Más de 800 representantes de organizaciones de toda América Latina se abrieron paso hasta la ciudad de La Esperanza, al norte de Honduras, para pronunciarse enérgicamente contra la militarización de sus naciones y comunidades. Luego de tres días de talleres, los partícipes leyeron su declaración final a las puertas de la Base Militar estadounidense en Palmerola, Honduras, a unas horas de la sede de la conferencia. La primera demanda en su lista fue el cierre de ésta y de todas las demás bases militares de EEUU en Latinoamérica y El Caribe. Hacia el fin de la manifestación, los muros de la base lucían cientos de mensajes y demandas pintados con aerosol en vivo contraste con su austeridad carcelaria.
Palmerola, también llamada Base Aérea Soto Cano, revivió algunos terribles recuerdos entre los cientos de participantes centroamericanos. El gobierno de Estados Unidos instaló la base en 1981 y la utilizó para desencadenar las operaciones ilegales de los contras sobre el gobierno nicaragüense. También la usó para transportar ayuda aérea a las operaciones contrainsurgentes en Guatemala y El Salvador y para capacitar a tropas estadounidenses en técnicas de contrainsurgencia durante las guerras sucias que produjeron más de 100,000 muertes; actualmente es la base para la "guerra antidrogas" patrocinada por Estados Unidos.
El II Encuentro Hemisférico Frente a la Mil i tarización convocó asimismo a la detención inmediata de la recientemente lanzada "Iniciativa Mérida", el nuevo Caballo de Troya de la administración Bush para volver a militarizar la región. La dec l aración relativa estipula que la medida "profundiza la injerencia militar norteamericana y contribuye a la militarización de nuestros países"; representantes de las naciones de Am é rica Central y de México, incluidas en el paquete de asistencia militar, se comprometieron a un proceso de monitoreo de fondos y de oponerse a futuras asignaciones de fondos. La Iniciativa Mérida fue anunciada por el presidente Bush como una iniciativa de colaboración "contra el narcotráfico, antiterrorismo y en pro de la seguridad fronteriza" en octubre de 2007.
Este modelo expande la ignominiosa doctrina de seguridad nacional de 2002 para imponerla ahora como el modelo de seguridad encabezado por Estados Unidos para el hemisferio. Es un enfoque que ofrece contratos de defensa colosales a las corporaciones estadounidenses y extiende el despliegue militar y policíaco para atacar problemas que van desde tráfico de drogas a inmigración ilegal y busca extender la hegemonía militar de Estados Unidos sobre tierras extranjeras. En Colombia y en otras áreas de su aplicación, ha probado tener los efectos de una escalada de violencia, su inutilidad para reducir los flujos de drogas, y el aumento y expansión de violaciones a los derechos humanos.
Entre las 14 resoluciones de la conferencia, otras tres rechazan aspectos de la Iniciativa: son "la derogación de todas las leyes antiterroristas que atentan contra los pueblos y criminalizan la lucha social" y que son resultado directo de la presión de Estados Unidos para imponer el desastroso paradigma antiterrorista de Bush; la demanda de "reemplazar el modelo militarizado de ‘guerra contra el narcotráfico’ con medidas de participación ciudadana, salud comunitaria, etcétera;" y "el pleno respeto de los derechos de los migrantes y la cancelación del "muro de la vergüenza" en la frontera EEUU-México."
Aunque en la superficie América Latina experimenta un período de relativa calma tras la brutalidad de las dictaduras militares y las guerras sucias, los dirigentes de movimientos sociales en todo el continente describieron un contexto de agresión y represión que se intensifica. Las organizaciones indígenas y campesinas que ocupan territorios codiciados por las trasnacionales se han vuelto blanco de desplazamientos forzados. Los movimientos sociales que protestan contra la privatización y los acuerdos de libre comercio son ahora tildados de terroristas y sus miembros encarcelados conforme a nuevas leyes antiterroristas que apenas alcanzan a servir como fachada legal de una represión abierta. El uso del ejército para combatir el narcotráfico se ha vuelto común y suele ocultar otras agendas de los poderosos; y las fuerzas policíacas se presentan a lidiar con los jóvenes como si el solo hecho de ser joven ya fuera un crimen.
Al examinar las amenazas de militarización en sus sociedades, los conferencistas emplean una definición más dilatada que la simple presencia de tropas y bases militares. "El Militarismo", declara la Campaña por la Desmilitarización de las Américas, es "la presencia diaria de la lógica militar en nuestra sociedad, en nuestras formas de economía, en nuestros vínculos sociales, y en la lógica de la dominación de género y la supuesta superioridad natural de los hombres sobre las mujeres." Mediante este concepto, la conferencia abarcó la profunda necesidad de modificar el sistema educativo y las normas sociales, de trabajar desde dentro de las comunidades y asimismo presentar demandas para el cambio de las condiciones externas que afectan dichas comunidades.
Pese a días de testimonios que a veces condujeron a la ira y al llanto, los delegados a la conferencia expresaron, por sobre todo lo demás, esperanza. La nueva constitución de Ecuador, y la decisión de expulsar la base militar de Estados Unidos en Manta, fueron citadas como prueba de progreso.
De la conferencia emergieron tanto planes concretos para la acción como un consenso alentador: las dimensiones del desafío pueden ser abrumadoras, pero el sueño de una paz duradera proporciona la luz irresistible al final del túnel. La declaración concluye con la siguiente nota: "… que por medio de campañas y acciones a nivel de base y con proyección nacional y continental, nos posibilitará alcanzar en un día no lejano el sueño de vivir libres de violencia, exclusión y guerra."
La Inciativa Mérida también fue tema de discusión en el Foro Social Américas que se llevó a cabo en la Ciudad de Guatemala del 7 a 12 de octubre. Más de 100 personas asistieron al taller organizado por el Programa de las Américas para analizar la Iniciativa y las repercusiones en la militarización de México y Centroamérica, la soberanía nacional, y la criminalización de migrantes y movimientos sociales. La Asamblea de Movimientos Sociales (ASM) que agrupó a representantes de organizaciones indígenas, campesinas, de mujeres, sindicalistas, pobladores(as), migrantes, artistas, LBGTI, jóvenes y niños(as), entre otros sectores, incluyó el siguiente párrafo en su declaración final: "Vivimos también el empuje de la lucha de los movimientos sociales, que tiene como eje central la lucha por la derrota definitiva del neoliberalismo, y que se expresa en una agenda de lucha y resistencia plural: como la lucha contra la militarización, y contra los planes del imperio como la Iniciativa Mérida, el Plan Colombia, el ASPAN, las bases militares, la Escuela de las Américas, la Cuarta Flota. Exigimos el cierre definitivo de las bases militares norteamericanas y la cancelación inmediata de la IV Flota." La declaración de la ASM también reafirmó "que la autonomía de las mujeres es condición para construir relaciones igualitarias en una nueva izquierda en las Américas libre de lacras del patriarcado." Se pronunció por "un pacto ético de no violencia y equidad" al interior de los movimientos, y "el derecho de las mujeres a decidir con libertad sobre sus vidas, cuerpos, sexualidades y territorios que habitan." |
Resumen de la Declaración Final del II Encuentro Hemisférico Frente a la Militarización "Para callar las armas, hablemos los pueblos", La Esperanza, Intibucá, Honduras, 3 al 6 de octubre de 2008Durante los días 3 al 6 de octubre en La Esperanza, Intibucá, Honduras, se llevó a cabo el II Encuentro Hemisférico Frente a la Militarización donde se dieron cita más de 800 delegadas y delegados de 175 organizaciones y de 27 países (México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Cuba, Haití, República Dominicana, Argentina, Perú, Bolivia, Ecuador, Chile, Uruguay, Paraguay, Colombia, Venezuela, Brasil, Puerto Rico, Australia, España, Italia, Holanda, Estados Unidos y Canadá), así como hermanas y hermanos de los Pueblos Originarios de Indoamérica (Mapuche, Aymara, Mayas, Lencas, Garífunas, Chorotegas, Emberá katíos del Altosinú, entre otros). Frente a la crisis del sistema capitalista se alza en el mundo una crisis múltiple (energética, alimentaria, ambiental, financiera, social y política). Con ello, la militarización se agudiza y sus efectos se recrudecen en el intento del sistema por controlar los espacios, los mercados y los recursos naturales. En nuestro hemisferio la militarización se hace evidente de múltiples formas. En su sentido más amplio, la violencia militar, institucional y policíaca son parte de esta continua escalada de represión, ocupaciones y saqueo de recursos naturales, que responde a la imposición del modelo económico neoliberal. En este contexto, desde el movimiento social luchamos por nuestros derechos, tierras y territorios. Por eso, diversas redes y organizaciones del continente nos hemos vuelto a articular en un esfuerzo estratégico y urgente para retomar voluntades y definir líneas de acción que permitan avanzar de modo más coordinado y efectivo ante la amenaza continental y global que representan la militarización, las guerras y la represión. Ante ello consideramos:
EXIGIMOS:
Los participantes del II Encuentro contra la Militarización,
Considerando todo lo anterior, reafirmamos nuestro compromiso de luchar por un mundo y un continente desmilitarizado, desarmado, libre de guerra, miseria y violencia. Estos días han permitido que profundicemos en el conocimiento de la realidad común que enfrentamos, así como identificar y formular las líneas de acción estratégicas que, como movimientos populares, nos permitan enfrentar la permanente agresión y criminalización que sufren nuestros pueblos y movimientos. Esto queda reflejado en nuestro Plan de Acción continental contra la militarización, que por medio de Campañas y Acciones a nivel de base y con proyección nacional y continental, nos posibilitará alcanzar en un día no lejano el sueño de vivir libres de violencia, exclusión y guerra. Para callar las armas, hablemos los pueblos! Con la fuerza ancestral de Iselaca y Lempira, se levantan nuestras voces de vida, justicia, dignidad, libertad y paz!
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