Tiempo del cono sur, el reloj marca las 5 de la mañana, 13 de octubre del 2014. Los indígenas Pataxó del extremo sur del estado de Bahía, nordeste de Brasil, forman tres barricadas en la carretera BR101 de la región de Monte Pascoal, ciudad de Itamaraju, una de las vías principales que conectan el norte y el sur de este país.
Con ramas, palos y llantas viejas han cerrado la carretera que pasa a la orilla de su territorio. Cientos de camiones que transportan mercancías de empresas transnacionales se han detenido. La policía no tarda en llegar. Los indígenas están atentos a una posible represión. Algunos pintan sus cuerpos con una mezcla de colores entre el amarillo, el rojo y el negro, colores con los cuales anunciaban la guerra sus abuelos. Otros mas contrastan con el color blanco, señal de paz. Colores indelebles en la piel de los indígenas, sobrevivientes de una guerra desigual que ha durado mas de cinco siglos.
Hay un clima de tensión por la presencia de la Policía Federal, aunque no es sorpresa para los Pataxós. Ellos han vivido desde siempre el rechazo por parte de los ganaderos, empresarios y gente que vive en las ciudades mas próximas al Monte Pascoal, una de las áreas mas ricas en fauna y flora del mundo. Ahí están los pocos trechos que restan de la Mata Atlántica – formación vegetal neotropical, presente en Brasil, Paraguay y Argentina. La tensión social sobre los indígenas se pudo sentir el día del cierre de la carretera. Al caminar por las calles, no faltaron los comentarios peyorativos de la gente que expresaban palabras como, “Estos indios van a robar todas nuestras tierras”.
“A partir del año 2010 los indígenas intensificaron las retomadas de sus tierras en un proceso de autodemarcación”, explica al Programa de las Américas Domingos Andrade, del Centro Missionario Indigenista (CIMI). Hasta hoy los indígenas poseen 8627 hectáreas de tierra, homologadas en la década de 1990. Pero la parte mas grande de este territorio es arena y no es apta para la agricultura. “La Fundación Nacional del Indio (FUNAI) ya realizó un estudio que comprueba que estas tierras son indígenas, pero el gobierno no ha homologado estas tierras. Es una política de gobierno de no demarcar los territorios indígenas por presión de sectores del agronegocio”, sostiene Andrade.
Nomacaxhi Pataxó explica al Programa de las Americas que el pueblo Pataxó está luchando por la demarcación de su territorio. “Queremos nuestras tierras para que puedan vivir nuestros hijos y para conservar nuestra cultura. El gobierno junto con las empresas han destruido la naturaleza con sus políticas de desarrollo”, afirma el indígena que vive en la aldea Boca da Mata – Entrada del Bosque.
Lo que Nomacaxchi no sabe es que a pocos kilómetros de ahí, sus parientes de la aldea Boca da Mata están trabajando en un proyecto que representa otra forma de mercantilizar y explotar los bosques, una amenaza no tan perceptible como las grandes obras de infraestructura o como la deforestacion para la creación de ganado, por ejemplo. Se trata del proyecto Monte Pascoal de compensación de carbono. Cuando preguntamos al Pataxó sobre la existencia del proyecto en la región, afirmó, “Existen trabajos de reforestación hecho por los indígenas con dinero del gobierno federal, pero desconocemos la venta de bonos de carbono”.
Estos mecanismos manejan una concepción del bosque muy distinta a la concepción indígena. El indígena conoce el tiempo de la naturaleza y sabe comunicarse con ella. El tiempo de la conservación para la acumulación de carbono es otro, pensado por las grandes corporaciones del mundo, quienes ahora apuestan la naturaleza en las principales bolsas de valores, como Wall Street o la bolsa de Londres. Son ellos quienes planean las formas de calcular y de dar precio a la biodiversidad y, a pesar de actuar en en silencio, los expulsados o refugiados en nombre de la conservación va avanzando en el mundo y son, principalmente, pueblos nativos los afectados.
Los bonos de carbono, permisos de contaminación
A escasos días de la Conferencia de las Partes (Cop 20) sobre el Cambio Climático, donde los gobiernos del mundo continuaran discutiendo el tema y sus soluciones, programada en Perú en el mes de diciembre de este año 2014, el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (MMBT), con presencia en 40 países, se prepara para presentar las fallas y deficiencias que ha implicado el programa REDD y REDD+. Brasil ha sido uno de sus principales campos de investigación, ya que este país encierra el mayor bosque tropical continuo del mundo y alberga alrededor del 20% de las especies vegetales y animales a nivel mundial.
En el año 2007 en la COP 11, realizada en Montreal, se consideró como prioridad el cambio climático, por tanto, se planteó la necesidad de reducir las emisiones de CO2 con un plan llamado “Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal”, mejor conocido por sus siglas en inglés como REDD.
REDD es la plataforma de un nuevo mercado que vende bonos de carbono a las empresas del mundo que contaminan con dióxido de carbono (Co2). Estos bonos son esencialmente permisos de contaminación, porque permitan que las empresas contaminantes siguen con sus emisiones dañinas. Con el Protocolo de Kyoto, se puso un tope a las emisiones de Co2 a las empresas y países signatarios, no obstante, tienen la posibilidad de seguir contaminando si invierten en lo que se denomina como Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) -como los controvertidos parques eólicos o las presas hidroeléctricas.
Otra opción que tienen es comprar bonos de carbono a las empresas que están invirtiendo en programas de conservación o reforestación, como el Programa REDD. Pero para negociar este tipo de bonos es necesario contar con bosques intactos, ya que los arboles se alimentan de Co2 que capturan de la atmosfera y transforman en oxigeno. De esta forma, el permiso de contaminación que adquieren las industrias consiste en pagar para que en otra parte del mundo se deje de derrumbar los bosques y para plantar mas. Buscan compensar el carbono emitido por procesos de producción de las grandes industrias, o por la agricultura y el ganado que hacen parte del agronegocio de grandes corporaciones.
“Se especula con el precio de estos bonos de carbono en la bolsa de valores ya que tiende a aumentar cuando la contaminacion aumenta y los bosques no son suficientes para absorber el Co2 emitido por las industria”, sostiene Winne Overbeek del MMBT.
Existen dos tipos de mercados de carbono: los de cumplimiento regulado y los voluntarios. El mercado regulado es el que utilizan las empresas y gobiernos que, por ley, tienen que declarar sus emisiones de Gas de Efecto Invernadero (GDI). El segundo es el Mercado Voluntario, que comprende a todas las transacciones de créditos de carbono que no están regidas por una obligación regulatoria de cumplir con una meta de reducción de emisiones, como es el caso de Brasil.
El sector privado puede comprar los créditos de carbono directamente de los proyectos de las empresas o de los fondos de carbono como el Fondo de Biocarbono del Banco Mundial, que representa un conjunto de capitales de Noruega, Estado Unidos y el Reino Unido, quienes han movilizado financiamiento para actividades que almacenan emisiones de carbono en sistemas forestales y agrícolas, como la nueva iniciativa donde se han destinado 280 millones de dólares para lo que se denomina como “Paisajes Forestales Sostenibles”, que tiene como principal objetivo, respaldar al sector productivo de la ganadería y la denominada agricultura inteligente.
REDD, nueva forma de colonialismo
El Monte Pascoal es un pequeño accidente geográfico, con altitud de 536 metros, ubicado en las afueras de la ciudad de Itamaraju, municipio en el estado de Bahía, en Brasil. El monte fue la primera porción de tierra vista por Pedro Álvares Cabral en abril de 1500, cuando los portugueses llegarón a tierras brasileñas. Para la historiografía oficial, la colina es un hito en el “descubrimiento” de Brasil. Para el pueblo Pataxó, quienes han habitatado este lugar por cientos de generaciones atrás, fue el comienzo de la destruccion de su territorio.
Nomacaxhi Pataxó afirma que en este territorio nació la cultura Pataxó. “Nuestros abuelos vivieron desde siempre aquí y son ellos quienes nos enseñaron a convivir con el bosque, porque es nuestra casa y porque de ahí comemos. Estamos aquí desde antes de la llegada de los portugueses.”
Si los primeros vientos de la colonización europea en Brasil llegaron justo por esta región, ahora en este mismo territorio de los Pataxó, en el Monte Pascoal, llega una nueva forma de colonización con el proyecto REDD. El proyecto de compensación forestal se ha vendido como un proyecto piloto para la financiación de la restauración de bosques “degradados” a través de la venta de créditos de carbono.
El MMBT lanzó una primera denuncia en un estudio, que realizó en el año 2013, sobre el impacto y la evolución del proyecto en la región, realizado por Jutta Kill. Según el informe de MMBT, las grandes ONG conservacionistas internacionales y grupos regionales de conservación han promovido la iniciativa de corredores ecológicos en el Bosque Atlántico, originalmente propuestas por el Ministerio de Medio Ambiente de Brasil y apoyados por el Banco Mundial. El objetivo es crear un corredor ecológico entre los parques Monte Pascoal y Pau Brasil, a 60 km de distancia el uno del otro, formando el Corredor Ecológico del Monte Pascoal-Pau Brasil.
Las gigantes ONGs de conservación como Conservación Internacional (CI) y The Nature Conservancy (TNC) también participaron en la redacción del proyecto de conservación en esta etapa y proporcionó fondos para parte de la iniciativa. También fueron recibidas contribuciones financieras de las empresas de plantación de eucalipto, Veracel y Aracruz, facilitadas por el grupo IBIO, que tiene vínculos estrechos con Veracel, que posee más de 100 mil hectáreas de árboles de eucalipto plantados en el Extremo Sur de Bahia. Durante la década de 1990 se suspendieron actividades de la empresa Veracel debido a su implicación en la deforestación.
TNC, de acuerdo con el estudio, ha propuesto la inclusión de un componente de compensación de carbono de aproximadamente 1.000 hectáreas en la iniciativa de conservación de 24.000 hectáreas. En 2008, 17 hectáreas fueron restauradas como parte de un contrato de compensación de carbono con Kraft Foods, una compañía global de alimentos y socio corporativo de CI. En 2009, se firmó un contrato de carbono por 30 años con Natura Cosméticos, para la restauración de 250 hectáreas de “tierras degradadas”, lo que almacenaría 316 toneladas de CO2.
En 2010, el proyecto de compensación fue anunciado como el primer proyecto de restauración forestal en Brasil por haber recibido una certificación climática, Comunidad y Biodiversidad (CCB). Este estándar es utilizado por muchos proyectos REDD y otros de compensación de carbono forestal como evidencia de los beneficios sociales y ambientales que el proyecto se supone que debe proporcionar. El proyecto de Restauración Forestal Monte Pascoal recibió un premio especial, el Nivel Oro de la CCB, que tiene por objetivo indicar que el proyecto ofrece otros beneficios sociales, más allá de los requisitos mínimos de certificación.
Que es lo que queda para las comunidades?
Uno de los objetivos de este proyecto es proporcionar “valiosas habilidades técnicas, el empleo y los ingresos a las comunidades locales”, siendo que por lo menos tres aldeas pataxó han sido involucradas en el proyecto de reforestación. Cooplantar, cooperativa local, creada con el objetivo de llevar a cabo la reforestación, plantación de árboles y trabajos de mantenimiento para el proyecto Monte Pascoal, cumple un papel importante en la justificación de la expedición de la certificación CCB Nivel Oro, dice el informe.
Sin embargo, el estudio del MMBT concluye, “Si bien la iniciativa sin duda ha proporcionado un poco de entrenamiento y habilidades en la siembra y mantenimiento de árboles y, en un principio, algo de empleo e ingresos, muchos miembros de la cooperativa estaban desempleadas en el momento de la investigación de este informe [en 2013], otros habían comenzado a ocupar puestos de trabajo como jornaleros en haciendas ganaderas, plantaciones de café o pimienta de cayena, o en la industria del turismo”.
Otro problema encontrado por el estudio se refiere a la falta de comprensión de la comunidad local involucrada en el proyecto en relación con la asignación de los bosques para almacenar bonos de carbono, su comercialización y quién sale ganando con este mercado.
El proyecto Monte Pascoal de compensación de carbono ligado al contrato de carbono de 250 hectáreas con Natura Cosméticos, de acuerdo a la información recabada, se encuentra actualmente en “fase de espera.” Hasta el cierre del informe, se habían restablecido sólo 56 hectáreas de las 250 contratadas.
El proyecto, según MMBT, entró en dificultades cuando el Código Forestal del país se modificó en 2012, reduciendo las obligaciones de los propietarios de tierras privadas para restaurar. Como resultado, los propietarios perdieron el interés en ofrecer sus tierras para restaurar el proyecto de compensación.
Brasil en REDD
Brasil es también uno de los campos de estudio de la iniciativa REDDX, que ha realizado diversas investigaciones en materia de financiamiento para la conservación de bosques, la inversión y el comercio de productos forestales sostenibles. De acuerdo con los datos deREDDX, entre 2009 y 2011 hubo un flujo de financiamiento para proyectos REDD en el Brasil en el orden de $598,604,833 dólares.
El estudio coloca de forma general a los personajes mas relevantes que estructuran este flujo, donde posiciona a los donantes como el Banco Mundial (BM), Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA, denominadas Instituciones Multilaterales. Agencias gubernamentales a través de los cuales se canalizan los recursos, como el caso de Alemania que utiliza al banco alemán gubernamental de desarrollo KFW, Agencia de Cooperación Internacional Alemana-GIZ, Noruega, Reino Unido-FCO, EEUU-USAID y fundaciones privada como Moore, Ford, Packard, Climate Works, Petrobras, entre otros.
“La mayor parte del dinero, por lo que logramos mapear, va para empresas de consultoría que hacen el inventario de carbono do los bosques y hacen el monitoramiento del carbono. La menor parte va para las comunidades. Se promete muchas cosas en nombre del desarrollo sustentable, pero la experiencia es que no se cumple nada, los indígenas que no son expulsados, terminan siendo trabajadores de este nuevo mercado”, afirma Overbeek.
De acuerdo el miembro del MMBT, aun hay poca información de cómo funciona la articulación entre los distintos actores para la implementación de los proyectos y, principalmente, sus resultados. La iniciativa REDDX también externa en su sitio web la falta de claridad en torno a estos proyectos. “A pesar de los compromisos financieros de alto nivel (multilaterales, bilaterales o del gobierno), sigue siendo limitada la información sobre exactamente cuanto dinero está en realidad fluyendo a los países, los tipos de actividades REDD+ financiados durante este período de inicio rápido y las organizaciones realmente gestionando e implementando estas actividades”.
“Estamos en una fase de transición desde que fue lanzada la idea de REDD. Calculamos que existen entre 200 y 300 proyectos en todo el mundo. Son proyectos piloto todavía. Estamos observando un esfuerzo tanto de gobiernos, empresas y grandes ONGs conservacionistas de invertir cada vez mas en este tipo de proyectos en diversos países”, afirma Overbeek y pone como ejemplo a Mozambique. “Ya estan loteando 60% del territorio nacional para este tipo de proyecto. El estado do Acre, norte de Brasil, también se esta organizando para que todo el territorio se transforme en área de negociación de servicios ambientales, inclusive creando la legislación específicamente para eso”.
Una cosa es cierta, asegura el miembro del MMBT, la apuesta de los gobiernos, empresas y organizaciones no gubernamentales es aumentar las inversiones en estos proyectos lucrativos a partir de los bosques que aun existen en el mundo. “Van a continuar ganando dinero de la misma forma en la que siempre lo han hecho, explotando la naturaleza y, por otra parte, continuar con el proceso de acumulación con estos mecanismos denominados servicios ecosistémicos. La previsión es tener el control total sobre las áreas de bosque, incluyendo las áreas protegidas, los parques Nacionales, Parques para la paz, entre otros conceptos que ellos utilizan.”
Criminalización de los pueblos indígenas
Lo que el MMBT ha observado en todo el mundo es un proceso de criminalización de los pueblos y comunidades indígenas que habitan los bosques. “El uso de los bosques por los pueblos tradicionales aparecen en los estudios preparatorios de los proyectos REDD en todo el mundo como motivo número uno de deforestación, superando los niveles que han provocado las grandes empresas “, afirma Overbeek.
Las organizaciones como WWF, CI, TNC, respaldadas por la ONU, actuan en el sentido de estimular el decreto de áreas de conservación, asi los pueblos nativos pierden su autonomía y autodeterminación sobre su territorio. “Estas organizaciones son las que han estimulado las políticas junto con los gobiernos de crear los parques nacionales. Son estas ONGs que administran estos proyectos y son ellas quienes acaban siendo las principales accionistas de este mercado”, sotiene el investigador del MMBT.
Juta Kill afirma que “Conservación Internacional (CI), por ejemplo, ha reunido mas de 3,000 millones de dólares prometiendo salvar lugares valiosos. Además de la conservación de la tierra se ha ocupado de la extracción de petróleo, la explotación de madera y el desarrollo. BP, Chevron, Exxon Mobil y Shell están representadas en su comité empresarial.”
Los pueblos indígenas durante mucho tiempo usaron el método de cultivo mejor conocido como agricultura itinerante, migratoria o nómada, o de roza, tumba y quema, una agricultura de subsistencia practicada en regiones vastas y de vegetación de bosque o selva tropical. Los indígenas abrían claros en la vegetación, quemaban los árboles, para que las cenizas se pudiera integrar al suelo. “Este ha sido el motivo por lo cual se les criminaliza. Nosotros como MMBT hemos luchado mucho para denunciar esta concepción conservacionista. Tenemos bosques porque ha habido gente que ha conservado los bosque y estos son los pueblos indígenas, pero las ONG los han considerado enemigos de la conservación y justifican en nombre del conservacionismo que sean expulsados.”
Overbeek no duda en enfatizar que la principal causa del cambio climático ha sido y es, por la quema de los combustibles fósiles, presentes en todos los encadenamientos de producción de mercancías. “La deforestación esta siendo utilizado para desviar la atención de la causa real del problema, ya que la deforestación es responsable del 15% de la emisión de carbono y de tras de esta deforestación esta la agroindustria, el sector inmobiliario, la ganadería.”
Por décadas se le llamó “fallas de mercado” o “externalidades negativas” a los procesos de destrucción que provocó el extractivismo y las diferentes fases del proceso de producción de mercancías. “El mercado de carbono y principalmente el programa REDD surgen en un contexto de crisis económica y ecológica que son parte de una misma y que no buscan enfrentar, como ellos argumentan, las causas de este problema, sino mas bien es una oportunidad para continuar lucrando”, sostiene Overbeek.
Sin respuesta
La Conservación Internacional (CI) y The Nature Conservancy (TNC) fueron procuradas por el Programa de las Américas para esclarecer cuestiones como: la implantación del proyecto de captura de carbono del Corredor Monte Pascoal-Pau Brasil, sobre como actúan en tierras brasileñas, como trabajan con los indígenas de la región de Monte Pascoal, quién sale ganando con el proyecto REDD y si los indígenas podrán utilizar los bosques que están reforestando, ya que son áreas de preservación natural.
Coincidentemente las dos organizaciones internacionales, intermediadas por sus departamentos de prensa en Brasil, no contestaron a la solicitud de entrevista argumentando que no tenían tiempo.