sus comunidades en caso de que la situación se agrave al darse contagios masivos.
Noveno, recuerdan a todos los indígenas que, por razones de trabajo, estudio, enfermedad o cualquier otra razón, que se encuentran lejos de sus comunidades o que ya no pudieron viajar para unirse a sus pueblos a que no se sientan solos, sino que tomen todas las precauciones para protegerse y que recuerden que pertenecen a un colectivo, que allí tienen siempre su lugar, que les espera su escudilla y su batidor, y que usen los conocimientos que aprendieron de sus padres y abuelos para pasar este momento. También que se mantengan en contacto con sus familiares dado que el tiempo de separación pareciera alargarse porque no se sabe cómo el virus avanzará en los países y comunidades rurales.
Y finalmente, reflexionan indicando que esta pandemia es un recordatorio de que la Madre Tierra y la Madre Naturaleza están en estos momentos en la búsqueda del equilibrio y la armonía para seguir subsistiendo. Por eso, no hay que llenarse de nostalgia ni de temores, sino al contrario hay que buscar la fortaleza dentro de los propios pueblos que son milenarios y que han sido capaces de sobrepasar otras catástrofes, como el largo colonialismo externo e interno y cuyos impactos son los que se están viviendo.
Con esperanza y humildad hay que recordar que los compromisos de seguir cuidando y respetando a la Madre Tierra continuarán, a pesar de que sean los pueblos indígenas los guardianes y que en momentos como éstos sean los que menos acceso tengan a ser protegidos por los estados. Sin embargo, las luchas continuarán sabiendo que los pueblos indígenas volverán a rencontrarse para seguir cumpliendo con su rol de garantizar la continuidad de sus pueblos a través de mantener el frágil equilibrio con el corazón de la tierra y el corazón del cielo.