La fiesta dominguera en el puerto de Acapulco aún no terminaba cuando se desató una balacera que recorrió la costera Miguel Alemán desde Caleta hasta el Farallón. El ulular de las patrullas y el tronido de armas de alto calibre trocaron el paseo nocturno de los turistas en un campo de guerra entre las fuerzas de seguridad y grupos civiles.
Los centros comerciales y restaurantes jugaron el papel de trincheras para los asustados transeúntes o comensales que se encontraban en la principal vía del que fuera el Paraíso del América.
La Policía Federal, dependiente de la Comisión Nacional de Seguridad, informó después de tres horas de los hechos, que la noche de este domingo, hombres armados dispararon en contra de dos instalaciones ocupadas por la Policía Federal en el municipio de Acapulco de Juárez, en el que reportaron el fallecimiento de un supuesto agresor.
“La policía alrededor de las 21:40 horas, frente al Hotel Alba Suites, ubicado sobre la calle Gran Vía Tropical, de la colonia Las Playas, el cual es ocupado por elementos de la Policía Federal, se aproximaron varios sujetos con armas de fuego quienes fueron inmediatamente ubicados por el personal de guardia”, informó la PF en un comunicado a la 01:15 de la madrugada.
Después del ataque inició la persecución sobre la Costera Miguel Alemán, desde el hotel Alba Suites donde se hospedaban elementos de la Gendarmería; al mismo tiempo fue atacada la fachada del centro comercial Costera 125, donde la Policía Federal tiene su oficina. La balacera ocurrió después de que el gobernador, Héctor Astudillo, dijo que los negocios suspenden sus actividades porque no ofrecen un “buen servicio” y no por situaciones de inseguridad, problema que atribuyó al gobierno anterior por no haber atendido los conflictos en la entidad.
A pesar que al menos 420 negocios en el puerto están en riesgo de quiebra, afirmó que esto no es ni cinco por ciento de los comercios que se mantienen estables. Ese día, el gobernador del “orden y paz” afirmó que la delincuencia vinculada al crimen organizado no ha afectado la actividad turística en la entidad, y minimizó el cierre de negocios por extorsiones, ante lo cual dijo que ese problema no debe magnificarse.
Los primeros reportes de la balacera la noche del domingo fueron los del ataque en Caleta. Los hombres armados huyeron por la Costera, hasta la glorieta de La Diana, y de allí se desviaron por la avenida Farallón. Después se oyeron disparos en la colonia La Garita, donde el 27 de enero de 2006 se registró una de las peores balaceras en la historia de Acapulco.
Ese día, hace poco más de diez años, la violencia se apoderó de Acapulco y empezó el declive de la Perla del Pacífico. Cuatro sicarios con insignias de la Agencia Federal de Investigación (AFI) murieron, y cuatro policías municipales y tres transeúntes resultaron heridos en el enfrentamiento.
De ahí, la psicosis se volvió cotidiana para los acapulqueños. Cuando no es en la zona turística, es en las colonias populares, pero a diario hay muertos, sobre todo en las colonias populares Zapata, Alta Sinaí, La Frontera, La Parota, Jardín Azteca, Jardín Mango, Coloso…
Así fue la fiesta del domingo que terminó antes de los acostumbrado. Los comercios, antros y bares de la Costera cerraron tras la primera balacera, a las 9:40, que en cosa de minutos aumentó a más de diez en distintas partes del puerto, hasta después de la 1:00 de la mañana.
El colorido que antaño le daban las carretas adornadas con flores y tiradas por caballos y las luces de neón de los antros a esa avenida cosmopolita, se convirtió en ruidos estruendosos de las camionetas de la Marina, el Ejército y las policías federal, estatal y municipal que disparaban sin ningún protocolo para proteger a la población civil.
Muy lejos quedó el destrampe surgido de la mezcla de los ritmos tropicales, como la cumbia, y el sol y la arena de la glamurosa Bahía de Santa Lucía, a partir de que los militares llegaron a la Costera, para replegar a los cárteles que se disputan la plaza. En lugar del ritmo plañidero del Amor Eterno de Juan Gabriel, causante del más triste recuerdo de Acapulco, ahora se oyen los silbidos de las balas y ráfagas eternas, los gritos lejanos y las palabras altisonantes de los militares cuando se dirigen a los civiles.
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En los años ochenta, el grupo regional La luz verde de Acapulco le cantaba a las playas de lo que años atrás era el paraíso para los extranjeros. Una de las rolas que ellos inmortalizaron en los cabarets decía: “Vamos a Acapulco a gozar la vida/ Vamos a Acapulco a gozar la vida/ me voy a la playa con mi consentida/ allá en Caletilla tengo una güerita”… mientras los paisanos llegados de otras regiones se contoneaban bailando en los brazos de una morena.
Así transcurrían las noches en cantinas y centros nocturnos en los años setenta y ochenta, cuando campesinos que venían al puerto a trabajar de obreros de la construcción se iban a beber a la zona de tolerancia, “la zona roja”, mientras los turistas nacionales e internacionales se hospedaban en los hoteles de lujo. Esa tranquilidad dio confianza a los vacacionistas para tomar la playa cada periodo vacacional y disfrutar el sol y la arena, hasta finales de los noventa, cuando Televisa traía artistas a Playa Tamarindos y al Centro de Convenciones a presentar sus nuevas rolas en el llamado Festival Acapulco, que pronto dejó de existir.
En esos escenarios se le cantaba a Acapulco: “Obscura soledad estoy viviendo yo/ la misma soledad de tu sepulcro, mamá/ y es que tú eres, es que tú eres/ el amor de cual yo tengo/ el más triste recuerdo de Acapulco…”. El más triste recuerdo de Acapulco se alojó en esos acapulqueños que migraron a otros estados del país para ponerse a salvo. Y es que en Acapulco pasa de todo: balaceras, extorsiones, militarización y muertos a plena luz del día.
Desde que policías municipales le marcaron el alto a la camioneta Liberty en que viajaban los hombres armados el 27 de enero de 2006, cerca de la colonia La Garita, el paraíso sufrió una metamorfosis apocalíptica y se convirtió en un verdadero infierno. Meses después de esa balacera aparecieron las cabezas de un comandante y un oficial de la Policía Preventiva Municipal (PPM) de Acapulco, que fueron levantados. Las cabezas estaban clavadas en una reja metálica de la coordinación administrativa Costa Chica y Costa Grande de la Secretaría de Finanzas del gobierno de Guerrero, con el mensaje “Para que aprendan a respetar”.
Las balaceras siguieron días, meses, años después y fue creciendo en espiral hasta perder la noción del tiempo por tantos muertos que han caído. Diario la prensa local da a conocer de muertos. No hay día en que no amanezca con varios asesinatos. cuando las fuerzas militares replegaron la violencia de la costera hacia la periferia. Las balaceras se hicieron costumbre, el pánico pasó a la normalidad, los muertos se convirtieron en algo común cuando las fuerzas militares replegaron la violencia de la costera hacia la periferia.
Los balazos primero fueron en la costera, sobre todo en los barrios históricos, hasta 2008. Pero después de que Manuel Añorve Baños ganó la presidencia municipal, en un operativo conjunto con la policía federal, replegaron las balaceras a las colonias populares. Así fue como los negocios que el gobernador acusa de prestar “malos servicios” y centros comerciales como Galerías Acapulco, conocida como La Gran Plaza, cerraron sus instalaciones debido a la violencia. La noche del domingo 24, el restaurante VIPS de la Gran Plaza sirvió de refugio para los comensales y transeúntes, lo mismo que otros negocios como las salas de Cinépolis y los Oxxo.
Mientras tanto, una persona fue asesinada en la Costera Miguel Alemán en el carril Zócalo-Caleta, afuera de la Pozolería Cleta, frente a la cancha de la CROM, muerto que pasará en olvido porque el gobernador dijo que en Acapulco sólo hubo un muerto.
Mientras la gente se resguardaba en los centros comerciales, la PF a través de su cuenta oficial de Twitter minimizó el hecho al informar a las 23:10 horas: “En #Acapulco se reporta un incidente que deja como saldo un presunto delincuente abatido. Situación controlada y sin peligro para ciudadanía”.
Fotos: Carlos Alberto Carvajal