Según las encuestas el presidente Luiz Inacio Lula da Silva salió indemne de la crisis política por corrupción que atravesó su gobierno en el año 2005. Con una popularidad en ascenso, lo más probable es que sea reelegido por otros cuatro años en las elecciones de octubre. Sin embargo, otros datos indican que se han producido cambios importantes que limitarán sus posibilidades.
Las encuestas difundidas desde enero no dejan lugar a dudas: Lula recupera buena parte de la popularidad que perdió en el año 2005 y está en muy buenas condiciones para conseguir la reelección en octubre, o a lo sumo en noviembre cuando se celebre el balotaje. En todos los escenarios Lula supera a Geraldo Alckmin, gobernador del estado de Sao Paulo, candidato del opositor Partido Socialdemócrata (PSDB).
Los apoyos sociales que Lula recibe han ido cambiando a lo largo de los tres años y tres meses de su gestión. Las bases tradicionales en que se apoyaba el Partido de los Trabajadores (PT) provenían de los trabajadores manuales de la industria y de una parte de las clases medias urbanas con formación universitaria. Ahora ese perfil se modificó, a tal punto que el programa de asistencia Bolsa Familia, creado en octubre de 2003, es lo que explica por sí solo el crecimiento de Lula. Una encuesta de Datafolha del mes de febrero, asegura que Lula tiene un 48% de intenciones de voto frente al 43% de su más inmediato seguidor, el alcalde de la ciudad de Sao Paulo, José Serra. Pero entre los que participan en el programa Bolsa Familia o tienen algún familiar en el programa, ese porcentaje sube hasta el 58%. Por el contrario, entre quienes no participan en el programa ni conocen a nadie que participe, Lula recibe apenas el 41% de los votos frente al 47% de Serra. Las diferencias con Alckmin son aún mayores 1.
Bolsa Familia atiende a casi 9 millones de familias pobres, o sea algo más de 30 millones de personas en un país de unos 180 millones de habitantes. Se estima que el programa llega al 77% de las familias pobres con ingresos inferiores a 100 reales (unos 45 dólares), que son en total 11 millones, y que el 49% de los beneficiados viven en el Nordeste. Es en esta región, que hasta ahora fue un enclave de caudillos de la derecha, donde el gobierno de Lula recibe su mayor nivel de aprobación: 55% frente al 29% en el Sudeste, la región donde nació el Partido de los Trabajadores y donde tuvo hasta las elecciones de 2002 su mayor arraigo. Los escándalos de corrupción tienen peso en la opinión política de las capas medias y de los trabajadores sindicalizados, pero entre la población más pobre su relevancia es muy baja.
Estancamiento y finanzas
Uno de los peores datos que recibió el gobierno de Lula fue que en 2005 el crecimiento económico fue mucho menor del esperado: apenas un 2,3%, el más bajo de América Latina luego de Haití. En los tres años del gobierno Lula el crecimiento económico ha sido mediocre, un promedio del 2,6%, más bajo que durante los tres primeros años de Fernando Henrique Cardoso, que fue del 3,4%. El