Crecimiento económico con déficit social

Por Ariela Ruiz Caro

Las afirmaciones del presidente de Microsoft, Bill Gates, de que el Perú no necesita de ayuda internacional por ser un país de ingresos medios, han servido para que las autoridades peruanas ilustren con realismo las características de nuestro crecimiento.

En una reunión reciente con el presidente español, Mariano Rajoy, sobre temas de cooperación económica a favor de naciones pobres, Gates cuestionó que se siga ayudando al Perú pese a que ya es considerado un país de ingresos medios. “Cuando ayudas a países como Perú con un nivel suficiente de riqueza debes preguntarte por qué le ayudas… mientras hay niños muriendo de malaria y gente que no consigue medicinas para el sida ” señaló.

Gates no está en contra de la ayuda exterior. Al contrario. En un discurso dirigido a los presidentes y jefes de gobierno reunidos en la cumbre del Grupo de los 20 (G-20) en Cannes, en noviembre de 2011, invocó a que no se recorten los aportes y apoyos tanto para los sectores más postergados como también a las investigaciones en el área de salud y producción agrícola. En dicha oportunidad planteó la importancia y necesidad de la cooperación internacional y señaló que “el mundo no va a equilibrar sus cuentas mediante la reducción de la ayuda, sino que haría un daño irreparable a la estabilidad mundial, al crecimiento de la economía mundial y a los medios de subsistencia de millones de personas pobres ”.

Asimismo, destacó que el problema más grande que encara el planeta en su conjunto sigue siendo la brecha entre ricos y pobres. La solución, según Gates, consiste “en encontrar formas de fomentar una mayor innovación tecnológica, en temas como la seguridad alimentaria y la eliminación de enfermedades. Solamente estimulando su propia capacidad de innovación, aseveró, los países pobres pueden sacar a la mayor parte de sus poblaciones de la extrema pobreza y de los males sociales que la acompañan.”

En febrero, durante la celebración del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (IFAD), Gates destacó que era necesario desplegar ayuda para los pequeños agricultores que la requerían en los países en desarrollo. En dicha oportunidad, instó a los organismos de la ONU responsables de la lucha contra el hambre y la pobreza a unirse para lograr el crecimiento de la productividad sostenible y anunció también la donación de casi 200 millones de dólares en becas, llevando a más de 2.000 millones de dólares el compromiso de la fundación con los pequeños agricultores desde que se puso en marcha el programa de agricultura en el año 2006.

Representantes del gobierno peruano han tratado de explicarle a Gates que los promedios nacionales, como el PBI per cápita, esconden las desigualdades del país y que, si bien en los últimos 10 años se registra uno de los crecimientos económicos más dinámicos del mundo, en la zona rural hay altos niveles de pobreza, de desnutrición crónica y enormes brechas en acceso a servicios, infraestructura y otras oportunidades. Los peruanos continúan migrando, inclusive hacia países de la región, donde Argentina ocupa el primer destino.

Por ello, las autoridades lo han convocado a realizar un recorrido por la sierra y selva rural del país pues, señalando, “solo está mirando promedios…Hay que mirar la varianza, media estadística sobre las diferentes realidades”.

Lo que sucede es que difícilmente Gates imagine que un país con tan buena performance económica, evaluado con excelentes notas por las calificadoras de riesgo, pueda convivir con indicadores sociales tan precarios. A pesar de la reducción de la pobreza e indigencia como resultado del crecimiento económico en la región en los últimos años, las desigualdades al interior del país son enormes, la misma que se reproduce también en los sectores urbanos. La calidad educativa y los niveles de cobertura social continúan siendo de los más bajos a nivel regional.

Por ejemplo, en el Perú, el gasto social durante el bienio 2008-2009 registra un nivel inferior al promedio regional, lo cual expresa la prioridad macroeconómica que se le otorga a este ámbito. En efecto, en América Latina, los recursos destinados al gasto social van desde menos del 10% del PIB en el Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú y la República Dominicana, hasta niveles que duplican la cifra anterior en la Argentina, el Brasil, Costa Rica, Cuba y el Uruguay. Esto, de acuerdo a datos de la CEPAL, ocurre pese a que casi todos los países han hecho esfuerzos por aumentar la prioridad macroeconómica del gasto social desde fines de los años noventa.

El discurso que se difunde en los medios locales e internacionales sobre la fortaleza y estabilidad macroeconómica, boom de exportaciones y de reservas internacionales, todo lo cual es cierto, ha opacado el debate sobre los problemas derivados de las enormes brechas sociales existentes.

Modificar el patrón que determina este crecimiento concentrado y excluyente es el gran desafío planteado por el Gobierno peruano. Ello debe tenerse presente en el proyecto de ley que debe debatirse en el Congreso sobre el establecimiento de límites a la propiedad de tierra agrícolas en el país, a propósito del proceso de adjudicaciones hechas por el Estado en el marco del proyecto de irrigación de Olmos. Este ha demorado 90 años para construirse, ha demandado una fuerte inversión del Estado y el 60 por ciento de las tierras se ha adjudicado a una sola empresa.

La cooperación al desarrollo es importante para aplicar metodologías que hagan más eficiente los programas sociales, pero Gates nos ha puesto en evidencia: también se requiere redistribuir.

Ariela Ruiz Caro es economista por la Universidad Humboldt de Berlín con maestría en procesos de integración económica por la Universidad de Buenos Aires. Consultora internacional en temas de comercio, integración y recursos naturales en la CEPAL, Sistema Económico Latinoamericano (SELA), Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL),entre otros. Ha sido funcionaria de la Comunidad Andina entre 1985 y 1994 y asesora de la Comisión de Representantes Permanentes del MERCOSUR entre 2006 y 2008 y colabora con el Programa de las Américas como columnista.

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