En el Día Mundial de la Alimentación se celebra un Sistema Alimentario Sostenible y se reconoce la necesidad de un cambio sistémico para terminar con el hambre y la desnutrición. Es urgente un cambio de sistema porque, aunque durante décadas se ha producido en el mundo 1 ½ veces la cantidad de comida necesaria para cada persona: hombre, mujer y niño en el planeta, cerca de mil millones de personas sufren hambre, al mismo tiempo que mil millones de personas están desnutridas.
Irónicamente, la mayoría que sufre hambre son quienes producen la mitad de los alimentos en el mundo: mujeres campesinas. De la misma manera, la mayor parte de personas con inseguridad alimentaria en el Tercer Mundo son productores o trabajadores agrícolas—como también son mucho de quienes sufren obesidad o enfermedades provocadas por dieta no saludable. El hambre y la desnutrición no son subproductos, sino una parte integral del sistema alimentario. Para garantizar que en el mundo haya sustentabilidad ambiental, seguridad alimentaria y buena nutrición se requiere un cambio radical en la forma cómo se producen los alimentos—como señala el estudio Evaluación Internacional del Conocimiento Agrícola, Ciencia y Tecnología de Desarrollo (IAASTD, siglas en inglés, estudio promovido por FAO, GEF, UNDP, UNEP, UNESCO, OMS y Banco Mundial 2005-07).
Afortunadamente, tenemos muchos ejemplos de sistemas alimentarios sostenibles que se están consolidando.
Pequeñas fincas productoras agroecológicas en Latinoamérica del Movimiento Campesino a Campesino aumentan su producción, conservan el suelo, el agua y la biodiversidad, al mismo tiempo que capturan carbono para enfriar el planeta. La agricultura urbana desde La Habana hasta Bangkok continuamente aumenta su producción y mejora la calidad de vida. Grupos de Agricultura Comunitaria en todo el mundo ofrecen alimentos frescos, saludables y acesibles a sus miembros y a las familias campesinas locales.
Cientos de Consejos de Política Alimentaria y Centros Alimentarios implementan iniciativas ciudadanas para mantener en la comunidad el dinero que se invierte en alimentación, para que el mismo sea reciclado, reinvertido en la comunidad creando empleos y una base económica local para el bienestar. ¿Qué tienen en común estos esfuerzos? Todos se sustentan en crear condiciones para una vida sostenible, equitativa y digna.
Sabemos qué prácticas hacen que un sistema sea sustentable, ¿por qué no actuamos para que estas políticas sean prioritarias? La respuesta es simple, las instituciones que definen los acuerdos, leyes y regulaciones que determinan nuestro sistema alimentario aún no tienen la voluntad política para considerar prioridad un sistema alimentario sustentable y aún están lejos de abordar los cambios estructurales indispensables para transformar el sistema alimentario. Históricamente, la voluntad política para cambiar sistemas responde a la práctica, la consciencia y al poder de fuertes movimientos sociales.
Los movimientos de soberanía alimentaria, justicia alimentaria, agroecología, justicia climática, derechos de la mujer y derechos laborales se extienden y aumenta su influencia en nuestro sistema alimentario. Mientras las crisis alimentaria, energética, climática y financiera aumentan, estos movimientos continuamente convergen—en toda su diversidad—conformando una fuerza que debemos valorar. Su impacto se siente en el Comité sobre Seguridad Alimentaria Mundial (CFS, siglas en inglés) de Naciones Unidas—la “plataforma internacional e intergubernamental más incluyente para garantizar seguridad alimentaria y alimentación para todos”. La Vía Campesina, el movimiento campesino internacional que defiende a 2 millones de pequeños productores que luchan por la soberanía alimentaria, la democratización de los sistemas alimentarios mundiales en favor de la mujer y los pobres.
En Estados Unidos, Europa, África y Latinoamérica, las Alianzas por la Soberanía Alimentaria se han organizado, uniendo a productores, ambientalistas, consumidores y organizaciones indígenas para forjar nuevas políticas e instituciones para sistemas alimentarios sustentables. El poder de los movimientos sociales produjo que el estado Kerala de India transforme toda su agricultura en agricultura orgánica para proteger el ambiente, garantizar seguridad alimentaria, y brindar bienestar y dignidad a los campesinos. Este como muchos otros ejemplos evidencia que el catalizador para un sistema alimentario sustentable—la acción política—ya se está produciendo.
Eric Holt Gimenez es el Director Ejecutivo de Food First y colabora con el Programa de las Américas www.americas.org