La vida en nuestro planeta es un proceso de alimentación. Los organismos vivos deben su
variedad a la búsqueda de alimentación y a la adaptación para nutrirse de su
ambiente. Desde un tiempo sin memoria humana, los animales recuerdan los sitios hacia donde emigrar
en busca de alimento seguro y las plantas vuelan esporas o premian con frutas a las aves que llevan
sus semillas a otros suelos.
Alimentarse implica el uso de un espacio de tierra o agua donde hay nutrientes. Plantas y animales
buscan asegurarse ese espacio. Algunos desarrollan una especialidad para nutrirse en medios menos competidos.
Los otros lo hacen en competencia y comienzan los conflictos territoriales. Los vegetales son discretos;
el aromático tomillo envenena con sus raíces a los vecinos, por ejemplo. Entre los animales
los hay con territorios móviles, como entre fuga y esperanza y los hay con un territorio fijo,
que marcados con trinos u olores son un primer enunciado de propiedad y soberanía.
El hombre surgió en ese proceso y ha peregrinado por etapas entre los diversos modelos: recolector,
cazador, pastor de rebaños nómadas siguiendo el orden natural. La sublimación
de lo animal ocurre cuando inventa la agricultura. Nace el concepto de tierra propia, cuando la ciencia
y el esfuerzo permiten vivir en un solo lugar, con independencia de las estaciones. La agricultura
necesita administrar producción, almacenamiento y distribución de productos; nace la
economía. Los excedentes que se truecan crean el comercio.
Ya tenemos el hombre moderno, que al acumular cosas intercambiables descubre la riqueza y con ello,
la codicia y otros peligros. Para controlar el pandemonio se elaboran normas públicas de conducta;
nace el derecho, que es compendio de las normas adoptadas en la circunstancia de cada sociedad. La
libertad de elaborar normas y políticas según las necesidades nacionales se le llama
soberanía.
El foco de la atención se desplazó de la agricultura a la producción industrial
y de servicios, pero su importancia sigue igual. Las personas que mueven las nuevas actividades no
pueden comerse sus plásticos, sus aceros o sus telecomunicaciones; ahora como antes, comen lo
que produce la agricultura. Por eso la forma clásica de doblegar a un adversario es privarlo
de alimentos: asedios, bloqueos, quemas. La forma moderna de conquista es abrir la importación
de alimentos subsidiados que arruinan a los campesinos locales; sin campesinos no hay comida nacional
y cuando hay dependencia externa del alimento, no hay soberanía.
Anomalías en el patrón del comercio
Las últimas décadas han visto un aumento del comercio internacional de productos agrícolas,
pero con un patrón de intercambio que contradice las doctrinas de comercio internacional. Según
David Ricardo, las ventajas comparativas en costo de producción crean la especialización
en el comercio. El teorema Hecksher-Ohlin explica que el intercambio se realiza por la abundancia relativa
de los factores de producción: países de capital abundante exportan bienes intensivos
en capital (industriales); países de mano de obra abundante exportan bienes intensivos en mano
de obra (textiles, agrícolas). La agricultura es una actividad que requiere mano de obra, pero
sucede que los dos grandes exportadores son capitalistas: Estados Unidos y la Unión Europea;
no es por eficiencia natural, sino porque subsidian su producción agrícola.
El cuadro de la FAO muestra como es la distribución del mercado internacional1. Los
subsidios distorsionan los precios, que son el instrumento distributivo de la riqueza en la economía
de mercado. La caída de precios no afecta a los productores europeos o norteamericanos porque
sus mercados están protegidos con barreras proteccionistas, pero si empobrece a los productores
de los otros países. Los grandes beneficiarios de los subsidios—que pagan los contribuyentes—son
las grandes empresas agroindustriales que compran sus insumos en el mercado internacional. Es así como
el precio de los productos agrícolas básicos baja y sube el costo de los alimentos al
consumidor.
Diferencias entre seguridad y soberanía alimentaria
La seguridad alimentaria es un término corriente, que se puede aplicar en escala familiar,
local, nacional o mundial, pero que políticamente se refiere a una estrategia nacional para
asegurar a la población, en modo permanente, la alimentación. Eso no implica autosuficiencia,
sino políticas que produzcan estabilidad en precios y en suministro; para dar un futuro previsible
al productor nacional y al mercado. Eso se logra coordinando los recursos de cada país con la
disponibilidad del mercado internacional.
Todos los países importan aquello que producen en cantidad insuficiente o que no producen,
pero varían las facilidades a la importación (apertura). La importación no garantiza
la seguridad alimentaria; un informe de la FAO2 dice: "…es
probable que haya diferencias significativas en el impacto [de la apertura comercial] para los productores
y comerciantes de pequeña escala, los habitantes rurales y los consumidores, dentro y entre
los países." Al contrario, si la importación disminuye o elimina la producción
nacional, habrá menos estabilidad y seguridad de suministro.
En febrero 2004, tuvo lugar en Washington la Reunión del Ministerio Social Católico
(Catholic Social Ministry Gathering); donde Bruce Anderson, profesor del St. Mary’s College, Halifax,
Canadá, enfocó el dilema cuando puso en duda que el circuito global de producción
y dinero de las transnacionales sea más importante económicamente que la multitud de
circuitos locales donde la gente trabaja, produce, consume y vive. La reunión recomendó,
como solución para la seguridad alimentaria, apoyar la agricultura en la comunidad para preservar
el tejido social3, en un mundo de población creciente.
El concepto de Soberanía Alimentaria fue enunciado por Vía Campesina en 1966: "Soberanía
Alimentaria es el derecho de la gente para definir su propio alimento y agricultura; de proteger y
regular la producción agrícola doméstica y el comercio para lograr objetivos de
desarrollo sostenible; de determinar la cobertura de su autosuficiencia; de restringir el versamiento
de productos en sus mercados; y de proveer a las comunidades locales de pescadores la prioridad en
la administración del uso y los derechos a los recursos acuáticos. La Soberanía
Alimentaria no niega el comercio, al contrario, promueve la formulación de políticas
comerciales y prácticas que apoyen el derecho de los pueblos a una producción segura,
saludable y ecológicamente sostenible4."
El concepto de soberanía alimentaria le otorga el rango de asunto fundamental para la seguridad
nacional. Rango que en Estados Unidos, Europa y el Japón, siempre ha tenido. Desde la antigüedad
ha existido el bloqueo y en la Convención de Viena sobre Derecho Bélico se le equipara
a una declaración de guerra. Después de la última guerra mundial sólo los
Estados Unidos están en condiciones de imponer bloqueos y pasan de setenta los países
que han sido objeto de su "embargo" comercial. En este momento son trece5.
Los acuerdos comerciales
El GATT, el primer acuerdo comercial multilateral, dejaba afuera la agricultura. En la Ronda Uruguay
se firmo un Acuerdo sobre Agricultura, que la incluía en el sistema multilateral, administrado
por la OMC (1995). Los rasgos principales del acuerdo eran: a) el sistema de cuotas de importación
(restricciones cuantitativas) se remplazaba por aranceles equivalentes; b) los subsidios que distorsionasen
precios serian reducidos a partir de su nivel en 1986; c) una erosión progresiva de los aranceles
consolidados. De todo eso, las cuotas, defensa típica de los países en desarrollo, se
remplazaron con "cuotas arancelarias" crecientes; la erosión arancelaria se discute
y los subsidios de Estados Unidos se han duplicado (Farm Bill, 2007).
La negociación en la OMC esta trabada, por subsidios y por protección a sectores vulnerables.
La apertura de mercados se busca ahora mediante acuerdos regionales y bilaterales, cuyos resultados
para los agricultores no subvencionados, son, en el mejor de los casos, imprevisibles. La Unión
Europea negocia Acuerdos de Asociación Económica y los Estados Unidos Tratados de Libre
Comercio, ambos remplazan relaciones preferenciales sin reciprocidad con países en desarrollo.
La diferencia es que para dar las viejas preferencias ahora se exige—entre otras cosas—apertura de
mercados agrícolas, esto es el derecho de volcar allí productos con precios subsidiados.
Guatemala es muy vulnerable a esos peligros, no hay sino que pensar en la hambruna de Zacapa.
Conclusión
Las políticas de seguridad y de soberanía alimentaria pueden prestarse a un proteccionismo
que enriquezca a sectores internos influyentes, pero eso es asunto de adecuada supervisión institucional
interna. Los acuerdos comerciales que proponen Estados Unidos y la Unión Europea—en OMC y afuera—tienen
un enfoque del comercio agrícola opuesto a la soberanía alimentaria y son peligrosos
para la seguridad alimentaria de los países en desarrollo, porque abruman a sus campesinos;
sobre todo mientras no haya recorte muy sustancial de los subsidios que impiden una competencia leal.
Los subsidios que viajan no son parte de la naturaleza.
Notas
- FAO: Agricultural
Commodities: Profiles and Relevant WTO negotiating issues, 2003. - FAO: Trade Reforms and Food Security; 2003, pgs. 16-17.
- Understanding Global Trade Free trade and food security: compatible?; www.ncrlc.com/greenribbon.html.
- Wikipedia.
- Según actualización de mayo 2006 a julio 2007 son:
Balcanes [sic], Belorusia, Burma, Costa de Marfil, Cuba, RD Congo, Irán, Irak, Liberia, Corea
del Norte, Sudan, Siria y Zibawe. Libia recién sale de la lista. Office of Foreign Assets Control
OFAC: www.TREAS.gob/offices/enforcement/ofac/programmes/index.shtml.