Ciudadanos en E.U., Puerto Rico y México se oponen a los nuevos ajustes estructurales

Ahora que los economistas oficiales y la Administración Obama dan por terminada la recesión y declaran el paquete de estímulos económicos un triunfo cada vez mayor, el sector empresarial se muestra ansioso por reanudar la acción en las condiciones habituales. Los bonos a ejecutivos, los informes positivos de utilidades corporativas, las burbujas de viviendas y artículos vueltas a inflar, la limpia a las entrañas de la fuerza laboral y los subsidios gubernamentales a las industrias de la salud y la energía privadas, todo ello está inyectando renovados destellos de gloria en la visión de Wall Street.

Manifestacion contra la American Bankers Association en Chicago.
Foto: Labor Beat.

Sin embargo, en muchas partes del continente americano se desarrolla una historia diferente. Como si el viejo Fondo Monetario Internacional se hubiera levantado de entre los muertos, los ajustes estructurales y los regímenes de austeridad están destrozando el paisaje desde Seattle hasta San Juan, desde Guadalajara hasta Gary, Indiana. El desempleo masivo, las constantes pérdidas de vivienda por ejecución de hipoteca, los excesivos impuestos al consumo, los servicios sociales diezmados y las simples viejas estafas desgarran la estructura de las clases medias y trabajadoras.

En Estados Unidos, una crisis fiscal masiva está pulverizando la base social. De acuerdo con el Centro de Prioridades Políticas y Presupuestales, 48 de 50 estados se enfrentan colectivamente, para el año 2010, a déficits presupuestales de al menos 168 mil millones de dólares. California es el ejemplo más dramático de la crisis, pero muchos otros estados, como el pequeño Nuevo México con su amenazante déficit presupuestal de mil millones de dólares, también se ahogan en números rojos.

Para compensar los faltantes, dirigentes republicanos y demócratas calan más hondo en los recursos de las clases trabajadoras encareciendo los derechos de uso de casi todos los servicios imaginables, elevando las multas por infracciones de tránsito y dejando que las alzas en colegiaturas de universidades e instituciones de educación media superior las vuelvan crecientemente inalcanzables. La crisis presupuestal prepara terreno fértil para programas privatizadores como el plan de Arizona de poner a la venta las propiedades estatales y subcontratar la administración de las prisiones.

En la "liberal" San Francisco incluso ha provocado polémica la aplicación de políticas agresivas para estacionamientos residenciales. "Este es un problema de clase", se lee en una declaración de la coalición activista ANSWER. "los ricos y acomodados no tienen que preocuparse por dónde estacionarse en esta ciudad pequeña y atestada." Cristina Gutiérrez, del grupo Barrio Unido, por los derechos de los inmigrantes, añade: "¿Qué se supone que hagamos? ¿Que salgamos de nuestra casa a cada hora de la noche a echar monedas en el parquímetro?"

Como siempre, los inmigrantes –sobre todo los indocumentados- se cuentan entre las víctimas principales de la crisis económica, y el ajuste estructural en proceso no es ninguna excepción. Concentrados en los empleos que peor pagan e impedidos de cobrar cualquier asistencia social que exista, los inmigrantes de bajos ingresos pagan muy caro por impuestos regresivos, mayores precios en combustibles y alimentos y recortes a la educación pública, uno de los pocos servicios de que disponen los indocumentados.

Relegados a un estatus casi infrahumano, hasta ahora a muchos inmigrantes se les excluye de la propuesta de reforma al seguro de salud que el Congreso de E.U. está considerando, desentendiéndose de las advertencias de la profesión médica de que excluir a grupos de personas del sistema invita a un desastre de salud pública.

La determinación explícita de la administración Obama de ir eliminando la mano de obra indocumentada, aunque de una manera menos cruda que la administración Bush con sus redadas cuasi militares en los centros laborales, lleva a los trabajadores a hundirse más en las sombras y refuerza una reserva paralela de mano de obra dispuesta a trabajar por salarios bajos.

Un trío de vacas sagradas sigue intocada por todos los niveles de gobierno: son Wall Street, el Pentágono y la Industria del Entretenimiento, en ese orden. En Washington, la prioridad cimera del presupuesto de defensa de 680 mil millones de dólares la constituyen los imperativos imperialistas en el extranjero por encima de las necesidades humanas internas.

Cuando la crisis fiscal se iba acercaba el año pasado, el economista de la Universidad de Tejas James K. Galbraith propuso que el Congreso rescatara a los estados reviviendo el sistema de reparto general de los ingresos que la administración Reagan dio por terminado. Sin embargo es difícil reasignar recursos cuando millones de millones de dólares se destinan a rescates sospechosos de Wall Street y miles de millones de dólares fluyen a la maquinaria bélica y a sus subcontratistas privados.

Muchos legisladores de ambos partidos, sus campañas financiadas por donadores opulentos, se oponen resueltamente a gravar a los ricos. Los intereses especiales conservan sus privilegios en medio de la ruina económica. Por sus últimos éxitos y fracasos de taquilla, Hollywood, por ejemplo, obtiene exenciones y subsidios fiscales de una lista creciente de estados. En Nuevo México, los Señores de la Pantalla de Plata tienen tal influencia que el gobierno estatal cerró una carretera interestatal durante tres horas para permitir una filmación, furia por el caos vial, y crecientes emisiones de bióxido de carbono.

La crisis, absurdamente trágica en Estados Unidos, se ve reflejada y magnificada en el resto de las colonias de Washington y sus estados dependientes al otro lado de su frontera sur.

Puerto Rico

La protesta en Puerto Rico. Foto: Kiko Carpio/indymediapr.org.

Tomada de España como botín de guerra de E.U. en 1898, la isla caribeña de Puerto Rico se halla en las convulsiones de una crisis de enormes proporciones. Un déficit presupuestal de más de tres mil millones de dólares tentó a la administración colonial partidaria de su integración como estado a ordenar el despido de más de 20,000 trabajadores del sector público y a negociar contratos colectivos de trabajo. Aun antes de caer la guillotina, el desempleo había alcanzado más del 15 por ciento de la fuerza de trabajo.

La migración a Estados Unidos (los portorriqueños son ciudadanos estadounidenses, aunque sin el derecho a tener representantes políticos electos en Washington) ha servido por mucho tiempo como válvula de escapa para una economía colonial subdesarrollada. Hablando en National Public Radio, el analista político portorriqueño Juan Manuel García Passalacqua predijo que si la actual crisis se intensifica, podría desatarse una nueva la de emigraciones de portorriqueños al continente. A medida que continúan las deportaciones de trabajadores indocumentados, los portorriqueños podrían convertirse en mano de obra de remplazo. Como a los mexicanos y otros inmigrantes latinos, a los portorriqueños históricamente se les han asignado los empleos más arduos y peor pagados en Estados Unidos.

México

Maifestantes marchan en la Ciudad de Mexico para protestar los
despidos del LFC.

Cuando la recesión económica se inició francamente el año pasado, el gobierno de Calderón ganó notoriedad por proclamar que México escaparía a sus peores daños. Pero la dependencia económica de México respecto de Estados Unidos garantizó el resultado contrario. Despidos masivos golpearon el sector de maquiladoras para exportación, los ingresos del turismo se encogieron, las remesas de inmigrantes se desplomaron. El gasto público y en educación, dependientes de ingresos cada vez menores por exportación de petróleo, resultaron duramente golpeados. Para el tercer trimestre de 2009, más de un millón de mexicanos habían perdido sus empleos.

Para enfrentar la crisis, la administración calderonista y sus aliados políticos volvieron a los esquemas fiscales regresivos. A pesar del recorte al presupuesto, la secretaría de gobernación del Presidente Calderón no halló problema para proponer el gasto de 230 millones de dólares a lo largo de cuatro años para fotografiar y tomar las huellas digitales a cada mexicano para que cada uno tuviera una cédula nacional de identidad.

Elevar la disciplina laboral adquirió importancia a consecuencia de la crisis mexicana. El despido masivo por el gobierno de Calderón de 44,000 trabajadores electricistas de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro a punta de pistola el mes pasado, fue racionalizado como una medida necesaria de recuperación de costos que conducirá a un renovado crecimiento económico. De la misma forma en que la administración Reagan expulsó a los controladores de tráfico aéreo en 1981, ésta ha sido una dura advertencia a los sindicatos independientes.

La recesión ha acelerado una tendencia al trabajo temporal como la, ahora, norma laboral. Jorge Barajas, coordinador del grupo defensor de los trabajadores Cereal en Guadalajara, dijo en entrevista que más empresas en la industria electrónica regional recurren cada vez más a trabajadores temporales y a la aceleración de la producción en la línea de ensamblado. "Las empresas se han aprovechado de la situación para despedir personal y echar el trabajo en los hombros de quienes quedan", declaró Barajas. "Es una queja que escuchamos con frecuencia en el Cereal."

Emerge la lucha defensiva

Disimulada en gran medida por los medios oficiales de comunicación, la resistencia ciudadana está estallando en las tres naciones. En California, miles de estudiantes y trabajadores universitarios se han manifestado las últimas semanas en oposición a recortes presupuestales y alzas en colegiaturas. Con varios edificios universitarios ocupados, el movimiento es el mayor que ha visitado los campus estatales desde las protestas solidarias contra el apartheid durante los 1980s. En Nuevo México la participación de jóvenes fue prominente en una multitud de casi mil personas que protestaron recientemente contra los recortes a la educación pública. En Chicago, miles protestaron fuera de la convención de octubre de la American Bankers Association, con una escalada de plantones ante compañías aseguradoras realizados por activistas por una reforma en el sistema de salud.

Rebasando poco a poco las protestas por problemas definidos, mensajes que dan en el núcleo mismo del capitalismo corporativo están penetrando en la cultura popular. Testigo de ello es, por ejemplo, el film de Michael Moore: Capitalism: A Love Story (Capitalismo: Una Historia de Amor), o la saga de la "Rockerchic" de California Ann Minch, que este año levantó una revuelta de deudores cuando subió a You Tube un video que tronaba contra el Bank of America por haber elevado la tasa de interés de su tarjeta de crédito.

Tras referirse públicamente a los ejecutivos bancarios como "bastardos malignos y ladrones" Minch obtuvo una reducción de su tasa de interés. El levantamiento de Minch a través de You Tube, visto cientos de miles de veces e inspirador de otros videos antibancarios, podría ser el primer tiro de lo que los nuevos activistas llaman "La Revolución del Deudor Estadounidense". Para que ésta siga adelante, Minch mantiene un sitio web y sube videos de seguimiento.

En términos más amplios, la guerra de Minch por Internet contra los grandes bancos forma parte de los "sitios de irritación" o "sitios de quejas" desde donde se pincha al Bank of America, Starbucks y otras corporaciones.

En Puerto Rico grandes multitudes se movilizan. El pasado 15 de octubre, una huelga general convocada por sindicatos del sector público en protesta contra despidos masivos se convirtió en la mayor protesta realizada en la isla en décadas, que atrajo hasta a 250,000 personas según algunos participantes. Sindicalistas, activistas religiosos, estudiantes y fuerzas independentistas se unieron para cerrar el negocio en condiciones habituales.

"Millas y millas llenas de gente", dijo Rubén Solís, organizador sindical del Southwest Workers Union (Sindicato de Trabajadores del Suroeste) y activista del movimiento de solidaridad portorriqueño, de la marcha del 15 de octubre en San Juan. "Fue un despliegue de unidad increíble."

De acuerdo con Solís, sobre el movimiento penden amenazas oficiales de represión.

El mismo día de la huelga en Puerto Rico, otras 300,000 personas marcharon y se manifestaron en la Ciudad de México en protesta unida contra los despidos de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y las políticas económicas gubernamentales. "¡No hay solución como la revolución!" coreó un sector de la multitud. Simultáneamente hubo protestas menores en por lo menos otras diez ciudades mexicanas. En estos días, cuando México se prepara para celebrar los aniversarios de la Guerra de Independencia de 1810 y la Revolución de 1910, las movilizaciones de masas encierran alusiones especiales.

El largo camino por delante

Hasta ahora, los movimientos que resurgen en Estados Unidos, Puerto Rico y México han sido principalmente respuestas defensivas a ataques contra los derechos y niveles de vida de los pueblos. Aquí y allá, las protestas populares están tomando espacios y cambiando los términos del debate. Temeroso, quizás, de ser conocido como el Grinch que se Robó la Navidad de 2009, hasta el presidente mexicano Felipe Calderón ha reprendido últimamente a los ricos por no pagar su justa porción de impuestos.

Por necesidad, en las tres naciones los movimientos populares tendrán que pasar pronto a la ofensiva. Esto implicará desafiar los sistemas fiscales regresivos, reexaminar los acuerdos de comercio internacionales, garantizar y expander los derechos laborales, salvaguardar los estándares ambientales y, finalmente, abordar el problema de los inmigrantes de tal manera que se protejan los derechos humanos y se promueva el desarrollo económico sostenible en las comunidades de origen.

Localmente, distintos movimientos están atacando las desigualdades estructurales. La coalición contra los recortes presupuestales Better Choices (Mejores Opciones) de Nuevo México, por ejemplo, se está organizando para revertir los recortes de impuestos estatales típicos de la era de Bush y eliminar los resquicios legales que permiten a corporaciones foráneas como Wal-Mart evadir el pago de los impuestos sobre la renta de Nuevo México. Empero, aun cuando triunfan, tales reformas son de alcance limitado.

Aunque los movimientos populares en los tres países evolucionarán comprensiblemente de acuerdo con sus propias y particulares circunstancias y necesidades históricas, se está volviendo imposible aplicar los cambios estructurales del status quo globalizado neoliberal, de manera estricta dentro de fronteras nacionales. Los destinos de México, Estados Unidos y Puerto Rico se entrelazan de numerosas formas, e incumbe a los movimientos en los tres países el otorgar toda su importancia al diálogo y a la cooperación con el objetivo de formular alternativas de alcance hemisférico al orden económico existente.

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