De maneras importantes, la historia de México y Canadá difiere de la saga de Estados Unidos y México. Por décadas, miles de los llamados "snowbirds", o "pájaros invernales" canadienses han pasado el invierno en los destinos tropicales mexicanos, contribuyendo así a la economía turística. En el Acapulco funky el dialecto quebecois francés es el segundo idioma que se escucha en las calles durante los meses de invierno. Registrando un salto del 20% con respecto a las cifras de 2007, más de 1,400,000 canadienses visitaron México el año pasado.
A su vez, alrededor de 270,000 mexicanos visitaron Canadá en 2008. Además de los turistas, los mexicanos que ingresaron a Canadá incluyeron 17,000 trabajadores agrícolas estacionales, 4,000 trabajadores temporales y 3,000 estudiantes de acuerdo con cifras proporcionadas por el Ministerio de Ciudadanía e Inmigración de Canadá (CIC). En 2006, el censo canadiense reportó 61,505 personas de origen mexicano residentes en Canadá.
Filas largas fuera de la emabajada de Canadá en la Ciudad de México después del anuncio del requisito de visas. Foto: La Jornada. |
Hasta hace muy poco, los mexicanos viajaban a Canadá exentos del tipo de requisitos necesarios para visitar Estados Unidos. Pero el mundo cambió el pasado 13 de julio al anunciar el gobierno canadiense que en un plazo de 48 horas los mexicanos requerirían visa para ingresar al estado libre asociado. Desde luego, un anuncio al parecer tan inesperado pronto condujo a escenas de caos fuera de la Embajada de Canadá en la Ciudad de México.
Según una declaración del CIC, la decisión de Canadá fue espoleada por una inundación de falsas solicitudes de asilo político, las cuales se triplicaron a 9,400 en el período de 2005 a 2008.
"Tan sólo el volumen de estas solicitudes está minando nuestra capacidad para ayudar a personas que realmente huyen de persecución", dijo el Ministro de Inmigración y Multiculturalismo, Jason Kenney.
A decir de la oficina de Kenney, México era el país número uno en peticiones de asilo para refugiados, totalizando el 25% de todas las solicitudes recibidas.
Y en 2009 las solicitudes de asilo político de ciudadanos mexicanos ya rebasaban la cifra récord de 2008, explicó más tarde Kenney a la revista McLean’s.
Funcionarios federales mexicanos se mostraron sorprendidos por el requerimiento de visa, pero un artículo que publicó después el diario La Jornada de la Ciudad de México sostuvo que el gobierno de Calderón ya estaba enterado de un inminente cambio en la política canadiense e intentó cabildear sin éxito en Ottawa para que éste no se aplicara.
Kelly Fraser, vocera de CIC, declaró que Canadá calibra el perfil de un país para resolver si le impone o no el requisito del visado. Los criterios de estudio incluyen factores socioeconómicos, aspectos migratorios, documentos de viaje, temas de seguridad y vigilancia, administración fronteriza, derechos humanos y relaciones bilaterales.
"México no satisface todos los criterios para la exención de visa", declaró Fraser en un correo electrónico. "Evaluaremos estos criterios para tomar cualquier decisión respecto del visado en el futuro."
En los últimos cuatro años, agregó Fraser en otro mensaje, Canadá ha constatado un incremento de violaciones migratorias por ciudadanos mexicanos, tales como no llevar los documentos de viaje correctos y exceder el tiempo de visita permitido.
"Los países exentos de este requisito saben que si no satisfacen las condiciones para la exención canadiense, se les puede volver a imponer el visado," comentó Fraser.
La condena al requisito del visado crepitó por todo México. El gobierno de Calderón impuso una medida similar a los diplomáticos y funcionarios canadienses, pero no llegó a exigir visas a todos los canadienses en consideración al turismo.
Promulgada por el gobierno conservador del Primer Ministro Stephen Harper, la política del visado fue controvertida por importantes actores políticos canadienses. El gobierno de la provincia de Quebec, por ejemplo, criticó la nueva norma como una afrenta a un socio del TLCAN. El opositor Nuevo Partido Demócrata también atacó la política.
"Los mexicanos gastan anualmente más de 300 millones de dólares en Canadá, y pese a ello el gobierno escogió la temporada turística alta para imponer nuevas reglas a los visitantes mexicanos," declaró el vocero del Nuevo Partido Demócrata Brian Masse.
En la Cumbre de Líderes de América del Norte celebrada este mes, el Presidente Mexicano Felipe Calderón reconoció que el visado había perturbado las relaciones entre su país y Canadá, pero añadió que el episodio no impactaría a relaciones (económicas) más amplias. Calderón expresó su confianza en que un comité bilateral creado para examinar el asunto del visado encontraría una solución de largo plazo. Por ahora, Ottawa sigue firme en su posición.
Si bien muchos observadores convinieron en que inmigrantes por motivos económicos, de México y de otros países, recurrían a argumentos políticos falsos para obtener la residencia en Canadá y contribuían a atascar un sistema migratorio canadiense ya sobrecargado, persiste el hecho de que la Junta de Inmigración y Refugiados de Canadá (JIR, o IRB en inglés) aceptó el año pasado casi 1,000 solicitudes de asilo político de un país democrático supuestamente estable. Homosexuales que huían de la homofobia, activistas amenazados en Oaxaca y veteranos de la huelga estudiantil de 1999 se cuentan entre los mexicanos que han hallado refugio en Canadá. Está emergiendo un nuevo grupo de refugiados de las regiones de México desgarradas por la violencia del narcotráfico.
A los defensores de refugiados e inmigrantes les preocupa que las nuevas políticas canadienses puedan violar la constitución de Canadá así como tratados internacionales. "[Esto] parece ser una estrategia para bloquear tanto como sea posible el acceso al sistema de determinación de refugiados," fue como citó la revista McLean’s a Janet Dench, del Consejo para los Refugiados.
Buque sobre aguas revueltas
La de la visa es la última sacudida que mueve el barco de las relaciones entre Canadá y México en los últimos tres años A principios de 2007, tras los asesinatos de tres turistas canadienses y el enjuiciamiento, ajeno a lo anterior, pero controvertido, de la canadiense Brenda Martin, acusada de participar en un fraude organizado con base en México, se oyeron en Canadá llamados a boicotear turísticamente al país. Ese mismo año, Mauricio Guerrero, vocero de la Embajada Mexicana en Canadá, fue citado en la prensa mexicana denunciando el maltrato a ciudadanos mexicanos deportados de Canadá, cuyo número creció bruscamente luego de 2003 hasta alcanzar 11,000 en el período de 2004 a 2007.
Alegando que a los deportados mexicanos se les esposaba y en ocasiones se les privaba de asistencia médica, Guerrero dijo que el gobierno mexicano había presentado quejas oficiales en Ottawa sobre un asunto "que podía afectar las relaciones entre los dos países."
Aprobados en otro tiempo sin gran ruido, los nombramientos diplomáticos se han vuelto motivo de polémica en la relación bilateral. Grupos de derechos humanos y feministas tanto en Canadá como en México protestaron contra la designación de Francisco Barrio como embajador en Canadá a principios de este año. Barrio era gobernador del estado de Chihuahua cuando comenzaron a salir a la luz pública los asesinatos en masa de mujeres jóvenes en 1993. El gobierno de Barrio fue ampliamente condenado por estropear, y aún dificultar, las investigaciones de los feminicidios e ignorar las recomendaciones que emitió en 1998 la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México.
La cuestión Inmigrantes/Trabajadores Huésped
Cada día más, un ingrediente esencial de la relación México-Canadá es el de la inmigración. Mientras los canadienses mayores se retiran al soleado México, mexicanos más jóvenes bregan por llegar al norte helado para ganarse la vida…legal o ilegalmente. La nueva migración mexicana se produce cuando Canadá se ha embarcado en un cambio de política migratoria, internamente polémico, alejándose de la promoción de la ciudadanía y la reunificación familiar para subrayar el empleo de trabajadores extranjeros temporales. La demanda de trabajadores huésped está en auge, atizada en parte por el desarrollo para la explotación de yacimientos petrolíferos arenosos en Alberta y los preparativos para la Olimpiada de Invierno de 2010 en Vancouver.
El Programa canadiense de Trabajadores Extranjeros Temporales tiene varios elementos, prácticamente todos ellos atractivos para los mexicanos. Desde 1974, Canadá ha permitido a trabajadores agrícolas mexicanos ingresar legalmente al país bajo el Programa Estacional de Trabajadores Agrícolas (PETA). Similar al antiguo Programa Bracero de contratación de mano de obra entre Estados Unidos y México, en éste se celebran contratos temporales entre trabajadores mexicanos y empleadores individuales.
Se espera que el programa –que el gobierno de Calderón llama un "pilar" de la relación entre México y Canadá—inscriba a otros 17,000 trabajadores en 2009, de acuerdo con el gobierno canadiense. Los obreros agrícolas mexicanos trabajarán este año en campos de tabaco, agronegocios, huertos frutales e invernaderos en casi todas las provincias de Canadá.
El PETA es sólo una corriente del programa de trabajadores extranjeros temporales de Canadá en expansión, que emplea anualmente cerca de 90,000 trabajadores de diferentes nacionalidades según cifras oficiales. Se planean nuevos programas para trabajadores mexicanos en las industrias turística y de la construcción.
En México, contratistas profesionales han abierto oficinas para colocar a ciudadanos mexicanos en empleos canadienses. Tomás Vásquez, socio de la oficina en Aguascalientes de la Canadian Immigration Technical Resource Network o CITRN (Red Técnica de Recursos para la Inmigración Canadiense) abierta hace un año, dijo en una entrevista que hay demanda de abogados, ingenieros mecánicos, enfermeros(as), paramédicos e ingenieros en computación. La empresa de Vásquez cobra a los solicitantes exitosos 3,000 dólares por los servicios de colocación. La oficina en Aguascalientes recibe entre 100 y 200 visitantes al mes y coloca con éxito a 20 solicitantes cada trimestre, comentó Vásquez, agregando que se proyecta abrir más oficinas de CITRN en otras ciudades mexicanas.
"Es un poco más fácil conseguir permisos en Canadá que en Estados Unidos si se hacen los trámites", dijo el reclutador Vásquez; según él, para tener éxito los solicitantes deben satisfacer varios prerrequisitos, como no antecedentes de deportaciones de Estados Unidos; no antecedentes penales; dominio básico del inglés o del francés, y experiencia profesional en su carrera. Típicamente, a los mexicanos se les paga la mitad del salario de los trabajadores nacidos en Canadá, añadió Vásquez.
No obstante el alboroto de la visa, Vásquez consideró que las tendencias demográficas de Canadá son favorables para la inmigración mexicana en el largo plazo. "Creo que puede alcanzar el mismo nivel de inmigración que en Estados Unidos", observó. "No hay mano de obra nativa en Canadá".
Como Estados Unidos, sin embargo, Canadá está procurando controlar estrictamente el flujo de mano de obra extranjera. La decisión del gobierno de Harper de exigir visas a ciudadanos mexicanos (y checos) este verano forma parte de una política más amplia dirigida no sólo a limitar solicitudes de refugiados sino asimismo a extender un estatus de temporal a los extranjeros que deseen residencia permanente en Canadá. El investigador canadiense Salimah Valiani averiguó que sólo 50% de los trabajadores que ingresaron a Canadá durante 2003 a 2005 mediante el Programa Interino de Residencia obtuvieron la residencia permanente hacia 2007 mediante el trámite más prolongado de otros requisitos.
Además, las trabajadoras domésticas principalmente filipinas se veían sujetas a menudo a abusos físicos, salariales y de otros tipos, comunes en los estados del Golfo [Pérsico] y Oriente Medio, afirmó Valiani. A las trabajadoras, aisladas, no se les permite sindicalizarse, y el cumplimiento oficial de normas laborales es raro, dice el investigador. En años recientes se han reportado abusos similares de trabajadores mexicanos hombres que ingresan por medio del PETA.
Concluyó Valiani: "La pregunta urgente para todos los habitantes de Canadá es: ¿queremos una sociedad que procure el pluralismo y el desarrollo orientado a la persona, o una sociedad en conflicto como la estadounidense, cada vez más dependiente del empleo de trabajadores migrantes aunado a una creciente xenofobia?"
En la cuestión de los refugiados, los conservadores canadienses se han opuesto por mucho tiempo a la llamada resolución Singh de la Suprema Corte que declaró que la Carta de Derechos del país es aplicable a todas las personas presentes en territorio Canadiense sea legalmente o no. Se da crédito a esta resolución por conducir a la creación de la relativamente independientemente Junta de Inmigración y Refugiados.
Unos cuantos días después de surgir las controversias del visado para mexicanos y checos, el gobierno de Harper emitió reglas adicionales que prohibieron a ciudadanos de varias naciones con graves conflictos solicitar el estatus de refugiados en Canadá si antes habían recurrido a Estados Unidos. Estos países incluyeron Haití, Afganistán, Irak, la República Democrática del Congo y Zimbabue. La nueva política canadiense también reabrió la posibilidad de deportaciones de personas de Burundi, Liberia y Ruanda.
A pesar de la reafirmación del Presidente de E.U. Barack Obama durante la Cumbre de Guadalajara de que el sistema estadounidense de inmigración no servía, el Ministro de Inmigración Kenney justificó las nuevas normas para refugiados sobre la base de que los solicitantes de países afectados ya habían tenido la oportunidad de pedir la condición de refugiados "en un país seguro y democrático."
La campaña canadiense contra los inmigrantes obedece a imperativos externos tanto como a internos. Aunque las políticas extranjeras de Canadá y E.U. históricamente se han mantenido muy cercanas, los críticos censuran al gobierno conservador por lo que consideran un nuevo extremo de subordinación a los intereses de E.U. desde el advenimiento de la Guerra contra el Terrorismo estadounidense, en donde Ottawa adopta el papel de sector norte de la Patrulla Fronteriza estadounidense.
Como el Primer Ministro Harper recalcó en Guadalajara este mes: "Ya lo he repetido: No existe una amenaza para Estados Unidos que no sea una amenaza para Canadá. Por eso es que Canadá ha respaldado a Estados Unidos, el tratado de libre comercio y muchos otros asuntos en los que hemos cooperado."
Es improbable que el gobierno de Calderón, prendado de los mercados libres y los inversionistas extranjeros, y constreñido por la dependencia económica, presione demasiado al gobierno de Canadá respecto de cuestiones de inmigración, económicas y ambientales. Pero dadas las incesantes contradicciones en la relación bilateral, muchos otros mexicanos, habituados desde hace mucho a contemplar el rostro amable del pájaro invernal canadiense, podrían comenzar a ver en él más que sólo una semejanza pasajera con el águila imperial y voraz que durante tanto tiempo ha dominado sobre la más inmediata frontera norte de México.