En la construcción del entramado para forjar un estilo de crecimiento socialmente aceptado, políticamente viable y respetuoso de los recursos naturales al grado de que garantice su uso racional y preservación para las futuras generaciones, convergen innumerables esfuerzos, a veces contrapuestos, provenientes de los gobiernos federal, estatales y municipales, de los inversionistas nacionales y extranjeros, de la academia y de las organizaciones de la sociedad civil.
En este contexto, la Península de Baja California es un verdadero laboratorio de donde se están obteniendo múltiples enseñanzas por el mosaico de retos que se presentan y por la riqueza de propuestas vanguardistas para solucionarlos. En la parte central de esta excepcional región, la Reserva de la Biosfera del Vizcaíno (Rebivi) constituye un verdadero microcosmos, único en el mundo, como otras áreas de la región del Mar de Cortés del que forma parte.
Se puede conocer la Misión de San Ignacio, intacta desde la llegada de los españoles. Foto: Miguel Ángel Torres |
Pero, ¿qué hacer en un territorio que a grandes rasgos presenta adversidades variopintas para impulsar el