Los mexicanos dicen: ¡Integren esto!

Como parte de una alianza ampliada de grupos de la sociedad civil mexicana, que demandan la renegociación
del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ciudadanos de todas partes del país
ocuparon el Zócalo de la Ciudad de México y sus alrededores el 31 de enero. En una demostración
de unidad, en solidaridad con los productores agrícolas de su país, así como con
la consigna de que: "sin maíz no hay país", los granjeros mexicanos y otros grupos
parecen estarse organizando. La movilización mexicana pareciera estar unida en una clase de campaña
para incitar a comprar lo mexicano. Pero esto no es necesariamente cierto.

Algunos de los más de 300,000 marchantes protestaban en contra del incremento de precio del
maíz, pesticidas y fertilizante. Algunos en contra del Secretario de Agricultura. Otros sólo
lo hacían por una comida gratis. Había quienes marchaban en contra de los organismos genéticamente
modificados. Sin embargo, en el otro extremo de la marcha se encontraba un contingente de tractores,
que habían atravesado el país para hacer una dramática procesión a lo largo
de la Avenida Reforma, portando calcomanías en pro de los organismos genéticamente modificados,
patrocinados por Monsanto.

A pesar de estos variados (y algunas veces divergentes) intereses, la campaña mexicana en contra
del TLCAN está encontrando una directriz. Una
de las sesiones más concurridas del reciente Foro Social Mundial
México
2008 trató precisamente de la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América
del Norte (ASPAN), una llamada "añadidura
al TLCAN", negociada a puerta cerrada, y que ha estado causando descontento en Canadá, Estados
Unidos y México, pues se cree que a raíz de ésta se derivará una mayor dominación
antidemocrática por parte de las corporaciones. Los ciudadanos de las tres naciones deben estar
al tanto del ASPAN precisamente porque conjunta temas de una forma bastante siniestra. Seguridad, control
de los recursos naturales, militarización como respuesta a la guerra contra las drogas, la falta
de interés hacia los pequeños agricultores y la relación entre el TLCAN y el problema
de migración son los temas que están ahora incluidos dentro de la ASPAN—y dentro también
de las agendas de los movimientos sociales que se le oponen.

Tan lejos de Dios, tan cerca de los Estados Unidos

En varios niveles, la reciente marcha en la Ciudad de México es un asunto de interés
nacional. Algunas preocupaciones comunes, como la ilegitimidad del gobierno o la falta de atención
a las necesidades de los agricultores, fueron expresadas en las muchas pancartas que los marchantes ondeaban.
Sin embargo, debido a la gran diversidad de protestas, parecía como si cada uno marchara por sus
propias consignas.

Pero hay algunas cuestiones clave que unifican toda esta diversidad. Por ejemplo, la existente aversión
al papel que juega Estados Unidos en cuestiones de gran importancia, como la privatización de
PEMEX. La firma del contrato entre Halliburton y PEMEX, por $683 millones de dólares, a finales
de enero, ha llevado a una creciente especulación sobre la privatización de uno de los
más atesorados recursos de los mexicanos. La desigualdad que existe entre los países del
TLCAN en materia comercial, así como la toma por parte de trasnacionales de más industrias
mexicanas no pasarán desapercibidas.

Estas desigualdades son particularmente graves en el campo. Un agricultor en Estados Unidos recibe
subsidios directos o indirectos que equivalen a $150 dólares por hectárea. Cruzando el
río, el agricultor mexicano recibe solamente $45 dólares. De acuerdo con un reporte del
Centro de Estudios del Gasto Público, a pesar de la directriz de la Organización Mundial
de Comercio para la reducción de subsidios, Estados Unidos otorgó más de $611 mil
millones de dólares en subsidios entre 2000 y 2005, mientras que en el mismo período, México
dio $46 mil millones de dólares y Canadá $51 mil millones de dólares. Los subsidios
totales que dio Estados Unidos en 2005 sumaron casi 20 veces los que dio México.

Un pequeño productor de maíz y frijol del Estado de Campeche, participante en la marcha,
preguntaba: "¿Qué es esto del ‘comercio libre’? Se supone que es para todos, ¿no?
Pero "ellos" lo controlan y lo usan para lo que quieren". Un a ciudadana del Distrito
Federal, que observaba la marcha, comentó: "Los Tratados de Libre Comercio no benefician
a los productores, que son los que realmente trabajan. Obviamente, los subsidios que dan los Estados
Unidos a la agricultura no pueden compararse con el estado de abandono en que se encuentra el campo mexicano.
Estamos claramente en desventaja."

Algunos sectores, como la industria de los endulzantes, han caído en tal desesperación
que, en palabras de Dennis Olson, del Instituto de Agricultura y Políticas de Comercio (IATP por
sus siglas en ingles): "La mutua amenaza de pérdida de mercados y formas de subsistencia
ha obligado a los azucareros de México y Estados Unidos a trabajar en un acuerdo que de a ambas
partes una oportunidad de sobrevivir … esto podría ayudarnos a evitar otro desplazamiento de
agricultores mexicanos, que estarán obligados a emigrar al Norte si permitimos que el TLCAN se
implemente sin reservas." Alrededor de tres millones de empleos en México están relacionados
a la industria del azúcar.

De acuerdo con el Presidente Bush, en su último discurso annual sobre el estado del pa ís
en enero , la siguiente reunión de ASPAN tendrá lugar en Nueva Orleáns el 21 y 22
de abril. Si realmente nos importan las decisiones que son tomadas en nuestro nombre, es necesario que
representemos a nuestros pueblos de canadienses, estadounidenses, mexicanos y todas las variaciones que
de éstos derivan. Nuestros líderes siguen coludiéndose con los dueños de
Wal-Mart, Lockheed Martín, Chevron y Procter and Gamble (por nombrar sólo unos cuantos)
para entretejer todos los temas juntos y así obtener una cortina de humo, detrás de la
cual, los ciudadanos no podemos permitirles que tomen decisiones coercitivas sin consultarnos previamente.

Todos estos temas clave de migración, subsidios
y manipulación corporativa, que suceden sin tomar en cuenta al público, están consiguiendo
que haya gran descontento entre la población en todas partes de Norteamérica. Aún
cuando los motivos para marchar sean tan distintos, por lo menos los mexicanos están motivados
para salir a las calles en protesta. Si tan sólo las injusticias del TLCAN enojaran a la población
lo suficiente como para que obligaran a sus gobiernos a hacer algo.

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