Don Felipe está muerto. Un defensor de los bosques internacionalmente conocido y promotor de las granjas orgánicas, Felipe Arreaga Sánchez fue muerto el 16 de septiembre, Día de la Independencia Mexicana, mientras conducía su ATV en Petatlán, Guerrero. El campesino que fuera por largo tiempo activista, fue atropellado por un mini-bus y murió unas pocas horas después en un hospital cercano a Zihuatanejo. Aunque Petatlán es el lugar donde se asienta una base militar, el pueblo carece de instalaciones médicas civiles capaces de atender heridas graves. El conductor del mini-bus huyó de la escena del choque, y muchas circunstancias del incidente están poco claras.
Felipe Arreaga Sanchez fue un profeta ambientalista de la Sierra Madre en Guerrero. Photo: www.edlc.org. |
Como Arreaga había vivido con amenazas pendientes sobre su cabeza, hubo cierta especulación de que el choque fue intencional. Pero miembros de su familia y amigos simplemente culpan a un conductor imprudente, que tal vez estaba ebrio o con resabios de los festejos de la noche anterior.
"Sentimos como si nuestras manos, nuestras alas hubieran sido cortadas", dijo la viuda de Arreaga, Celsa Valdevinos. Casados en 1972, Arreaga y Valdevinos criaron seis hijos y numerosos nietos.
"El era mi héroe vivo", agregó la educadora ambiental Yadira Ríos, co-fundadora de la Organización Ambientalista del Nuevo Mundo de Petatlán. "Vivió como un ejemplo y siguió sus creencias hasta sus últimas consecuencias".
Arreaga se elevó a un lugar de importancia nacional e internacional durante los 90s como uno de los líderes de la Organización Ambientalista Campesina de Petatlán y Coyuca de Catatlá (OCESP), un grupo de pequeños agricultores en Guerrero que protagonizaron protestas contra la tala de árboles que se hacía en las montañas de Sierra Madre para la Corporación Boise Cascade.
Los ambientalistas campesinos fueron perseguidos por intereses deforestadores y autoridades, siendo algunos de sus miembros atrapados, arrestados, torturados o asesinados. Detenidos por el ejército mexicano, Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera se convirtieron en una causa célebre del movimiento ambientalista internacional, hasta que el Presidente mexicano Vicente Fox los liberara a ambos en 2001. Ethel Kennedy y Mikhail Gorbachev estuvieron entre los miles de personas del mundo que prestaron su apoyo a Montiel y Cabrera. Hijo de las montañas de Guerrero como Arreaga, a Montiel se le otorgaron los premios ambientalistas Goldman y Sierra Club Chico Mendes.
Luego que se disipara la atención mundial sobre los bosques de Guerrero, Arreaga fue encarcelado por endebles cargos de asesinato antes que una renovada campaña internacional de Derechos Humanos lo ayudara a lograr su absolución en 2005. Mientras aún estaba en la cárcel, a Arreaga también le concedieron el premio Chico Mendes. En 2006, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México también reconoció los esfuerzos de Arreaga.
Describiendo a Arreaga como un "excepcional" hombre de familia, que persistía en sus luchas a pesar de encuentros personales con la violencia y la represión, Ríos dijo que el ambientalista nacido en la montaña era un "hombre que no sólo hablaba, sino que actuaba de acuerdo a sus creencias".
Sus hijas Evelia y María Elena recordaron a Arreaga como un padre "amoroso" y "afectuoso", que enseñó a su unida familia la importancia de honrar a la naturaleza, vivir rectamente e incluso orar por los que hablan claro. Predicador laico católico, Arreaga creía que la gente estaba en la tierra para cuidar del Paraíso de Dios y no para arruinarlo, dijo María Elena, agregando que a su padre le dolía imaginar niños creciendo en un mundo en que los animales que Arreaga conoció como joven, se estaban extinguiendo.
En su vida Arrega transmitió un sentido eco-mensaje no sólo a su familia, sino a comunidades remotas en la Sierra de Guerrero y luego a audiencias internacionales, tan distantes como Alemania.
"Todo su trabajo fue importante", dijo Valdovinos. "Él trabajó para educar a la gente a no quemar o dañar el bosque".
Felipe Arreaga y los Profetas Ambientalistas de Guerrero
Años antes de que el asunto del cambio climático fuera un tema importante internacional, Felipe Arreaga y otros miembros del OCESP advirtieron sobre cambios futuros en el medio ambiente. Desde sus casas en la montaña, los granjeros observaron cómo las lluvias iban escaseando y las fuentes de agua disminuían en número a medida que se iban talando árboles para pastura de ganado, campos de droga y madera comercial. La ecología se convirtió en la pasión de Arreaga, un hombre con poca educación formal que, sin embargo, poseía una comprensión auto-didacta de las complejas relaciones ambientales. Aún cuando estaba enfrentando su enjuiciamiento por un crimen que juraba no cometió, Arreaga quería hablar más de ecología que del apoyo mundial para su propio predicamento personal.
"Trae un momento de placer y felicidad saber que hay personas comprometidas con el medio ambiente", Arreaga dijo en una entrevista en la cárcel en 2005. "Yo digo no lo hagan por mí, sino por el medio ambiente, para los que vendrán y por los que estuvieron aquí antes".
Más tarde, mientras hablaba en un foro público sobre cambio climático en Petatlán, Arreaga se mostró visiblemente entristecido porque el alcalde del pueblo no había concurrido. "Toda la gente tiene una participación en proteger los recursos ambientales", dijo. "La lucha por el medio ambiente no es sólo para unos pocos", Arreaga declaró en su manera concisa y directa de hablar, "sino para todos los que beben agua… todos".
"En sus últimos años, Arreaga fue consejero de la Organización Ambiental de Mujeres en Petatlán, un grupo encabezado por su esposa Celsa. Casi inseparables, la pareja recorría las tierras altas de la Sierra y las tierras bajas de Costa Grande, difundiendo la palabra sobre ecología, plantando robles rojos y árboles frutales y hablando de reciclar. A lo largo del camino, se enseñó a jóvenes la importancia de la administración del medio ambiente. Con pocos recursos y lejos de los focos de los medios, Arreaga y Valdovino comenzaron e elevar la conciencia de las comunidades rurales.
Aunque Arreaga sufría de dolencias físicas, ayudó a combatir incendios de bosques este año, dijo Valdovino, y siguió adelante con su negocio de abono orgánico. Alrededor de una semana antes de su muerte, Arrega cosechó 20 grandes sacos de abono para la venta, dijeron miembros de su familia. Ahora depende de Evelia alimentar a las lombrices y cultivar el fertilizando dador de vida.
Pero hubo reveses, tales como la plaga que atacó a jóvenes árboles plantados por el grupo de mujeres en el 2003, según Valdovino. Violencia de narcos y política en la Sierra dificultaba la capacidad de Valdovino y su esposo para recorrer tanto como deseaban, se lamentó Valdovino. "Algunas veces Felipe se sentía cansado y lamentaba que sus años estuvieran contados", recordó su compañera. "Creo que puse mi granito de arena en la tierra", recuerda Valdovino que su esposo decía.
Con el OCESP en declinación, dependerá de la organización de mujeres continuar el trabajo iniciado por Arreaga y los otros hombres hace más de una década. "El proyecto continuará", juró Valdovino.
Derechos Humanos, Felipe Arreaga y el Futuro de México
El arresto de Arreaga en Noviembre del 2004, con cargos de asesinar al hijo de un contratista de tala de árboles fue la primera prueba sobre derechos humanos y justicia para la administración del Gobernador Zeferino Torreblanca, quien fue elegido con una plataforma reformista con el apoyo del partido PRD de centro-izquierda y los principales movimientos sociales de Guerrero del momento. Pero grupos de la sociedad civil, como el Centro de Derechos Humanos de Tlachinollan fueron rápidamente desilusionados por el fracaso de la nueva administración de Torreblanca para retirar los cargos contra Arreaga o investigar las razones detrás del arresto del ambientalista en primer lugar por una agencia de policía del estado con un largo registro de fabricar cargos contra activistas sociales y cosas peores.
Mientras Arreaga permanecía aún en la cárcel, sus partidarios cabildearon a Armando Chavarría, que era entonces secretario del interior del estado. Irónicamente, Chavarría caería luego víctima de la violencia. Renunciando posteriormente a la administración de Torreblanca, Chavarría asumió el puesto de presidente de la Legislatura Estatal de Guerrero. Ampliamente considerado como un probable candidato a Gobernador para el 2011, Chavarría fue asesinado en la capital de Chilpancingo en agosto del 2009. A pesar del clamor por parte del partido PRD de Chavarría y oros, nadie ha sido arrestado por un crimen que una vez más ha desequilibrado la escena política.
En cierta forma extraña, los sucesos más importantes que rodearon la vida personal de Felipe Arreaga parecieron anticipar las tendencias y crisis sociales. El ambientalista y sus seguidores quedaron intrigados por la habilidad de escoger el momento oportuno de su arresto del 2004, varios años después del episodio de Boise Cascade.
La detención de Arreaga ocurrió en medio de la carrera de Torreblanca para Gobernador, una campaña que mostró las características de un movimiento de masas. Luego de décadas de gobierno por el partido PRI, Guerrero estaba lleno de nacientes expectativas para una transición política, reforma y cambio. Sin embargo, en una vista retrospectiva, el arresto de Arreaga marcó en cambio el comienzo de una nueva era de aspiraciones frustradas, corrupción política, violencia y represión.
Aunque la oposición estaba en el poder después de la primavera del 2005, nuevos golpes de represión se desataron contra los granjeros que protestaban el ecocidia dique planeado La Parota, contra los grupos indígenas de La Montaña y las comunidades aisladas de Petatlán.
La narco-violencia ha manchado por mucho tiempo a Guerrero, pero la matanza aumentó cualitativamente a partir de fines del 2004. Como la administración federal del Presidente Felipe Calderón, el período del Gobernador Zeferino Torreblanco será tal vez recordado por los historiadores como el tiempo en que todas las reglas salieron volando por la ventana. Decapitaciones, ejecuciones en masa, ataques con granadas y un tiroteo el verano pasado en Acapulco que los residentes compararon con un despliegue de fuego en Beirut, todos llenan los archivos periodísticos de los últimos años.
Petatlán y la Costa Grande son dos de las áreas más golpeadas por la matanza, que está evolucionando en formas impredecibles. Además de la narco-guerra en proceso, una insurgencia armada de bajo nivel conducida por el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) está infiltrándose en Guerrero.
Arreaga era muy desdeñoso del actual gobierno y de los partidos políticos, pero insistía en una senda pacífica hacia el cambio revolucionario que, en su versión del mundo, se centraba en organizar la sociedad humana en forma que fuera respetuosa de la tierra, los recursos naturales y la vida animal.
La visión de Arreaga de un campo saneado y una economía rural vibrante era poco común para una generación más joven, cuyos modelos de roles visibles consisten en narco traficantes, portadores de armas, prostitutas e inmigrantes que dejan la tierra para arriesgarse a morir en el desierto de Arizona por una posibilidad de obtener trabajo como lavaplatos en el Norte.
La muerte de Felipe Arreaga Sánchez silenció una voz importante que demandaba un cambio profundo pero pacífico en una tierra lastimada por la violencia, la represión y la descomposición social.
El hombre que adoraba a la Madre Tierra fue sepultado en su amada Sierra Madre el jueves 17 de septiembre de 2009. Como escribió la periodista mexicana Francisca Meza: "El cielo nublado pareció indicar que hasta la naturaleza se entristeció por su deceso".
Para Yadira Ríos, la inesperada muerte de Arreaga fue análoga a la caída de un gran árbol. En el bosque- ella dijo- los grandes árboles eventualmente mueren para dejar espacio a los nuevos para desarrollarse, crecer fuertes y mirar desde lo alto al mundo como sus predecesores. "Esta es la esperanza que tengo".