Brigada Callejera: Sexo, revolución y cambio social

La alianza entre indios zapatistas, trabajadoras sexuales y travestis enseña la potencia
del cambio social en clave cultural, anclado en la vida cotidiana. En México, uno de los eslabones
fuertes del patriarcado y del machismo más prepotente, el Subcomandante Marcos abrió las
puertas al debate sobre la discriminación en un tema urticante.

¿Qué sentido tiene en la lógica revolucionaria clásica, recorrer miles
de kilómetros para reunirse en un remoto poblado con un puñado de putas y travestis? ¿Qué pueden
aportar tales alianzas para potenciar la "acumulación de fuerzas", tarea central de
los políticos profesionales? Parece evidente que desde una mirada anclada en la relación
costos-beneficios, semejante esfuerzo debe ser condenado por inútil. Sin embargo, el Subcomandante
Marcos se empeñó desde enero del año pasado en realizar ese tipo de encuentros
en el marco de La Otra Campaña, en el entendido de que se trata de buscar nuevas formas
de hacer política. Y que ello pasa por espacios alejados del mundanal ruido y con actores que,
como los indios, entienden el cambio social como afirmación de la diferencia.

Cuestión de encanto

La venta de condones es la principal fuente de financiación de los diversos proyectos de la
Red Mexicana de Trabajo Sexual. La elección del tipo de preservativo así como el diseño
y la elección del nombre, corrieron por cuenta de prostitutas y travestis, como forma de apropiarse
del instrumento de trabajo y protección.

"Cuando empezamos con el programa de prevención del sida—recuerda Elvira—nos dimos cuenta
que el precio era el principal problema. Para las mujeres mayores gastar 25 pesos en un condón
era invertir casi todo lo que cobraban del cliente". Primero buscaron donaciones del Estado, que
a través del organismo dedicado a la lucha contra el SIDA (CENSIDA) les donaba 60,000 preservativos
todos los meses. "Pero cuando empezamos a denunciar casos de corrupción nos bajaron a 3,600
condones".

Comenzaron a visitar diversos distribuidores y fabricantes y se encontraron que, al revés de
lo que indican las supuestas leyes del mercado, al comprar en cantidad los precios aumentaban. Contactaron
con un fabricante que aceptó venderles al mismo precio que a las farmacias y demás distribuidores. "Casi
nos caemos de espaldas. Nos vendía el condón a 75 centavos pero en las farmacias lo venden
a 12 pesos, o sea 15 veces el precio de costo", dice Elvira.

La Red comenzó a distribuir los condones a un peso, y con esa ganancia consiguen subvencionar
casi todos los emprendimientos, pero en particular las clínicas que consumen el grueso de sus
recursos. "Antes de ponerlo en venta hablamos con las compañeras, hicimos talleres para
ver cómo lo querían, porque había condones que olían muy mal, o irritaban
porque contenían sustancias dañinas. Ellas mismas le pusieron el nombre El Encanto,
en un proceso de debate de tres meses donde cientos de trabajadores y trabajadoras sexuales elegieron
entre 20 nombres". El nombre debía ser atractivo para el cliente y para ellas mismas. Actualmente
venden tres millones al año.

Pero las travestis (las vestidas como las denominan aquí), decidieron no usarlo porque
no se ajustaba a sus necesidades. "Decían que es muy fino y tenían razón,
porque estaba diseñado para uso vaginal y se les rompía". Consiguieron un condón
más fuerte y con más lubricante e iniciaron el mismo debate que con las prostitutas.
Finalmente decidieron poner en el sobre el arcoiris que representa la diversidad sexual y un triángulo
rosado. "Eligieron el nombre Triángulo porque es el símbolo con que los nazis estigmatizaba
a los homosexuales y de ese modo lo adoptaron como homenaje", dice Elvira.

Con el condón femenino fracasaron. Hace varios años comenzaron a importarlo desde Inglaterra
hasta que una empresa trasnacional descubrió que el mercado mexicano estaba creciendo y les
quitaron la distribución. En efecto, se trata de un mercado muy monopolizado. "Mientras
en el mundo existen 67 fábricas de condones, hay una sola de condones femeninos. Tendremos que
esperar a que aparezca la competencia", ironiza Elvira.

El Encanto tiene en el Subcomandante Marcos a su anunciante más célebre. En México
existe una larga experiencia de "ferias del condón" y "condonerías".
El noviembre de 2005 se celebró en la céntrica plaza del Zócalo, la 50ª.
Feria Nacional del Condón y en varios estados se realizan ferias locales de carácter
anual que recogen fondos para las organizaciones vinculadas al trabajo sexual. Hace poco tiempo estrenaron
la primera "condonería virtual" que puede visitarse en www.elencantodelcondon.com.

Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer es el colectivo mexicano que ha sido capaz, en los últimos
quince años, de tejer una amplia red de trabajo social con prostitutas y travestis, denominada
Red Mexicana de Trabajo Sexual. Eso implicó superar el papel de víctimas y convertirse
en sujetos que buscan ser reconocidos como trabajadores por sus pares y no como seres que han "caído" en
el oficio más viejo del mundo por ignorancia, pobreza o sumisión. Un breve recorrido
por sus emprendimientos revela la profundidad de un trabajo emancipatorio.

Educación, clínicas y condones

Una característica diferenciadora de la Red es que no quieren depender del Estado, aunque le
formulan constantes reclamos. Brigada comenzó su trabajo hace 15 años en base a un grupo
de sociólogos egresados de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El pequeño núcleo inicial—Elvira Madrid, Jaime Montejo y Rosa Icela—comenzó a
tejer una red que hoy alcanza 28 estados de la federación. Con el tiempo eligieron trabajar
de modo horizontal, pero no por motivos ideológicos. "El gobierno cooptó a muchas
coordinadoras estatales, una práctica habitual en la cultura política de este país,
y entonces vimos que lo mejor es el trabajo horizontal, de carácter asambleario y tratando de
no tener representantes", apunta Elvira.

La Red alentó a las mujeres a formar cooperativas para eludir la dependencia y hacerse dueñas
de sus fuentes de trabajo. Alquilaron hoteles y repartieron las ganancias entre las socias. Los primeros
fueron los travestis quienes formaron la cooperativa Angeles en Busca de Libertad. "Los hoteles
cooperativos funcionan en varios estados pero algunos fracasaron porque las socias terminaban reproduciendo
los mismos patrones de conducta contra los que se estaban organizando", comenta Rosa.

Pero el proyecto estrella, el más apreciado por las trabajadoras, son las clínicas.
Ya funcionan dos en el Distrito Federal, son autogestionadas y gratuitas. Nacieron por la discriminación
y la corrupción de los organismos estatales que sólo les extendían el carné correspondiente
a cambio de una coima. Además, señala Elvira, "tenían temor de los
análisis porque podía significar la pérdida de sus ingresos, ya que cuando una
chica tiene SIDA hay gobiernos estatales que ponen su foto en los hoteles para que no les alquilen
cuarto". Por el contrario, en las clínicas de la Red los análisis son voluntarios
y confidenciales, pero hacen siempre hincapié en la educación. "La mayor parte de
las trabajadoras sexuales son analfabetas y muchas son indígenas. Por eso dedicamos la mayor
parte de nuestros esfuerzos a la formación, a tal punto que la mayoría de las que participan
en la Red son promotoras de salud para que hagan formación entre sus pares, que es mucho más
efectiva".

Las clínicas, una de ellas situada en pleno centro de la ciudad, en la misma "zona rosa",
hacen análisis de papanicolau y colposcopías y también electrocirugías
porque, como dice Rosa, "en México el virus de papiloma humano provoca más muertes
que el VIH". Mientras los ineficientes hospitales públicos demoran hasta dos meses en atenderlas
y hasta un año en hacer la cirugía, en las clínicas de la Red tienen los resultados
en apenas una semana.

Las prostitutas y los travestis parecen entusiasmados con "su" clínica, a la cual
a menudo llevan a sus parejas y algunas arrastran a sus clientes. "La parte principal de nuestro
trabajo es el respeto, no cuestionamos porqué se infectaron sino que nos concentramos en educar
para que no les vuelva a pasar, para que no sean pacientes, para que lleguen a ser activas en el cuidado
de su salud", dice ahora Elvira. La asistencia se completa con un programa de alimentación
para las de menores recursos o que por alguna razón no puedan trabajar, un programa de apoyo
escolar a sus hijos y otro para que las madres terminen la escuela.

Los proyectos de la Red se financian con el "mercadeo social de condones". Los preservativos
se venden a precios diferenciales según la capacidad o el compromiso de los consumidores, y
representa el 85% de los ingresos de la Red. No tienen asalariados y los únicos que cobran por
su trabajo son los médicos. "No estamos de acuerdo con el trabajo sexual, pero
existe y va a seguir existiendo. Y mientras tanto tenemos que hacer algo. Fuimos un grupo abolicionista
pero luego vimos que no se trataba de salvar a nadie sino de trabajar juntos", interviene Jaime.
Para las que buscan otras alternativas, han creado un área de proyectos productivos entre los
que destacan artesanías, producción y venta de ropa, y condonerías. Aunque algunos
proyectos se han mostrado inviables, en la medida que las familias colaboran consiguieron que dos tercios
de los emprendimientos sigan en pie.

Un manual en la selva

En 2004, los miembros de Brigada Callejera entraron en contacto con el Colectivo de Salud para Todos
y Todas, estudiantes universitarios que coordinan proyectos de salud en los municipios autónomos
zapatistas en Chiapas. Durante dos años trabajaron con un grupo de promotores de salud de las
comunidades, indígenas designados por sus vecinos para especializarse en la asistencia sanitaria. "Uno
de los primeros retos fue romper el miedo a las supuestas resistencias culturales sobre el tema de
la anticoncepción, los derechos sexuales y las infecciones de transmisión sexual",
relatan.

Durante esas consultas y talleres decidieron los temas que abordaron luego en la elaboración
de un manual de largo y denso nombre: La Otra Campaña de Salud Sexual y Reproductiva para
la Resistencia Indígena y Campesina en México
. A lo largo de 270 páginas,
este texto repleto de ilustraciones destinado al trabajo con mujeres indígenas, recorre temas
habituales como anatomía y fisiología de los órganos de reproducción, uso
de anticonceptivos, embarazo, infecciones de transmisión sexual y otras enfermedades. Y también
hablan de aborto, aunque los catequistas lo condenan. "Samuel Ruiz, un hombre muy cercano a los
indígenas, cuando los zapatistas despenalizaron el aborto recorrió las comunidades diciendo
que es crimen", recuerda Jaime.

Pero hay módulos embebidos de diversas corrientes de salud alternativa. Uno de ellos está dedicado
a la "autonomía corporal de las mujeres", que pasa por la educación para prevenir
enfermedades, elegir cuántos hijos quieren tener y al disfrute de la sexualidad (un tema casi
tabú entre los indígenas). La autonomía del cuerpo supone, según este manual,
la exploración de los sentidos, la conexión con el lenguaje corporal y las diferentes
reacciones del cuerpo en situaciones extremas. Exploraciones que pasan por masajes colectivos y automasajes
estrechamente vinculados a una concepción holística de la salud y la curación.

Día Nacional del Trabajo Sexual: Contra la violencia sexista

Los crímenes y agresiones contra trabajadores sexuales son cosa de todos los días. El
11 de julio de 2006 un grupo de militares violó a 14 bailarinas en Castaños, Coahuila,
sin que hasta ahora se haya castigado a los responsables. En el barrio La Merced, en la Ciudad de México,
en sólo 15 días de julio del año pasado fueron asesinadas cuatro trabajadoras
sexuales.

Al conmemorarse el primer aniversario de la violación masiva de Castaños, la Red Mexicana
de Trabajo Sexual comenzó a celebrar el Día Nacional del Trabajo Sexual como forma de
llamar la atención sobre la violencia y discriminación que sufren las prostitutas y los
travestis. Un informe de la Red manifiesta su rechazo a las "zonas de tolerancia" implantadas
en varias ciudades, ya que "son un sistema de control que legitima la explotación sexual,
económica y sicológica de menores y adultas vinculadas al sexo comercial". Sin embargo,
la Red asegura que luego de siete años de monitoreo encontró que entre las principales
violaciones a las trabajadores sexuales se encuentran las desapariciones forzadas y los secuestros
de sus hijos que son explotados sexualmente.

La elaboración de este manual supuso vencer no pocas resistencias. En cuanto a la planificación
familiar, aparecieron tres, bien diversas, vinculadas a experiencias concretas de las comunidades:
los esquemas gubernamentales de planificación familiar de carácter represivo y autoritario;
la prohibición religiosa de la anticoncepción; y "la postura guerrillerista de poblar
la tierra con cada hijo guerrillero". Desde tres ángulos diferentes, las tres pasaron por
alto la voluntad de las mujeres. El manual se está utilizando por los cientos de promotores
que trabajan en decenas de clínicas construidas por los zapatistas, en más de una década,
en las mil comunidades que los apoyan.

En contra de lo que pensaban al comienzo de su trabajo, cuentan Elvira y Rosa, las mujeres de las
comunidades de la selva Lacandona estaban ávidas de anticonceptivos. Y poco a poco
se van abriendo a otros temas. "Nosotras trabajamos la promoción de salud sexual
y reproductiva como una práctica de libertad y no como imposición o prohibición.
Por eso también trabajamos el respeto a las personas homosexuales, lesbianas, bisexuales y transgénero.
No es fácil, pero se empiezan a ver parejas de chicos caminando de la mano en su comunidad.
O mujeres que toman la decisión del divorcio cuando antes del zapatismo eran los padres los
que les elegían marido. Esto es cambio social, y vaya qué cambio".

¿Pueden los travestis cambiar el mundo?

¿Y los indios? Hace medio siglo uno de los fundadores del llamado "socialismo científico",
que era en realidad un romántico empedernido, escribió que los proletarios podían
cambiar el mundo porque no tenían nada que perder "salvo sus cadenas". Hoy, los herederos
de aquellos proletarios se muestran remisos a la hora de perder privilegios como el trabajo fijo y
la jubilación, rechazan pagar impuestos y hacen huelgas para evitar que se les aplique el impuesto
sobre la renta.

En este sentido, el propio Marcos da una pista en su epílogo del manual, al desnudar cómo
la alianza entre salud y sexo es uno de los núcleos duros del control social. "El capitalismo
convierte la salud en una mercancía y los administradores de esa salud, médicos, enfermeros,
enfermeras, y todo el aparato de hospitalización o de distribución de la salud se convierte
también en una especie de capataz de ese negocio y convierten, en efecto, al paciente en un
cliente al que hay que sacarle lo mayor posible de dinero sin que esto implique necesariamente que
va a tener más salud". No parece casualidad que, en ese camino por romper dependencias,
los zapatistas se hayan topado en el terreno de la salud con prostitutas y travestis organizados, grupos
que se han visto forzados a tomar en sus manos el control de la salud. Así mirados, unas y otros
pertenecen a la categoría de los "desechables", que apenas tienen cadenas, materiales
y simbólicas, que perder.

TE RECOMENDAMOS