De la indignación a la transformación

En abril de este año las imágenes de niños y niñas llorando mientras son separados de sus padres provocaron indignación en todo el país, y en el mundo entero. El Presidente Donald Trump, el Ideólogo Stephen Miller, la Operadora Kirstjen Nielsen y el Justificador Jeff Sessions lanzaron la política de “cero tolerancia” –aparentemente de no tolerar el vínculo madre-hijo entre la población latina– y comenzaron a separar a niños migrantes de sus padres en la frontera entre los Estados Unidos y México.

Casi todo el mundo recuerda algún incidente de separación ocurrida durante la infancia, generalmente efímera y en un ambiente seguro, que todavía nos desata una sensación de pánico. Son eventos que traumatizan de por vida. 

Imagine una niña que desde su país natal ya ha vivido la pérdida de las condiciones mínimas de seguridad, que ha visto de cerca la violencia, que ha intentado dormir en trenes de carga patrullados por pandillas, que ha sufrido hambre y sed mientras atravesaba ríos y desiertos sosteniendo la mano de su madre como su único referente de protección.

Entonces le quitan a su madre, y está sola en un mundo donde no tiene aliados, no tiene pistas para orientarse, nada le resulta familiar. En los Estados Unidos de América, miles de menores de edad enfrentan esta situación pavorosa, no como resultado de fallas en las políticas públicas, sino como objetivo de dichas políticas. No por horas o días, sino por meses, con frecuencia sin un final evidente.

Trump y su equipo han admitido que aplicaron la política de separación de familias para dar a los inmigrantes una lección. La medida no tiene nada que ver con mejorar la seguridad o el nivel de vida en EE.UU. Se usa deliberadamente como disuasivo –separar a los niños de sus padres para desalentar a las familias de salir de Centroamérica rumbo a los Estados Unidos. A pesar de que Trump anuló la orden de separación familiar el 20 de junio, muchos niños siguen separados de sus padres, ya sea porque el gobierno EEUU no ha podido reunificarlos o porque sus padres fueron deportados sin ellos.

La separación familiar es inhumana y además no funciona, ni siquiera para disuadir. Un nuevo estudio muestra que la “tolerancia cero” fracasó en su supuesto objetivo de reducir del número de inmigrantes. El Centro para el Progreso Americano analizó datos desde el 2014 y encontró que ni la separación familiar ni la detención familiar funcionan como método para frenar los flujos migratorios que buscan llegar a los Estados Unidos. En el Programa de las Américas hemos documentado los casos de decenas de migrantes centroamericanos cruzando México para llegar a los Estados Unidos, y sus razones coinciden –están huyendo de la una realidad peor de la que encuentran en el camino. Muchos de ellos tienen argumentos contundentes para pedir asilo por amenazas de muerte, violencia y persecución, y todos y todas tienen el derecho a una vida segura y digna.

Si la separación o la detención no funcionan para reducir la inmigración, ¿cuál es el verdadero objetivo republicano? Básicamente, para movilizar a su base a través del odio al “otro” y ganar elecciones. Utilizar infantes para subir en las encuestas es algo que incluso Ivanka Trump llamó “un punto bajo” en el gobierno de su padre. 

Varias celebridades comenzaron una campaña de Twitter pidiendo a la hija del presidente—que tiene la imagen de ser el miembro de la familia aún con la capacidad de sentir empatía, aunque de esto no existen evidencias públicas–que interviniera a favor de los niños. Un tweet de la actor Amy Schumer señala que la crisis continúa, con 572 niños aún separados de sus padres, una muerta tras su separación y detención, y 400 padres deportados sin sus hijos. También destaca que la niñez migrante está siendo abusada física y sexualmente y drogados bajo custodia.

El tweet exige la renuncia de la Secretaria de Seguridad Nacional Kirstjen Nielsen. 

No hay duda de que Nielsen debería ser removida de su cargo por aplicar la política “cero tolerancia”, pero ¿es realmente la solución que necesitamos ante políticas brutales que atacan a los más débiles y vulnerables del planeta? Nielsen entró como la mano derecha del General John Kelly, y cuando se vaya –y espero que sí se vaya– hay muchos más como ella dispuestos a destrozar familias o peor,  si en afán de avnazar sus carreras o porque tienen un compromiso personal a la visión de supremacía blanca, o las dos cosas. La renuncia de Nielsen podría ser satisfactoria, pero no garantizaría ningún cambio en la estrategia anti-immigrante de este gobierno. 

Entonces, ¿qué hay que hacer para cambiar? Los supremacistas blancos están desesperados por revertir la tendencia histórica que inevitablemente convertirá a los Estados Unidos en una población no-Europea. No les importan las investigaciones que demuestran que los inmigrantes sostienen la economía de su país. Consideran que nuestra historia nacional e incluso la historia de sus propias familias son experiencias irrelevantes. Y definitivamente no les importa un carajo el llanto de los niños.

Incluso hay razones para creer que la indignación causada por la política pública, seguida por la orden de anulación como un supuesta muestra de sensibilidad, es un clásico ejemplo del modo de hacer negocios de Trump; “dos pasos adelante, un paso atrás” — haz una oferta extrema como finta para retirarla, y lograr que su oponente acepte lo que realmente querías desde el principio.

El texto de la orden ejecutiva para anular la política de separación familiar después de protestas masivas muestra lo que verdaderamente quiere Trump en el tema de refugiados e inmigración. Quiere expandir la detención, incluso familiar. Para lograrlo, se pretende eliminar el Acuerdo de Flores que establece que la niñas y niños migrantes no pueden ser detenidos más de máximo 20 días. También autoriza usar bases militares y otras instancias públicas para la detención de migrantes, e instituir procedimientos para deportación exprés.  

Aumentar las detenciones sirve a Trump en el doble propósito de canalizar dinero público directo a los bolsillos de las empresas de cárceles privadas que apoyaron la campaña de Trump, y difundir el mensaje de que todos los migrantes son criminales y merecen ser tratados como tales.

Otra parte del plan obligaría a México a frenar los flujos de migrantes antes de que alcanzaran la frontera con los Estados Unidos. El gobierno de México denunció la práctica de la separación familiar, pero ahora parece vacilar frente la demanda de Estados Unidos de reprimir a los migrantes centroamericanos en su propio país. El gobierno saliente de Enrique Peña Nieto, según los informes, podría aceptar un acuerdo de “tercer país seguro” que requeriría que todos los refugiados centroamericanos que pasan primero por México pidieran asilo en México y no en Estados Unidos. Establece que si alguien está escapando de persecución o violencia de su país natal deben pedir asilo en el primer país seguro al que ingresen. Ahora hay rumores de que Peña aceptará este trato a cambio de recursos adicionales en el marco de la Inicitativa Mérida y el avance en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

El acuerdo abre un escenario de violación masiva de derechos humanos de los migrantes y refugiados y caos en México. El Comando Sur ya dirige gran parte de las operaciones militares y policiacas de la frontera sur entre México y Guatemala, donde los migrantes son atacados constantemente. También sería un paso gigante hacia la agenda supremacista blanca de los Estados Unidos. Al cerrar los canales legales establecidos en el marco internacional para la solicitud de asilo en los Estados Unidos, la migración se vuelve aún más a vías no autorizadas, la criminalización incrementa y el ciclo de violencia y abusos a los derechos humanos se intensifica.

Trump tuiteó su verdadera agenda migratoria el 15 de junio, días antes de la orden ejecutiva de anulación de la separación familiar. “Los demócratas están forzando la destrucción de familias en la frontera con su cruel y horrible agenda legislativa. Cualquier legislación migratoria DEBE TENER finaciamiento pleno para el muro, terminar con capturar y soltar, y la lotería de visas y la migración en cadena, y debe establecer la inmigración basada en méritos. ¡Vamos! ¡GANEMOS!

Ahí está su verdadera posición –el muro, la detención masiva, la restricción de otros programas para obtener visas y cerrando la posibilidad de familiares de reunirse con sus parientes en EEUU. Su sistema de inmigración basada en méritos, como es definida en la legislación propuesta por los republicanos, reduciría a la mitad la inmigración legal en la década siguiente y forma parte crítica de la agenda “Make America White Again”, de blanquear a los Estados Unidos.

A pesar de las protestas y la indignación, Trump ha ganado terreno en su verdadera agenda migratoria. El único freno efectivo al plan de quitar las garantías legales a las personas migrantes han sido las cortes.  En las últimas semanas, han dictaminado en contra de la decisión del gobierno de Trump  de eliminar DACA (por segunda vez), y dieron entrada a la demanda contra el plan de exigir pruebas de ciudadanía en el censo. Actualmente las cortes están viendo la petición de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) para la reunificación e información en los casos de separación de familias.  En la audiencia sobre la demanda, los representantes del gobierno de Trump insistieron que las mismas organizaciones demandantes de la sociedad civil deberían buscar a los niños y padres que el gobierno no puede localizar, diciendo “Los representantes de los demandantes deberían utilizar sus amplios recursos y su red” para encontrar la gente que ellos no registraron.

Las expresiones de indignación en contra de la separación de familias podrían ser contraproducentes si el resultado es que lo totalmente inaceptable (la separación de familias) se convirtiera en la aceptación de lo menos pero aún inaceptable (la detención de inmigrantes y la denegación de asilo para refugiados). Trump es un experto en recalibrar nuestra brújula moral. Comete actos extremadamente ofensivos que confunden a la brújula social, y después esperar a que se volviera a marcar –un par de grados más cerca de la maldad.

Para evitar que eso vuelva a suceder, tenemos que mantenernos orientados. Los niños no deben ser separados de sus padres, y las familias no deben ser detenidas en cárceles por buscar un lugar seguro para criar a sus hijos.

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