El escenario estaba dispuesto para una confrontación decisiva. Hugo Chávez y Barack Obama intercambiaron otra ronda de insultos antes de abordar cada quién su avión para dirigirse a Trinidad y Tobago. Muchos países asistieron preparados para una ofensiva fuerte y unánime para lograr la admisión de Cuba a la Organización de Estados Americanos (OEA) y exigir que se levantara el embargo estadounidense contra la isla. Cinco naciones miembros de la ALBA, la Alternativa Bolivariana para las Américas, se comprometieron a no firmar la declaración oficial de una OEA donde Cuba no sea miembro.
Algunos de los líderes que asistieron la quinta Cumbre de las Américas en Puerto de España, Trinidad y Tobago. Foto: AP/Brennan Linsley. |
Quienes esperaban ver sangre no sólo quedaron desilusionados sino desorientados, por lo que acaeció durante la reciente Quinta Cumbre de las Américas. Lo que ocurrió en la cumbre no fue exactamente una fiesta de amor fraterno, pero no pudo resultar más diferente de la cumbre anterior sostenida en 2005 en Mar del Plata.
En aquella cumbre, la estrategia de Bush cayó hecha añicos al dividirse las naciones sobre el tema de un tratado para un Área de Libre Comercio de las Américas. El fiasco promovido por Bush en Mar del Plata impulsó una era de esfuerzos más innovadores e independientes para el desarrollo nacional y regional de muchos países latinoamericanos. Pero también señaló el inicio de una estrategia del gobierno estadounidense para clavar una estaca en el corazón del continente. Washington recompensó a las naciones "buenas" que aceptaron el modelo neoliberal, con tratados bilaterales y ayuda—premio dudoso para cualquiera que no perteneciera a la élite nacional—y castigó a las naciones "malas" con represalias económicas y programas de "promoción de la democracia".
La Cumbre de Trinidad y Tobago finalizó con más sonrisas y palmaditas de espalda de lo que todos esperaban, aun considerando la respuesta positiva de la región a la elección de Obama. El presidente Obama introdujo un nuevo rostro y un nuevo mensaje a la reunión de los 34 jefes de estado.
El rostro de Obama le ganó titulares en la totalidad del continente, pero su mensaje, es lo que potencialmente marca un "antes" y un "después" en la política exterior de Estados Unidos… y no únicamente en lo que respecta a Latinoamérica.
El mensaje de Obama
Obama llegó contando con la buena voluntad generada por la derrota de la política de Bush. Los Latinoamericanos no esperaban un revolucionario deslumbrante, ni siquiera alguien que comprendiera completamente a sus naciones y sus políticas. Sí esperaban una nueva era de tolerancia y de diálogo antes que de imposición.
El nuevo presidente de E.U. comenzó reconociendo los obstáculos de desconfianza por superar. "Sé que en el pasado las promesas de asociación no se han cumplido, y que la confianza debe ganarse al paso del tiempo", dijo. "Si bien Estados Unidos han hecho mucho para promover la paz y la prosperidad en el hemisferio, en ocasiones nos hemos desentendido de ello y en otras hemos buscado dictar nuestras condiciones. Pero yo les aseguro que buscamos una sociedad de iguales", agregó. "No hay socio principal ni socios minoritarios en nuestras relaciones; existe simplemente el entendimiento basado en el respeto mutuo, intereses comunes y valores compartidos."
Esto por sí solo es un cambio radical respecto a las pretensiones de la época de Bush de imponer su poderío bélico y económico en lo que consideraba su patio trasero. El discurso se hace eco del de la Política del Buen Vecino de Franklin D. Roosevelt, un símil que no pasó desapercibido para las naciones que todavía recuerdan cuando la política de E.U. cambió positivamente.
Obama pasó a relacionar una serie de nuevas orientaciones para las políticas de Estados Unidos en la región.
Sobre la crisis económica, declaró: "Reconocemos que tenemos una responsabilidad especial como uno de los centros financieros del mundo, de colaborar con socios en todo el mundo para reformar un sistema regulatorio fracasado, de tal modo que podamos impedir que las clases de abusos financieros que condujeron a la crisis actual jamás vuelvan a ocurrir, y lograr una expansión económica no sólo en Estados Unidos, sino en todo el hemisferio, no construida sobre burbujas, sino sobre el crecimiento económico sustentable."
Hubo algunos mensajes nuevos sobre seguridad. Aunque el presidente ratificó el fracasado modelo de "guerra contra las drogas" en México, también reconoció la importancia de que "…no sólo en nuestras interacciones aquí en el hemisferio sino en el mundo entero, reconocemos que nuestro poder militar es tan sólo un aspecto de nuestro poder, y que tenemos que usar nuestra diplomacia y nuestra ayuda para el desarrollo de maneras más inteligentes para que las personas puedan apreciar mejoras muy prácticas y concretas en las vidas de la gente ordinaria, a resultas de la política exterior de Estados Unidos." Los medios de comunicación mexicanos habían "filtrado" que Obama presentaría una medida de seguridad que cubriría todo el hemisferio, mas en cambio el presidente se comprometió a concentrarse en reducir la demanda de drogas y el tráfico de armas en Estados Unidos.
Al inquirírsele cómo describiría la "doctrina Obama", el presidente reconoció el estatus especial de Estados Unidos, pero declaró que los problemas mundiales no los puede solucionar un solo país. Prometió escuchar, e impresionó a los dirigentes en la cumbre haciendo precisamente eso. Si bien defendió los intereses de E.U., resaltó que "otros países tienen también buenas ideas, y queremos oírlas."
Y aquí estuvo dispuesto a arriesgarse al precio político en su propio país, al mostrarse amistoso con el presidente venezolano Hugo Chávez. En la ceremonia inaugural, Obama cruzó el salón para el histórico apretón de manos, acto que llenó de sobresalto a la derecha. Al preguntársele sobre ello en la rueda de prensa, él respondió: "Venezuela es un país con un presupuesto de 1/600° del de Estados Unidos. Es dueña de Citgo. Es improbable que a consecuencia de un apretón de manos o una conversación cortés con el Sr. Chávez estemos poniendo en peligro los intereses estratégicos de Estados Unidos. Cuán lejos está lo anterior de la satanización de Chávez por la administración Bush.
Obama también pronunció que Estados Unidos debe poner el ejemplo "practicando lo que predicamos y si ocasionalmente confesamos habernos desviado de nuestros valores e ideales, ello nos fortalece; ello nos permite hablar con mayor fuerza y claridad moral en torno a estos temas."
Palabras y hechos
El presidente Obama venía de una visita breve a México, donde ratificó las políticas comerciales y de seguridad defendidas por la administración Bush y repudiadas por casi todas las naciones del hemisferio. Estando ahí, reiteró su apoyo al modelo de libre comercio y al del combate militarizado al narcotráfico comprendido en la Iniciativa Mérida. Los pronunciamientos vagos y los actos publicitarios de disimulo de fallas en México parecían indicar más de lo mismo.
No obstante, su aparición en la Cumbre desvaneció los temores de que no ocurriría nada nuevo; pero la yuxtaposición de lo antiguo y lo nuevo deja interrogantes que sólo se verán contestadas por hechos.
Obama ofreció algunos hechos para respaldar sus dichos. Al comprometerse a combatir la desigualdad y crear prosperidad de abajo hacia arriba, se refirió a su petición al Congreso de 448 millones de dólares para asistencia inmediata a las naciones golpeadas por la crisis.
Asimismo anunció un nuevo Fondo Microfinanciero para el Crecimiento en el hemisferio, aclarando "esto no es caridad", y un compromiso de aumentar los créditos del Banco Interamericano de Desarrollo y estudiar las necesidades de recapitalización. Durante la conferencia de prensa reconoció la necesidad de crear "un conjunto de instituciones financieras internacionales que aporten flexibilidad adicional y den más voz y voto a los países en desarrollo."
Cuando el presidente boliviano Evo Morales lo confrontó respecto al plan urdido para asesinarlo, Obama respondió firmemente que su administración no estaba implicada y declaró su oposición a todas las formas de deposición violenta. "Específicamente en el caso de Bolivia, quiero dejar absolutamente claro que me opongo absolutamente y condeno cualesquiera esfuerzos encaminados al derrocamiento violento de gobiernos electos democráticamente", declaró.
El juego de la carta cubana
Cuba, el único país ausente desde su expulsión de la OEA, ocupó un primerísimo lugar en la Cumbre. Las naciones de la ALBA—Bolivia, Cuba, República Dominicana, Honduras, Nicaragua y Venezuela—se reunieron antes de la Cumbre y anunciaron que no firmarían la declaración final de ésta porque "excluye injustificadamente a Cuba, sin hacer mención al consenso general que existe en la región para condenar el bloqueo y los intentos de aislamiento de los cuales su pueblo y su gobierno han sido incesantemente objeto, de manera criminal."
Desde la elección de Obama, los dirigentes de la región declararon que la readmisión de Cuba y la terminación del bloqueo serían las normas por las cuales se mediría el "cambio". Los oradores en la Cumbre, entre ellos Daniel Ortega de Nicaragua y Cristina Fernández de Kirchner de Argentina, reiteraron la demanda.
La administración Obama jugó su carta cubana antes de la cumbre, anunciando el levantamiento de restricciones a los viajes de familiares y al envío de remesas a la isla. El gesto de Obama fue ofrecido a Latinoamérica como una rama de olivo. "El resquicio que Obama abrió en la puerta hacia una nueva relación con Cuba se sintió más bien como si hubiese abierto las compuertas de una presa", comentó el diarioNew York Times. "Por primera vez, dijeron algunos diplomáticos, la pregunta era cuándo—y no sí—se daría el siguiente paso…"
En la conferencia de la ALBA previa a la cumbre, Raúl Castro respondió a las tentativas de la administración Obama con estas palabras: "Hemos dicho al gobierno norteamericano, en privado y en público, que estamos dispuestos, donde ellos quieran, a discutir todo—derechos humanos, libertad de prensa, presos políticos—todo, todo, todo lo que ellos quieran discutir."
Con todo, ambas partes aún se guardan sus fichas para la negociación. En la conferencia de prensa, el Presidente Obama llamó a Cuba a dar pasos específicos para el avance en las relaciones. "Podrían liberar prisioneros políticos. Podrían reducir las cuotas cobradas sobre las remesas para corresponder a las políticas que hemos implantado para permitir que las familias cubanoamericanas envíen remesas."
Wayne Smith, del Centro de Políticas Internacionales, ex diplomático y a lo largo de su vida analista de las relaciones entre Estados Unidos y la isla, comentó que a Obama, de hecho, puede habérsele pasado la mano en la baza cubana. Advirtió que aunque la medida de eliminar restricciones a las remesas se consideraría positivo, poner condiciones a Cuba no lo sería. En efecto, el 21 de abril Fidel Castro sostuvo que es Estados Unidos—y no Cuba—quien debe dar los pasos hacia la distensión de las relaciones.
Todo depende de lo que se haga a continuación. Smith señala que ninguna oficina de intereses de las partes han comenzado a poner en práctica los cambios recientes en la política para Cuba. Si Obama en verdad busca reformar políticas fracasadas.y no sólo impresionar con su generosidad para ganarse la buena voluntad de otros países latinoamericanos, Estados Unidos debe actuar en sus tres ramas de gobierno para poner sus políticas en armonía con el derecho internacional y el consenso de la OEA. Los gestos simbólicos pueden funcionar en una cumbre, mas no en una relación a largo plazo.
Signos de alerta: México y Colombia
La visita de Obama a México constituyó un mensaje de que los aliados militares derechistas de E.U. continuarán siendo precisamente eso, aun con buenas relaciones renovadas con el resto de América Latina. El pluralismo está muy bien, pero la base de la relación con los gobiernos derechistas de México y Colombia plantea una amenaza a la estrategia ya expresada de no intervención. Bajo el Plan Colombia y el Plan México, las agencias bélicas y de inteligencia de Estados Unidos han establecido un nivel de intervención y de influencia en asuntos de soberanía que contradice la promesa de "sociedad en pie de igualdad" que Obama manifestó en la Cumbre.
Estas dos naciones reciben también la parte del león de la ayuda de E.U., casi toda ella militar. Además, el gobierno de E.U., por tradición, ha pasado por alto graves violaciones de derechos humanos en estos países a fin de preservar sus alianzas particulares, en tanto que castiga con severidad las violaciones que percibe en países menos alineados ideológicamente. Para ser congruentes con la "nueva era" anunciada en la Cumbre, la ayuda y las alianzas deben basarse en criterios transparentes y equitativos.
Durante la Cumbre, el Representante Comercial de E.U. Ron Kirk se entrevistó con el presidente colombiano Álvaro Uribe para discutir el propuesto Acuerdo de Libre Comercio (ALC) entre ambas naciones. El presidente ha objetado a dicho acuerdo con base en el historial colombiano de asesinatos de dirigentes sindicales. Aceptar un ALC con Colombia violaría el compromiso tanto con los derechos humanos en el hemisferio como con el "desarrollo de abajo hacia arriba" que apoyan miles de colombianos indígenas y pobres que están en contra del acuerdo.
La administración Obama podría construir relaciones sólidas y auténticamente benéficas con ambos países pese al respaldo que dieron sus presidentes al oponente de Obama en las elecciones. Sería un acto que todas las naciones, y sobre todo los pueblos de ambos países, recibirían gustosos. Pero el fundamento de tales relaciones necesitaría cambiar para ser congruente con los valores que el presidente Obama expresó en la Cumbre. Que ello suceda o no, depende del siguiente paso que dé la administración, pero también de la movilización de los grupos de la sociedad civil en ambas naciones.
Tomarle la palabra al presidente Obama
Entre los progresistas estadounidenses hay muchos escépticos que arguyen que todo esto es retórica vacía.
Aquí tal vez, tengamos algo que aprender de la derecha. Cuando George W. Bush anunció su nueva doctrina de seguridad nacional, ¿quién, entre los neoconservadores y promotores de la guerra, se quejó de que la misma era mero fingimiento, que el entonces presidente Bush nunca llevaría a cabo el plan para proyectar a Estados Unidos como hegemonía global, defendiendo el uso de la acción unilateral, del ataque previo, de la tortura y todo lo demás que ella implicara? Habría sido como dispararse al propio pie. En cambio, al proporcionar al presidente documentos meticulosamente pensados y organizar a la opinión pública, convirtieron a un presidente que asumió sus funciones declarando que Estados Unidos desempeñaría un papel más modesto en la escena internacional en el descarado campeón del imperio planetario.
Las fuerzas progresistas están lejos de ser el grupo compacto de intereses poderososo y élites económicas que crearon la desastrosa era de Bush. Y huelga decir que ninguna persona de principios defendería el uso de las mentiras y la manipulación de la tragedia que se emplearon en la venta de la doctrina Bush.
Pero el punto medular es éste: con un presidente inmensamente popular, respaldado por la movilización de nuevos sectores de la población en todo el territorio del país, que están dispuestos a trabajar para el cambio, sería sensato comenzar por tomarle la palabra.
Las palabras de Barack Obama en la Cumbre de las Américas trazaron un nuevo derrotero para la política exterior estadounidense. Reflejaron, de muchas maneras, las direcciones que los progresistas han tratado de seguir desde hace años.
Los pasos siguientes
Si verdaderamente queremos ver a nuestro país avanzar en esas direcciones, como táctica organizativa adquiere mucho más sentido instar a continuar esos caminos que simplemente sentarse a especular sobre lo que hará la administración. Tomarle a Obama la palabra tampoco significa complacencia.
¿Qué significa, en la práctica, tomarle la palabra a Obama? Algunos pasajes de su discurso ilustran este punto. Cada ejemplo viene unido a una liga para la acción.
Desarrollo de la Base hacia Arriba: Los acuerdos de libre comercio no crean desarrollo de abajo hacia arriba. Por eso mismo es que los pobres se oponen a ellos de forma casi unánime, como se vio en las manifestaciones "minga" colombianas contra el ALC y en las elecciones mexicanas de 2006. Los ciudadanos estadounidenses debieran oponerse al ALC con Colombia basados no sólo en derechos laborales, sino también en que ofrece el tipo de desarrollo equivocado, especialmente en tiempos de crisis. El TLCAN debiera ser renegociado para crear una distribución más equitativa de la riqueza en México y realzar el valor de los derechos laborales, y debiera establecerse una moratoria en acuerdos de libre comercio en espera de una revisión exhaustiva del impacto y de las reformas que se introduzcan al modelo del TLCAN.
Reforma de las organizaciones financieras multilaterales: A medida que se recapitalice a estas instituciones como actores principales en el enfrentamiento de la crisis, debe reformárselas para evitar los errores del pasado. Corregir los problemas de representación tergiversada, imposición de condiciones y prioridades negativas en el otorgamiento de créditos constituirá una tarea formidable, para la cual grupos de ciudadanos de E.U. pueden unirse a organizaciones latinoamericanas para lograr la diferencia.
Regulación: El gobierno de Obama no se distinguió como campeón de la regulación económica en la reciente reunión de los G-20. La sociedad civil estadounidense debe insistir en una regulación que prevenga crisis futuras y corte de tajo las fortunas ilícitas logradas a base de especulación. Se puede comenzar por regular la especulación en artículos de consumo que a la postre condujo a la crisis alimentaria mundial.
En términos concretos, la Quinta Cumbre de las Américas reveló una tenue contemporización entre naciones dentro de un contexto político y económico nuevo, lo que se manifestó en el hecho de que la obsoleta declaración de la misma fue firmada únicamente por el país anfitrión. Sin embargo, los países latinoamericanos estuvieron dispuestos a dar al nuevo presidente de Estados Unidos el beneficio de la duda y prepararse para participar en un diálogo y negociaciones políticos arduos. Su respuesta a esta "nueva era en las relaciones hemisféricas tiene el valor de una buena lección de estrategia para los defensores de una reforma a la política exterior de E.U., dentro de Estados Unidos.
Asimismo, es importante recordar que el sentido de la oportunidad es parte vital de la política. La mayoría de las reformas propuestas son vagas, se quedan cortas ante lo que se necesita, o incluso son contraproducentes. En una época de crisis económica en Estados Unidos, esto no significa que se renuncie a ejercer presión para lograr las reformas requeridas, pero sí implica comprender el aspecto esencial de construir entre el mismo público los fundamentos fuertes que sostendrán las reformas, y escoger nuestras batallas. Eso es tarea de los grupos ciudadanos que por tanto tiempo han luchado por una nueva política exterior estadounidense.
Estos actos conforman una estrategia mucho más constructiva que el espíritu de rechazo y los debates estériles sobre si la administración Obama, de tres meses de edad, es sincera o no.