
Por Laura Carlsen
Fotografías de Laura Carlsen y Lucero San Vicente
Imposible decir cuántas somos. La marcha del Día Internacional de la Mujer en la Ciudad de México no es una congregación, es un río, un río que empieza a fluir por las calles desde el amanecer y sigue hasta la caída la noche. Los afluentes se unen, se separan, avanzan. Miles siguen llegando al Zócalo mientras otras mujeres se retiran. Están presentes las mujeres que marchan, pero también están las que no marchan—por miedo, por su doble o triple jornada de trabajo, o porque la violencia feminicida ya les arrancó la vida. Lo que es innegable es que este 8 de marzo 2025, inundaron la capital.
La cifra oficial es de 200,000 personas solo en la marcha de la Ciudad de México. Es un nivel récord y México tiene fama por tener, año tras año, una de las movilizaciones más grandes del mundo. Además, se suman las movilizaciones en otras ciudades por todo el país.
Esta convocatoria masiva–esta rabia, esta indignación, esta exigencia urgente—se da en el contexto de un país que tiene su primera presidenta de la historia, una mujer que habla de temas de igualdad de género y el derecho a una vida libre de violencias.




La marcha se convocó desde la Glorieta de las Mujeres que Luchan hasta el Zócalo
Lo que muestra la movilización es que esto no es suficiente. Estas mujeres, la mayoría jóvenes, exigen acciones del Estado para garantizar un marco mínimo de derechos y de seguridad, que es obligación de ese Estado, pero ellas no esperan una solución desde arriba. “Aunque se pinta de morado, el Estado no es nuestro aliado”, advierte un letrero.
Están denunciando una situación intolerable de machismo y violencia que afecta sus vidas cotidianas, y la impunidad que la reproduce. Protestan porque, a pesar del discurso, no hay respuestas adecuadas por parte del gobierno. Gritan porque saben que merecen vivir sin el miedo, el trauma y el dolor.
En México hay más de 10 feminicidios al día. Y este acto es solo la culminación del continuum de la violencia feminicida. De acuerdo con un estudio reciente sobre el acoso sexual en empresas en América Latina, un poco más de la mitad de los casos sucedidos en la región corresponden a México. El estudio también revela que en 8 de cada 10 casos las víctimas son mujeres, la mayoría entre 20 y 30 años, mientras que quienes acosan rondan los 50 y 60 años y sólo el 11% de las agresiones llegaron a las instancias judiciales.


Las infancias también marcharon
Un movimiento
En el 8M 2025 se confirma que el movimiento de mujeres contra la violencia, la discriminación y el patriarcado es uno de los pocos movimientos en México hoy que mantiene su autonomía del Estado. Están dispuestas a entrar en diálogo con los gobiernos, pero no a permitir que su movimiento sea canalizado por vías gubernamentales. Cada 8 de marzo se reafirma su fuerza y su independencia.
Los miles de mensajes escritos a mano expresan la multitud de razones para estar en las calles.

Hablan del derecho de no ver sus sueños truncados, como ha pasado con tantas otras mujeres en un país en que cada día : “Quiero que mi mamá me ayude a buscar mi vestido de graduación, NO que la ayuden a buscar mi cuerpo”, “Si la próxima soy yo, salgan a la calle, griten mi nombre y abracen a mi mamá” y sencillamente “¡Quiero vivir!”
Cuestionan el amor romántico y las relaciones con hombres que las violentan: “Tú abuso venía disfrazado de amor narcisista”, “Te dije que NO, cabrón”, “No volveré a tolerar o callar agresiones solo para que mis hijos tengan un padre”.
Honran los vínculos intergeneracionales: “Soy universitaria gracias a la lucha de las ancestras”, “Luchar para que mi hija crezca sin miedo”, “Mamá, hoy grito lo que a ti te hicieron callar”, “Quiero que toda niña sepa que su voz puede cambiar el mundo”, “Gracias a las que marcharon echando raíces hoy otras florecemos”, “Mi hijo sí sabrá respetar mujeres”.

Llevan consigo la memoria de los miles de mujeres asesinadas por la violencia feminicida: “Por las que fueron, por las que vendrán, por las que nunca volverán”, “Que la muerte de mi hija no sea en vano”, “Es por Zyanya que hoy gritamos hasta el cielo”, “Por las que salieron a estudiar y no volvieron para graduarse”, “Por mis mujeres, por las que ya no están y por las que están en silencio”, “No llegamos todas”.
Desafían a las estructuras de la sociedad que permiten la violencia de género: “Soy una maestra rebelde porque nunca permitiré que toques a mis alumnas”, “¿Te cansas de oírlo? Nosotras de vivirlo”, “Quiero ser libre, no valiente”, “Protesto porque ya no permito más violencia hacia mi persona”, “No a los secretos familiares-dejen de encubrir a abusadores”, “Mi cuerpo no es objeto para satisfacer a los demás”, “Aborto legal, seguro y gratuito”, La paternidad sin responsabilidad es impunidad. Si miraras con nuestros ojos gritarías igual”, “Ser emocional no me hace irracional”.

Celebran su poder colectivo: “Libres, poderosas y sin miedo”, “No somos histéricas, somos históricas”, “Merezco vivir sin miedo”, “Somos fuego”, “Hablar de placer es hablar de libertad”, El feminismo me enseñó que calladita no me veo”, “Juntas somos más fuertes”, “No somos competencia juntas somos resistencia”.
La demanda central por mucho fue el cese la violencia que viven las mujeres en México, en donde desde enero a la fecha se han registrado 54 feminicidios en el país, de acuerdo con el Informe de violencia contra las mujeres del Gobierno de México. Los estados con mayor índice de feminicidios son el estado de México, Puebla, Morelos y Tamaulipas, ya que concentran el 37% de los casos a nivel nacional.
El morado inundó las calles de otros estados del país. Marchas en el norte, sur y centro se unificaron ante el grito de “Ni una más”. En Coahuila y Durango, cerca de siete mil mujeres cruzaron desde ciudad Lerdo para encontrarse en la Plaza Mayor de Torreón, Coahuila; en Quintana Roo se marchó hasta la Plaza de la Reforma en Cancún; las calles de Tijuana también se llenaron de pancartas y consignas contra el machismo, partiendo del monumento Las Tijeras para recorrer 5 kilómetros. Mujeres marcharon y se manifestaron en Mérida, Yucatán; en Tepic, Nayarit; Monterrey, Nuevo León, entre otros.
¿De dónde surge esta fuerza organizada que irrumpe en las calles cada 8 de marzo? Año a año, se va gestionando en los pequeños espacios de sororidad, en las escuelas, y en las colectivas. Y surge de la gran necesidad de unirse para protegerse mutuamente, para soñar y así crear un futuro sin patriarcado.
Crónica visual del 8M 2025 en la Ciudad de México






