El insólito viaje del Presidente Alvaro Uribe para presidir el equipo negociador colombiano durante la presente ronda de negociación para el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos no tiene precedentes. No parece que sea para la defensa de los intereses colombianos, sino para asumir personalmente la responsabilidad de su entrega. Las frecuentes renuncias de negociadores, en protesta contra las instrucciones que reciben, señalan una reluctancia a entregar el país. No hay siquiera un estudio previo de los efectos de adherir a la propuesta de Estados Unidos.
La posición del Presidente Uribe es bien conocida: está a favor del ALCA, del AFTA, y sostiene que