El Banco Mundial debiera recibir una calificación de suspenso por su clasificación de países que violan los derechos de los trabajadores.
En estas elecciones muchos electores hicieron una pregunta clave: ¿cuál es el papel apropiado que Estados Unidos debe tener en los asuntos mundiales? Al castigar a esos legisladores que votaron a favor de la guerra en Irak, muchos ciudadanos están rechazando la idea de EEUU como cacique militar, y afirman que nuestra política exterior debe guiarse por un conjunto de valores diferentes.
El mismo tipo de cuestionamiento debe aplicarse a nuestros asuntos económicos. Los que ven los valores que estamos promoviendo para la economía global encontrarán algunas tendencias perturbadoras. En vez de ayudar a crear una globalización que proteja los derechos de los trabajadores, aliente el desarrollo sostenible y valore la autodeterminación democrática, nuestro país a menudo promueve políticas que socavan los valores que la mayoría de los norteamericanos quieren promover.
Un ejemplo importante de esto emergió recientemente en el Banco Mundial, donde EEUU tiene una porción decisiva de los votos y donde un norteamericano ocupa el cargo de presidente. El mes pasado el Banco emitió un informe llamado "Haciendo negocios en el 2007: Cómo Reformarse". El informe anual clasifica a 175 países en términos de "facilidad para hacer negocios" dentro de sus fronteras. Evalúa a las naciones basándose en 10 categorías relacionadas con impuestos, licencias, regulaciones financieras y comerciales, infraestructura legal y fuerza de trabajo.
Todo esto parece muy bien a primera vista. Pero desafortunadamente las cosas que llevan al éxito a una nación en la clasificación no son siempre lo que las familias trabajadoras de este país considerarían como buenas prácticas de negocios.
El 13 de octubre, un grupo de prominentes senadores envió una carta al Presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, diciendo que el informe alienta a los países a violar las normas laborales internacionalmente reconocidas. Firmada por Richard Durban, de Illinois; Joseph Biden, de Delaware; Byron Dorgan, de Dakota del Norte; Christopher Dodd, de Connecticut; Paul Sarbanes, de Maryland; y Daniel Akaka, de Hawaii, la carta critica la evaluación favorable de países que carecen de salario mínimo, no regulan el tiempo extra y condonan la persecución de los sindicatos.
"La recompensa de normas laborales laxas o inexistentes", escriben los senadores, "contradice la política de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), la cual alienta a los países a establecer un salario mínimo y a regular el horario laboral y a aprobar y hacer respetar las leyes que protejan la libertad de asociación y de negociación colectiva".
Los senadores señalan que el Departamento de Estado utiliza oficialmente el respeto a los principios de la OIT como factor para evaluar el compromiso de un país con los derechos humanos. No obstante, el informe del Banco Mundial da una alta calificación a los países que ignoran estas normas.
Durbin y sus colegas señalan que Arabia Saudí, un país que niega la libertad de reunión y no permite que los trabajadores se organicen, recibe la más alta calificación posible por parte del Banco en índices que miden "dificultad de contratación" y "dificultad para despedir" a empleados. El informe también elogia a Georgia porque el país recientemente ha realizado reformas que reducen el número de horas contadas como tiempo extra y disminuyen la cantidad que las compañías deben contribuir al sistema de seguridad social.
Quizás lo más evidente en cuanto a los términos del debate acerca del desarrollo internacional es el país que encabeza la clasificación: Singapur. El mismo mes que el Banco Mundial reveló "Haciendo Negocios", este país era denunciado en la prensa internacional debido a sus políticas represivas. A mediados de septiembre, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional realizaron sus reuniones ministeriales en Singapur. Como forma de evitar las protestas democráticas, el gobierno negó a los críticos el derecho a realizar una contra cumbre o a manifestarse públicamente. También proscribió a varias docenas de representantes de prominentes organizaciones no gubernamentales