Despidos en Kraft alimentan protestas

Despidos masivos en la planta de Kraft Foods en Argentina generaron protestas por todo el país, y desataron una nueva ola de organización sindical de trabajadores. En agosto, Kraft despidió a 160 trabajadores después de que se declararon en huelga para exigir medidas de salud adecuadas en la fábrica de la compañía en los suburbios de Buenos Aires durante la epidemia de gripe porcina en Argentina. La mayoría de los trabajadores despedidos eran miembros activos del sindicato; casi todos los delegados sindicales de la fábrica fueron despedidos.

Los trabajadores llevaron a cabo una serie de bloqueos de carreteras y un paro
total de labores por más de 40 días. Foto: Marie Trigona.

Los trabajadores de Kraft respondieron tomando el mando de la planta. Realizaron un paro de trabajo de 40 días en que participaron la mayoría de los 3.000 trabajadores. La empresa estadounidense acusó a los trabajadores en protesta de prohibir la salida del personal de la planta, pero el sindicato dijo que estaban acampando pacíficamente dentro de la planta para reclamar sus puestos de trabajo. El 25 de septiembre, la policía atacó a los trabajadores y los expulsó forzosamente para que Kraft pudiera reanudar las operaciones de la planta.

La fábrica parece más una cárcel que una fábrica. Las puertas están rodeadas de alambre de púas, hay guardias que caminan por el perímetro con perros de ataque, y la policía está de patrulla a caballo. Los miembros del sindicato tienen prohibido entrar.

"Hay policías dentro de la planta. Los inspectores están yendo a las líneas y obligando a la gente a trabajar. Fuera de la planta, hay policías alrededor de la fábrica", dijo Carlos Mores, un delegado sindical despedido de Kraft.

Kraft: El rey de la consolidación

La historia de Kraft está cargada de adquisiciones, compras, fusiones y concentración bruta de poder en el mercado. La compañía se remonta a 1903, cuando James L. Kraft abrió un distribuidor de queso en Chicago, Illinois. En 1913, Kraft abrió su primera planta para la fabricación de queso. Kraft se ha destacado mediante la consolidación, y acatando el lema de Andrew Carnegie: "Pon todos los huevos en una cesta y luego mantén el ojo en la canasta, no disperses el tiro. Los grandes éxitos de la vida se logran con la concentración".

Ya para la Segunda Guerra Mundial, el gigante del queso estaba enviando a Gran Bretaña 4 millones de libras de su queso procesado pasteurizado patentado por semana. Fundándose en los faldones del complejo militar-industrial, su próxima frontera fue la cocina moderna de la ama de casa norteamericana, a quien se le alentaba cocinar comidas más fáciles, sabrosas y rápidas con un valor nutricional mucho menor.

Kraft creció hasta convertirse en una de las mayores compañías de alimentos en el mundo después de adquirir a Nabisco Brands en 2000. Poco después, el Hombre Marlboro compró a Kraft en 1992. Altria (el nuevo nombre para la gigante tabaquera y alimentadora Philip Morris) para el 2000 preveía desvincularse del control de Kraft Foods, que ahora es la segunda compañía de alimentos más grande del mundo, después de Nestlé.

La empresa produce en más de 70 países, y distribuye en más de 150 países. En muchos países, como Argentina, el líder de procesamiento de alimentos sin hacer ruido compra a las marcas y mercados locales bajo el mismo nombre. La consolidación del poder de mercado en toda la industria alimentaria ha sido una tendencia progresiva, y el mercado de alimentos de Argentina no es una excepción. La joya más grande de Kraft en Argentina es la marca de galletas Terrabusi.

En 1994 Nabisco Foods compró Terrabusi, el fabricante de galletas más grande del país. En ese momento, la fábrica empleaba a 8.000. Para 2009, ese número se había reducido por la mitad a sólo 4.000 trabajadores. La empresa acorraló cerca de un 50 por ciento del mercado de galletas de la nación, convirtiendo a la planta de Kraft en la zona de clase obrera suburbana de Pacheco en una de las más importantes fuera de los Estados Unidos.

La multinacional estadounidense cosechó ganancias récord en 2008, obteniendo $42 mil millones en ingresos. "Kraft es una empresa que ha logrado hacer bien a pesar de la desaceleración económica, porque oye, la gente tiene que comer", cuenta un video en línea de Kraft. Con las precios de los alimentos por las nubes, muchos consumidores optaron por alimentos procesados más económicos, ayudando a que las acciones de Kraft alcanzaran un máximo histórico el 18 de septiembre de 2008 de $34 por acción.

Prácticas antisindicales

En todo el país grupos organizaron acciones en solidaridad con los trabajadores
de la ex-Terrabusi, hoy Kraft Foods Inc. Foto: Marie Trigona.

Durante el brote de gripe porcina en Argentina en julio, el Ministerio de Salud emitió directrices para los lugares de trabajo. Estas incluían proveer jabón antibacterial, gel de alcohol y toallas de papel para aumentar la higiene, y concederles licencias a las mujeres embarazadas que trabajan en espacios cerrados, que se sabe que están en mayor riesgo del virus.

"El conflicto se inició durante la epidemia de H1N1", dijo Fernando, un trabajador despedido de Kraft. "Estábamos exigiendo mejoras como las toallas de papel, papel higiénico, gel de alcohol y otras medidas sanitarias. Como hicimos nuestras demandas, despidieron a 160 trabajadores".

Además, la empresa se negó a dar licencia por maternidad a las mujeres embarazadas y mujeres con niños. El Ministerio de Trabajo pidió que Kraft Foods tomara precauciones de salud, debido a que las escuelas, los espacios públicos y los lugares de trabajo fueron cerrados en todo el país para impedir la propagación de virus H1N1, pero la empresa se negó. Además, la compañía cerró su guardería infantil y les ofreció a las mujeres 200 pesos (70 dólares) para encontrar su propio cuidado de niños privado. Ni el Ministerio de Trabajo ni el Sindicato de Alimentos y Bebidas intervinieron, pero el Ministerio describió a Kraft como una "empresa dura" en relación con el conflicto laboral.

Durante este tiempo, la empresa trajo a la policía para custodiar la fábrica. Según los representantes sindicales, la empresa llegó al punto de traer a gerentes para interrogar a los trabajadores con la policía presente, pero sin los abogados sindicales de los trabajadores. Los trabajadores decidieron realizar un paro de trabajo. Se presentaron a trabajar sus turnos y luego acamparon dentro de la fábrica.
La empresa estadounidense acusó a los trabajadores en protesta de prohibir que el personal entrara a la planta y de amenazar a los administradores, pero el sindicato dice que estaban protestando pacíficamente para hacer valer sus demandas. Después de que los trabajadores en huelga fueron a las oficinas administrativas de la fábrica, Kraft decidió despedir a 160 de los trabajadores dentro de la planta.

A esto le siguió una campaña de un mes para exigir que los trabajadores fueran contratados de nuevo y que cesaran las persecuciones de activistas sindicales. Los trabajadores llevaron a cabo una serie de bloqueos de carreteras y un paro total de labores por más de 40 días. En todo el país, estudiantes, activistas sindicales, trabajadores desempleados y grupos de derechos humanos organizaron acciones en solidaridad con los trabajadores de la ex-Terrabusi, hoy Kraft Foods Inc.

Para Kraft Foods, los sindicalistas y las huelgas mancha la imagen pública de la empresa. De acuerdo a Sara Jones, de la campaña de Decir No a Kraft en Estados Unidos, la sede de Kraft ha estado siguiendo de cerca los acontecimientos en Argentina. "Una de las razones principales que estamos creando una campaña de solidaridad desde aquí en Chicago es porque la sede se encuentra en Illinois y estamos bien conscientes de que desde aquí están manejando esta ‘operación’. En los sitios web dedicados a las noticias sobre la lucha hemos visto las direcciones IP de 17 computadoras que tienen vínculos con EDS/Kraft Glenview, IL".

Los activistas en el estado natal de Kraft de Illinois comenzaron una campaña en solidaridad con los trabajadores argentinos después de los despidos y han llevado una campaña de boicot contra el líder de alimentos, con productos en el 98% de los hogares estadounidenses.

En medio de una crisis económica mundial, la pérdida de empleos literalmente puede destruir a una familia. En un momento en que Kraft ha declarado ganancias récord, decide despedir a trabajadores. Kraft ha admitido que los trabajadores fueron despedidos por participar en protestas contra la empresa. Sin embargo, muchos de los delegados dicen que además de purgar a los activistas sindicales de la empresa, Kraft tenía planes de reestructurar los turnos eliminando uno completo e imponiendo horarios extendidos en los otros.

"La empresa quiere implementar turnos de 12 horas, pero necesitan reducir el personal. Primero tuvieron que eliminar toda la organización sindical dentro de la planta, es decir, nuestros delegados sindicales electos y la comisión interna de la fábrica", dijo Fernando.

Hay indicios de que hubo una decisión premeditada de despedir a los trabajadores, con Kraft utilizando las protestas como excusa para dejar cesantes a 160 trabajadores en masa y liberarse del activismo sindical. En una entrevista publicada en Página/12 el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, dijo que el conflicto en la fábrica de Kraft era "un conflicto en que la empresa decidió vengarse de sus trabajadores".

Kraft desea una república bananera

Después de las fallidas negociaciones entre el Ministerio de Trabajo, Kraft y los delegados sindicales tarde en la noche del 25 de septiembre, la policía rodeó la planta y atacó a los manifestantes. Detuvieron a 60 personas e hirieron a doce, la policía disparó gas lacrimógeno y balas de goma, golpeando a otros y atacando a los manifestantes mientras andaban a caballo. "Kraft es una multinacional norteamericana con el dinero para financiar represión y pagar multas al Ministerio de Trabajo cuando violan las leyes laborales de Argentina", dice Fernando. La empresa ha violado el periodo de conciliación obligatoria ordenado por el Ministerio de Trabajo, que impondría volver a contratar temporalmente a todos los trabajadores despedidos hasta que ambos lados del conflicto lleguen a un acuerdo. Kraft, incluso instó a la embajada de EE.UU. a tomar su parte en el conflicto laboral cada vez más costoso.

Desde la huelga, la compañía sólo ha reanudado la producción normal en cinco de sus 36 líneas de producción. Durante el paro de 40 días, las líneas de producción estuvieron paralizadas, incluyendo la línea de Oreo, resultando en tuberías obstruidas con la crema blanca utilizada en las galletas. Los silos de la fábrica han acumulado insectos que han contaminado el abastecimiento de harina. El director de Asuntos Corporativos de Kraft, Pedro López Matheu, dijo que la compañía ha experimentado "pérdidas significativas", en comparación con las ventas en Argentina de 2008, superando $370 millones.

Durante el desalojo, la policía detuvo a manifestantes dentro de la fábrica en una escena que recuerda cuando los sindicatos fueron perseguidos, detenidos y desaparecidos dentro de la fábrica Ford durante la dictadura militar de la nación de 1976 a 1983. La abogada de derechos humanos María del Carmen Verdú dice que Kraft violó el código penal de Argentina porque utilizó la planta como un centro de detención. "En lugar de ser llevados a las comisarías de policía, los presos fueron detenidos en la fábrica, en una circunstancia sin precedentes, donde los abogados ni siquiera podían entrar en el lugar donde los prisioneros estaban siendo detenidos".

Los líderes empresariales de la Unión Industrial Argentina (UIA) están presionando al gobierno a ser más duros con las protestas en aumento. Temen que las protestas podrían interferir con sus planes de despidos masivos usando la crisis económica como excusa. Los informes de la UIA indican que desde 2008 han cesanteado a más de 220.000 personas en Argentina.

"Aquí en Argentina la crisis económica está empeorando. Muchas empresas necesitan ‘reestructurar’ y reducir los costos de mano de obra para mantener sus ganancias", dijo Carlos Mores, otro delegado sindical despedido de Kraft que presenció los ataques de la policía el 25 de septiembre. "Kraft Foods, y otras multinacionales que cuentan con el apoyo de la UIA, están tratando de reestructurar el personal. Por ello, el gobierno permite la represión violenta contra los trabajadores, en escenas que no hemos visto desde la dictadura militar. Es porque quieren que los trabajadores lleven la carga de la crisis económica".

En violación de su promesa de poner fin a los despidos, el 26 de septiembre Kraft suspendió a 100 trabajadores más que sospechaba de participar en las protestas. El 28 de septiembre, miles de trabajadores y simpatizantes marcharon en Buenos Aires para exigir que se volvieran a contratar a los trabajadores. El caso de Kraft se convirtió rápidamente en un emblema de una gran batalla sobre quién pagaría por la crisis económica: los trabajadores o las empresas que exprimieron ganancias récord antes de la caída.

"Cuando se inició el conflicto debido a las medidas de salud para la gripe porcina, Kraft ya tenía un plan para despedir a los delegados sindicales a fin de hacer recortes, añadiendo a la pobreza y el desempleo en toda la región", dijo Nora Cortiñas, de la organización de derechos humanos Madres de la Plaza de Mayo, durante la multitudinaria marcha en apoyo de los trabajadores de Kraft.

Al final, Kraft acordó revisar los despidos "caso por caso." La única oferta que la compañía ha hecho fue a 50 de los trabajadores, diciendo que los trabajadores despedidos son peligrosos para la empresa, según López Matheu de Kraft. Los delegados sindicales se han negado a esta oferta en la última ronda de conversaciones en el Ministerio de Trabajo.

La embajada de EE.UU. no ha intervenido directamente. Sin embargo, emitió una declaración que contenía la velada amenaza de reducción en los flujos de inversión extranjera. "La Embajada ha estado siguiendo el conflicto a base de nuestro interés en la promoción de las inversiones estadounidenses en Argentina, que han ayudado a generar empleo para más de 150.000 trabajadores argentinos".

"Dentro y fuera, la planta ha sido militarizada", dice Mores. La violación más directa de la empresa del Código del Trabajo de Argentina ha sido la de prohibirle a los delegados sindicales entrar en la planta. Según la ley, las empresas deben permitir que incluso los delegados suspendidos cumplan con sus roles dentro de la planta. El Ministerio de Trabajo ha reiterado el derecho de los delegados para cumplir con sus deberes, pero la policía provincial y el alambre de púas protegiendo la fábrica ha hecho esto una hazaña imposible.

Prácticas anti sindicales de Kraft a través del mundo

"Kraft tiene un historial de deshacerse de trabajadores organizados y de organizadores sindicales que no están bajo su control", dijo Jones, de la campaña de boicot a Kraft en EE.UU. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria de Alimentos de Colombia (Sinaltrainal), ha reportado la persecución de miembros del sindicato en las fábricas de Kraft en ese país.

Kraft cerró cinco fábricas en América del Sur después de la adquisición de las marcas de Nabisco. Desde 2003, la empresa ha despedido a cientos de trabajadores, reduciendo el personal en un 37%. Cuando los despidos no han sido suficiente para evitar la actividad sindical, la empresa ha recurrido a las amenazas directas, como en el caso de un grupo de 30 trabajadores que fueron encerrados en una sala de almuerzo y les dijeron que firmaran cartas de reconocimiento. Después de que los trabajadores se dieron cuenta de que estaban encerrados dentro, se negaron a firmar y realizaron una protesta frente a la fábrica de Colombia. De igual manera que en Argentina, en Colombia Kraft también ha utilizado a la policía para remover forzosamente a los trabajadores de las fábricas.

"Los gerentes de las plantas que han pasado por esta compañía durante los últimos seis años han estado ascendiendo en sus carreras, subiendo por diferentes puestos y procurando ser ascendidos mediante la aplicación estricta de la política anti sindical de la empresa y el uso de medidas coercitivas contra los trabajadores", señala el sindicato Sinaltrainal en Colombia.

La campaña de boicot de EE.UU. afirma que Kraft también ha desempeñado un papel en el golpe de estado reciente de Honduras. "Kraft Foods tiene vínculos con el golpe de estado en Honduras", dice Jones. "La compañía Kraft Foods es un miembro de la Cámara de Comercio Estadounidense en Honduras, o AMCHAM Honduras, que apoya firmemente el golpe de estado en Honduras y ha manifestado su apoyo a Micheletti". Kraft se unió a City Bank y Wal-Mart, también miembros de AMCHAM en una declaración pública de apoyo al "nuevo presidente de Honduras, Roberto Micheletti".

El Consejo Hondureño de la Empresa Privada, del cual AMCHAM es miembro, emitió un comunicado de prensa el día en que las Fuerzas Armadas hondureñas secuestraron al presidente electo democráticamente, Manuel Zelaya, y lo obligaron a abordar un vuelo con destino a Costa Rica. "La salida del Presidente Zelaya es el resultado de un proceso sistemático de violación de la Constitución y las leyes por parte del Gobierno que él encabezó… No se está cambiando un Presidente por otro. Se ha logrado en un marco de unidad nacional, mantener la institucionalidad, el respeto a la Constitución y las leyes", afirma el comunicado de prensa.

El conflicto de Kraft en Argentina puede ser la gota que colme la copa. Ya ha provocado manifestaciones masivas como protesta contra despidos adicionales en todo el país. Muchos han dicho que si Kraft se sale con los despidos, es una luz verde para que las empresas en Argentina sigan su ejemplo. Otros sindicatos como la asociación estudiantil FUBA, grupos de derechos humanos como las Madres de la Plaza de Mayo Línea Fundadora, los trabajadores del metro, los empleados de los hospitales de todo el país, las asambleas de barrio, y los sindicatos están luchando por la representación en sus locales en todo el país para exigir el fin a la represión de la actividad sindical y los despidos. La amplia respuesta de los ciudadanos muestra el resentimiento que se ha acumulado en contra de las empresas transnacionales que violan la soberanía nacional rompiendo con las normas y leyes laborales, y en contra de los sindicatos y gobiernos que no están dispuestos a defender a los trabajadores.

Es posible que Argentina esté a la altura de Kraft. El país tiene una larga tradición de organización sindical, y movimientos sociales fuertes y activos. La crisis actual ha aumentado la demanda por un nuevo modelo económico, que depende menos de los inversionistas y empresas extranjeras que han usado la movilidad como forma de controlar a los trabajadores en los países en vías de desarrollo.

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