Fotos de Daniel Orozco.
Este 2 de octubre del 2018, más de 90 mil personas, según las autoridades, marcharon para recordar la masacre de Tlatelolco. Reunidos en la plaza de las Tres Culturas, los contingentes empezaron su recorrido hacia el Zócalo capitalino a las 4 de la tarde.
A los 50 años de este evento definitorio de la historia mexicana contemporánea, las demandas del 1968 siguen vigentes y el Estado mexicano aún no ha aclarado lo que pasó este día y no ha castigado a los responsables. La Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas lamenta, de nuevo este año, “la ausencia de una adecuada investigación” (Comunicado de prensa de la ONU DH del 1er de octubre de 2018).
Sigue impune la masacre, sin embargo, “¡2 de Octubre No Se Olvida!”. Este año, medio siglo después, sobresalía la presencia de muchos jóvenes estudiantes, y la unión de varias generaciones para pedir, nuevamente, Justicia. Justicia para las víctimas de la masacre de Tlatelolco. Justicia para los cuarenta y tres normalistas de Ayotzinapa.
“Recuerdo, recordamos.
Esta es nuestra manera de ayudar a que amanezca
sobre tantas conciencias mancilladas,
sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta,
sobre el rostro amparado tras la máscara.
Recuerdo, recordemos, Hasta que la justicia se siente entre nosotros.”
El poema de Rosario Castellanos lo leyó Karina Gidi al empezar el mitin mientras seguía llegando el río de manifestantes al Zócalo.
Lo que pasó el 2 de octubre de 1968 fue la expresión de la violencia del Estado, de su bruta respuesta represiva frente a las demandas democratizadoras de su juventud. Este día, el Estado mexicano ordenó reprimir, disparando de manera directa a las y los estudiantes. Muchos—aún no se sabe cuantos—murieron; otros fueron heridos, golpeados, detenidos. En esta masacre, el “actor principal” fue el ejército, nos recuerda el Doctor Rodolfo Gamiño Muñoz. Y no hay justicia
Existen muchos vínculos entre la masacre de Tlaletolco y la desapareción de los 43 normalistas de Ayotzinapa. En los dos casos, ¡fue el Estado! como se escribió en letras gigantes en una de las primeras manifestaciones para exigir su presentación con vida. La violencia dirigida por un Estado criminal y su ejército en contra de su juventud.
Este 2 de octubre marcharon los padres de los normalistas y también levantaron su voz en el Zócalo. En el homenaje a las víctimas de Tlatelolco y de silencio y oscuridad por parte del Estado exigieron la no repetición.
Entre el dolor y la rabia también se notaba la esperanza de un cambio.
Si el 68 es el hecho emblemático de la tragedia en México, el movimiento del 1968 es sinónimo de la lucha por la libertad. Lo dijo Felix Hernández Gamundi, en un discurso que sonaba como una promesa. Porque desde entonces “fue creciendo el afán de libertad”, “floreció el periodismo”, “se fortaleció la academia”, todo esto al servicio de “un proyecto de construcción de un nuevo país”.
Jan Jarab, representante de ONU en Derechos Humanos, recalca, “la causa de los derechos humanos en México no se puede explicar sin el amanecer de indignación y creatividad de hace cinco décadas. En una parte considerable, los ámbitos de libertad que hoy se respiran en el país son legatarios del movimiento estudiantil de 1968”.
Acabando su discurso Felix Hernández Gamundi llamó a todos a unirse.
“Una sola generación no puede con este país”, y exhorta a rescatar la experiencia de este movimiento que “no dejó de luchar a lo largo de medio siglo reclamando justicia” por la vía pacífica. También dice que es necesario rescatar “nuestros sueños y nuestras posibilidades para vivir felices”.
La oportunidad aquí está, dice, de transformar el país en un país “libre, democrático y justo” y a esto se dedica el movimiento iniciado en el 68.
Fotos de Daniel Orozco.