En 2006 Guatemala vive una situación social crítica, que tiende a empeorar. El 56% de la población es pobre y el 21% vive en extrema pobreza. El 63% del PIB se concentra en el 20% de la población (Índice GINI). El 80% de la población no esta cubierta por la seguridad social1. La desocupación se incrementa y se multiplica la inseguridad. Los conflictos por la tierra o la educación o la salud o el ambiente, son tensos.
En esas condiciones, Guatemala fue el cuarto país centroamericano que entró en la órbita del CAFTA, desde el 1 de julio. Es una experiencia sensorial, porque la conciencia del rumbo es nula. No hubo negociación sino adhesión a un texto, redactado en Washington, que es igual para todos; cambia tan solo la agenda de libre importación en algún producto. El texto se aceptó, alabó y proclamó, sin estudio previo de las consecuencias.
La vida dentro de CAFTA
Si se reconoció en el congreso que CAFTA tendría efectos sociales negativos, pero sin especificar cuales. La promesa de legislar medidas de compensación no fue que un gesto púdico fingido para encubrir su aprobación. Hasta ahora no se han estudiado ni legislado nada; pero el congreso sigue aprobando lo que Washington exija.
Este par de meses nos da algunos indicios pintorescos del modo cómo se manejan las cosas estando ya dentro del acuerdo. La solución de sus problemas debió estudiarse antes de implementarlo; ahora estamos corriéndoles detrás con medidas improvisadas.
Pollo
La apertura de las importaciones de pollo dio lugar a una riña entre empresarios por los dulces de la piñata, como sucede con todos los contingentes. Ese