El primer Foro
en Defensa del Maíz
Reacciones diversas:
el gobierno, la industria y los organismos internacionales
La vía de la autogestión
Un diálogo decepcionante
Diagnósticos propios
Una lucha internacional
El Segundo Foro en Defensa del Maíz
Notas
Para mayor informacion
El maíz no es una cosa: es, como la tierra, un tramado de relaciones. El embate contra el maíz es un intento por erosionar el tejido social que ha logrado que los campesinos sobrevivan por derecho y entereza. Todavía es incontrovertible que la mayoría del mundo es campesina–y para efectos prácticos alimenta al grueso de la población–pero es cierto que nunca antes el embate contra ellos fue tan frontal. En todo el mundo se quiere desaparecer a los campesinos, y al conjunto de relaciones que conforman un modo de vida.
México es centro de origen del maíz mundial. Alrededor de 3.2 millones de campesinos–en su mayoría ejidales–cultivan maíz; 35 por ciento de la producción se destina al autoconsumo.1 La producción de maíz en México representa el 60 por ciento del cultivo de granos.
Pese a su gran relevancia en la cultura, la economía y la sociedad mexicana el maíz fue incluido en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN )–a contrapelo de la opinión de los campesinos mexicanos–suponiendo que la apertura comercial forzaría la reconversión de cultivos hacia productos con mayor competitividad en el mercado internacional.
Alguna demandas del movimiento En Defensa del Maíz Al gobierno mexicano:
A las instituciones internacionales
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Las importaciones de maíz crecieron. Tan sólo entre 1994 (fecha en que dio inicio el TLCAN ) y 2001 (año en que se dio a conocer la contaminación del maíz) se importaron de Estados Unidos 35.22 millones de toneladas del grano.2 Según el investigador Luis Hernández Navarro, “Esto puso en peligro inmediato a unos 2.3 millones de productores de maíz con predios de menos de cinco hectáreas, pues su actividad no sería competitiva. Según los cálculos gubernamentales, 4.7 millones de hectáreas tendrían que reconvertirse a otro cultivo y se dejarían de producir 7.1 millones de toneladas de maíz correspondientes a esa superficie.Lo que no previeron los expertos, que suponen saberlo todo desde el escritorio, es que al desplazar a los pequeños productores de otros cultivos afectados por la liberalización, los agricultores se refugiaron en el maíz. Desde la entrada en vigor del TLCAN en 1994, y hasta el año 2000, la producción del cereal se mantuvo en promedio en 18 millones de toneladas y una superficie de 8.5 millones de hectáreas sembradas”.3
El desplazamiento de sus mercados y sus tierras no fue el único embate a la vida de los pequeños productores de maíz. Las miles de toneladas de maíz importado escondía otro peligro. Revuelto con el maíz común, se calcula que llegan aproximadamente un millón a un millón y medio de toneladas de maíz transgénico al año provenientes de Estados Unidos.4
Las leyes mexicanas prohíben el cultivo de maíz transgénico en México debido al riesgo que puede representar para las variedades nativas. Las investigadoras Ana de Ita y Pilar López cuentan la historia: “En 1995, los especialistas nacionales e internacionales de maíz, convocados por el Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT ), el Instituto Nacional de Investigación y Fomento Agropecuario (INIFAP ), y el Comité Nacional de Bioseguridad Agrícola (CNBA ), preocupados por la liberalización comercial inminente del cultivo de maíz Bt [el más conocido maíz transgénico] en Estados Unidos, señalaron que ‘si en Estados Unidos se desregula el maíz transgénico, lo más probable es que llegue a México en un tiempo muy corto. Aun cuando parte de ese maíz transgénico no se adaptara bien a México, es casi seguro que habrá polinización cruzada con el tiempo’. A fines de 1998, el Comité, estableció una moratoriade facto al no aceptar nuevas solicitudes para realizar pruebas de campo para la siembra del maíz transgénico”.5
Pese a la moratoria de facto para la siembra, la contaminación pudo ocurrir pues el gobierno mexicano permitió la importación de un maíz sin identificación e incrementó las importaciones por encima de las cuotas asignadas. Siendo Estados Unidos el mayor productor de maíz transgénico del mundo, con unos 8 millones de hectáreas cultivadas con maíz transgénico, era altamente probable que éste fluyera a México, revuelto con el maíz común. Ya que Estados Unidos se niega sistemáticamente a separar el maíz convencional del maíz transgénico y el gobierno mexicano no se lo ha exigido, eso fue lo que ocurrió.6
El primer Foro en Defensa del Maíz
Objetivos principales de los diagnósticos propios
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En 2001, las comunidades de las Sierras Norte y Juárez de Oaxaca, junto con los investigadores Ignacio Chapela y David Quist de la Universidad de California en Berkeley anunciaron el descubrimiento de maíz mexicano contaminado con ADN de maíz transgénico. Al divulgarse en la revista Nature, rápidamente provocó controversia.
En septiembre de 2001 el gobierno mexicano confirmó el hallazgo, con estudios propios en los estados de Puebla y Oaxaca. Al mes siguiente, diversas organizaciones civiles mexicanas exigieron que el gobierno frenara de inmediato las importaciones de maíz genéticamente modificado y presentara un plan para “prevenir y revertir la contaminación transgénica, haciendo que las empresas responsables pagaran indemnizaciones a los campesinos afectados, por daños”.7
El revuelo adquirió tintes de debate álgido desde noviembre de 2001. Newsweek le dedicó su portada al miedo por la contaminación de transgénicos en el maíz mexicano.
Los días 23 y 24 de enero de 2002 tuvo lugar en la Ciudad de México el Primer Foro en Defensa del Maíz que convocó a más de 300 participantes de 120 organizaciones e incluyó a autoridades de comunidades de Oaxaca, Chiapas, Puebla, Tlaxcala, Veracruz, Morelos, Guerrero, Michoacán, Jalisco, Colima, Chihuahua, Sonora, el estado de México y el Distrito Federal; organismos civiles, académicos, investigadores locales y extranjeros e incluso representantes de algunas dependencias gubernamentales.8
La intención fue iniciar una discusión en torno a la defensa del maíz, dilucidar las previsiones del gobierno en torno al problema y emprender un camino propio. En el foro, Eyeli Huerta–coordinadora de Gestión Ambiental de Técnicas y Análisis de la Comisión Nacional para la Biodiversidad (Conabio)–, anunció los resultados preliminares de nuevos estudios en curso que indicaban rastros de material transgénico en las muestras tomadas en 22 comunidades de la Sierra Norte de Oaxaca y en el Estado de Puebla.
Una de las conclusiones más contundentes del foro fue constatar que la contaminación del maíz tradicional forma parte de una escalada contra la vida y la economía campesina. El 85 por ciento del territorio nacional se siembra con maíz nativo de semilla seleccionada y guardada año tras año.9 Los modelos gubernamentales de “modernización” del campo y las campañas de las grandes empresas semilleras intentan romper esta forma de autonomía alimentaria, con el uso de semillas patentadas que requiere de la compra anual y pago de licencias de uso. El maíz contaminado con variedades GM patentadas no sólo podría desplazar las variedades tradicionales: puede llevaría a la dependencia en las transnacionales.
El Grupo ETC advirtió que empresas como Monsanto podrían “demandar e incluso llevar a la cárcel, o cobrar sumas muy fuertes a los campesinos que fueron contaminados en sus predios por la semilla de transgénicos diseñadas por esta compañía, alegando que esas semillas o esos genes de esas semillas están patentadas por la mega-transnacional”.10 Así, el trasiego de maíz transgénico a México esconde la intención de garantizar que el cultivo del maíz, en su totalidad, entre a la lógica del mercado.
En el foro se planteó que el problema del maíz no se reduce a la contaminación con transgénicos, y que como su problemática tiene muchas aristas, debía asumir una visión integral de la defensa e importancia del maíz. Se reflexionó sobre las posibles propuestas de solución para detectar la contaminación del maíz en las regiones, las posibilidades de organización regional que podría defender y expandir los saberes tradicionales y contemporáneos locales; las acciones legales contra las empresas y el gobierno mexicano.
“Necesitamos abrir espacios”, declararon en las conclusiones “en donde se socialice, desde diferentes lados, información que de otra manera estaría dispersa y que no necesariamente los medios de comunicación recogen. No sólo la información centralizada sino aquella proveniente de muchas fuentes y muchos niveles”.
A tres años de distancia, tal vez el logro más importante del Primer Foro en Defensa del Maíz, fue la discusión horizontal, interdisciplinaria y plural entre campesinos–indígenas y no indígenas–, investigadores, académicos, representantes de organizaciones de agricultores, ecologistas e incipientes y potenciales redes de consumidores.
Reacciones diversas: el gobierno, la industria y los organismos internacionales
Conclusiones del Segundo Foro “En Defensa del Maíz
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Entre marzo y octubre de 2002 se desencadenó una avalancha de declaraciones en diversos foros, reuniones y juntas interinstitucionales de nivel nacional e internacional. La reacción a la contaminación de maíz en México, el trabajo de difusión llevado a cabo por grupos internacionales como Grupo ETC y GRAIN, y la fuerte presencia convocada en el Primer Foro en Defensa del Maíz provocó reacciones en el Foro Social Mundial en Porto Alegre en febrero de 2002. Allí algunas organizaciones civiles hicieron un fuerte pronunciamiento en pro de un plan de emergencia para proteger los bancos genéticos y enfatizar la urgencia de mantener la moratoria de liberación de transgénicos. El movimiento mundial Vía Campesina (y otras organizaciones) denunció en Roma, durante la Cumbre de la Alimentación+5 en junio de 2002 la contaminación en México y enfatizó la amenaza de los transgénicos para la soberanía alimentaria y los derechos de los agricultores.11
Mientras la sociedad se organizaba para defender el maíz, funcionarios gubernamentales, representantes de organismos internacionales y empresarios también reaccionaron frente a la contaminación.
Entre octubre de 2002 y diciembre de 2003, varias dependencias y funcionarios amagaron con suspender la moratoria que prohíbe la siembra de maíz transgénico, con el alegato de que si ya se contaminó pues que siga, y arguyendo que traería beneficios al campo mexicano en mayores rendimientos, mayor resistencia a plagas, sin tomar en cuenta el riesgo a la biodiversidad.12 Su actitud provocó la crítica de las organizaciones sociales:
“Desde que se conoce la contaminación en el 2001, hasta ahora, el gobierno de México, a través de la Sagarpa [Secretaría de Agricultura] y la Cibiogem [Comisión Intersecretarial sobre Biodiversidad y Organismos Genéticamente Modificados], como la industria biotecnológica–principalmente las cinco empresas dueñas de los transgénicos–y gran parte de la comunidad científica, incluyendo a representantes de la Academia Mexicana de Ciencias–se han dedicado primero a inventar argumentos para negar la existencia del problema y luego a decir que la contaminación no tiene importancia y en algunos casos, hasta que sería positiva. El próximo paso es lograr que se acepte como un hecho irreversible la contaminación y que por tanto haya que resignarse a la presencia de transgénicos en el país, dando de paso el mensaje al resto del mundo de que si la ya está contaminado el centro de origen y diversidad del maíz, no importa su presencia en todos los otros países”.13
Mientras tanto, las instituciones internacionales encargadas de proteger el germoplasma de alimentos básicos entraron en una etapa de confusión. El Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT), ubicado en Texcoco, México y que forma parte del Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR ), reaccionó de manera ambigua ante la crisis de la contaminación, afirmando que ellos cumplieron su responsabilidad haciendo pruebas para detectar contaminación transgénica en sus bancos genéticos, pero se negó a reconocer las crecientes evidencias de contaminación.14
La FAO le pidió al CIMMYT que aclarara las implicaciones de una eventual contaminación, y al gobierno mexicano información concreta. En la Asamblea General Anual del CGIAR en octubre de 2002, se evade el punto de la contaminación pese a ocurrir en el centro de origen del cultivo.
En la reunión del Convenio de Diversidad Biológica en La Haya y en la del Protocolo de Bioseguridad, el gobierno mexicano no declaró nada oficialmente y no se discutió oficialmente el tema de la contaminación genética de maíz en su centro de origen. Sin embargo, extraoficialmente, Ezequiel Ezcurra, director del Instituto Nacional de Ecología (INE ) confirmó “grados alarmantes de contaminación transgénica” en el maíz mexicano.
El CIMMYT finalmente publicó un documento en donde reconoció la necesidad de estudios del flujo genético en el maíz, pero declaró públicamente “su apoyo al uso del maíz transgénico”.15 Su postura ambigua hacia el grave asunto de la contaminación llevó un grupo de organizaciones a declarar públicamente:
“Instituciones internacionales como el CIMMYT–que tiene el mayor banco de genes de maíz público del mundo, tomado de miles de variedades de maíces desarrollados por campesinos y campesinas en México y otras partes–no ha ni siquiera reconocido la existencia de la contaminación, se ha limitado a decir que hacen falta estudios, al mismo tiempo que tiene varios programas de desarrollo de maíz y trigo transgénico. Esta actitud del CIMMYT es deplorable y muestra que no son dignos de hacerse cargo de tal acervo histórico”.16
Mientras tanto, diversos organismos internacionales defendieron su colaboración con las agroempresas y su aceptación del sistema de patentes en el CGIAR . Esta postura tuvo un clímax en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable en Johannesburgo en agosto de 2002, donde adquirieron peso las corporaciones transnacionales como “actores principales del desarrollo sustentable”. No obstante, se discutió acaloradamente sobre la contaminación del maíz mexicano, la ayuda alimentaria transgénica a los países africanos y la pretensión de ciertos organismos y las transnacionales de que los transgénicos serán ‘la solución al hambre en el mundo’.17
En agosto de 2002, el INE y la Conabio anunciaron que las pruebas subsecuentes realizadas por dos instituciones académicas diferentes no sólo confirmaron los hallazgos originales, sino que revelaron mayores grados de contaminación.18 El director del INE, Ezequiel Escurra afirmó que ‘la conclusión más importante de esos estudios es que los constructos transgénicos se mueven mucho más rápido en el ambiente natural de lo que se creía anteriormente, lo cual nos obliga a reconsiderar las medidas de bioseguridad.’’19
Ese mismo mes, el Comité Científico Consultivo en pleno de la Cibiogem renunció en protesta por la falta de compromiso del gobierno mexicano para con los temas de la bioseguridad. En declaración pública, los científicos lamentaron: “el gobierno federal no considera como prioritaria la discusión sobre los organismos genéticamente modificados y… nuestras observaciones y opiniones no son tomadas en cuenta”.20
Mientras el gobierno tomaba posturas contradictorias, la industria lanzó una ofensiva para contrarrestar las críticas al maíz modificado y levantar la moratoria. Cinco empresas transnacionales son dueñas de la totalidad de las semillas transgénicas cultivadas comercialmente en el mundo: Monsanto (con el 90% del mercado), Syngenta (Novartis + AstraZeneca), Bayer (Aventis), Dupont (Pioneer Hi-Bred) y Dow. Debido a una fuerte resistencia de los consumidores por los riesgos a la salud y al medio ambiente, fundamentalmente en Europa y Japón, conquistar el mercado mexicano, sobre todo en maíz, se volvió una prioridad para ellas.21
En diciembre del 2001, un grupo de científicos estrechamente relacionados con la industria de la biotecnología inició una campaña para desacreditar el artículo de Chapela y Quist, afirmando que la contaminación no estaba probada. La revista Nature, mostrando una irresponsabilidad que no corresponde con su supuesto prestigio, se retractó de los hallazgos contenidos en el artículo de Chapela y Quist alegando que la evidencia presentada no era suficiente para ser publicada. El 22 de octubre del 2002, después que Nature se negara a publicar los resultados de los nuevos estudios del gobierno mexicano, Ezcurra dijo que ‘los argumentos de los analistas de Nature no son científicos, son ideológicos… Nuestros datos sugieren que los transgénicos están allí [en México]’”.22
La vía de la autogestión
Logros
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De varios enclaves del país comenzaron las reflexiones. Aldo González, de la Unión de Organizaciones de la Sierra Juárez de Oaxaca (UNOSJO), resume muchas de las inquietudes que se suscitaron en los meses siguientes al Primer Foro en Defensa del Maíz y que comenzaron a plasmarse en documentos diversos:
“Para nosotros las semillas nativas son un elemento muy importante de nuestra cultura. Podrán haber desaparecido las pirámides, pero un puño de semilla de maíz es la herencia que nosotros podemos dejarle a nuestros hijos y a nuestros nietos… En la Sierra Juárez creemos que es muy importante que podamos realizar un trabajo para diferenciar las semillas transgénicas y las que no lo son. No tenemos los recursos suficientes. Mucha gente no sabe todavía qué es el maíz transgénico. En la ciudad de México se ve la televisión, se escucha la radio, se pueden leer los periódicos; en la Sierra Juárez eso no existe. Tenemos que ir de comunidad en comunidad a informar lo que sucede, y nuestros paisanos cada vez están más molestos por esta situación”.(resumido)23
Por todo el país, comenzó entonces a gestarse un movimiento fuerte, invisible, para defender el maíz y entender las implicaciones de su contaminación. Los pronunciamientos se multiplicaron.
Desde enero de 2002 y hasta la fecha, en las diversas reuniones y talleres del Congreso Nacional Indígena (CNI), los pueblos y comunidades discuten el problema de la defensa del maíz, y en los resolutivos se han remachado los acuerdos del Primer Foro en Defensa del Maíz. En la asamblea del CNI de la Región Centro Pacífico el 21 de julio de 2002, los delegados exigieron al gobierno federal “el cese en la introducción a nuestro país de maíces transgénicos o de dudoso origen”. Dos meses después, en el Foro Nacional en Defensa de la Medicina Tradicional, el 16 de septiembre de 2002 hicieron un pronunciamiento contundente con respecto a la contaminación transgénica:
“Como parte de nuestra defensa de la madre tierra y todo lo que en ella se nace, repudiamos la introducción de maíces transgénicos a nuestro país, pues la madre maíz es fundamento primero de los pueblos nuestros. En consecuencia exigimos al gobierno federal declare una moratoria indefinida en la introducción de maíces transgénicos con independencia del uso que se les pudiera dar”.24
Los encuentros de reflexión entre diversas comunidades y pueblos indígenas del país ocurrían en el contexto del trozamiento de los puentes de entendimiento entre el gobierno mexicano y los pueblos indígenas del país. La ruptura fue causada por el rechazo, en 2001, del gobierno a aprobar la propuesta de reformas indígenas elaborada con base en los Acuerdos de San Andrés, firmados entre el EZLN y el gobierno federal en 1996.
Este clima propició las acciones autogestionarias por encima de demandas al gobierno y que impulsó uno de los principales acuerdos del Primer Foro en Defensa del Maíz: diagnósticos regionales que le dieran a las comunidades indicaciones de si su maíz estaba o no contaminado. A partir de octubre de 2002, comenzaron los talleres preparativos para que las comunidades emprendieran tales diagnósticos.
Un diálogo decepcionante
La campaña En Defensa del Maíz, desde su inicio, aglutinó también las centrales campesinas y las organizaciones de productores. A finales de 2002, un movimiento campesino (El campo no aguanta más) procedente de muchos frentes, desde campesinos pobres a las grandes centrales campesinas y agrícolas, emprendió movilizaciones que tuvieron su culminación en el primer trimestre de 2003.
El campo no aguanta más puso en el centro del debate demandas para la defensa del maíz y de la soberanía alimentaria: renegociación del capítulo agropecuario del TLCAN , reorientación de la política hacia el agro bajo principios de soberanía alimentaria y revisión del artículo 27 constitucional. “Las movilizaciones campesinas abrieron con el gobierno de Fox mesas de debate pero, finalmente, el Acuerdo Nacional para el Campo alcanzado fue diseñado unilateralmente por el gobierno”.25 Muy por debajo de las demandas del movimiento en Defensa del Maíz, el punto 73 dice: “Se implementarán acciones de protección a la agrobiodiversidad, tales como el monitoreo de la contaminación y erosión genética”. Sin ningún compromiso a medidas preventivas, el monitoreo en sí no constituye protección contra la contaminación y hace eco de las propuestas de la industria por permitir la contaminación.26
La experiencia fue cuestionada fuertemente por la Unión Nacionales de Organizaciones Campesinas Regionales Autónomas (UNORCA ), El Frente Democrático Campesino de Chihuahua, la Unión de Organizaciones Forestales Campesinas (Unofoc) y el Frente en Defensa del Campo. “El documento cancela de entrada las demandas campesinas de revisión y renegociación del capítulo agropecuario, la exclusión definitiva del maíz y el fríjol del proceso de liberalización comercial del TLCAN, y la reintroducción de aranceles-cuota a las importaciones de los productos de las cadenas agropecuarias básicas y estratégicas para la seguridad y soberanía alimentaria”.27
Esta experiencia profundizó la distancia entre el gobierno y varias organizaciones, y sembró divisiones en el interior del movimiento campesino, sin lograr los objetivos principales, entre ellos la defensa del maíz.
Entre tanto, el movimiento indígena y parte del movimiento campesino afianzaban su decisión de privilegiar medidas autogestionarias.
Diagnósticos propios
Varias comunidades y organizaciones campesinas y civiles de Chihuahua, Puebla, Oaxaca, Veracruz, Hidalgo, Jalisco, Durango, San Luis Potosí y Tlaxcala, emprendieron talleres preparativos para hacer pruebas de contaminación propias sin depender del gobierno para impulsarlas. Con ayuda de Misereor y Pan para el Mundo, se inició un proceso de diagnóstico en varias zonas de las entidades mencionadas junto con algunos organismos civiles independientes, como el Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (Ceccam), el Centro Nacional de Apoyo a Misiones Indígenas (Cenami), el Centro de Análisis Social, Información y Formación Popular (Casifop), el Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración (Grupo ETC ), UNOSJO, la Asociación Jalisciense de Apoyo a Grupos Indígenas (AJAGI), Consultoría Técnica Comunitaria de Chihuahua, y un grupo de biólogos y biólogas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM ), cuya participación fue crucial en la toma y el análisis de las muestras.
Para la gente que participó fue siempre claro que el objetivo principal del proceso era profundizar la reflexión desde abajo que conllevaba y lograr a entender las condiciones que privaban sobre las comunidades y el campesinado en su región particular, en México y el mundo. Era también un momento para reflexionar sobre el papel de la ciencia y la tecnología. En el manual que se difundió entre los integrantes se enlistan una serie de previsiones que normaron todo el trabajo:28
A finales de 2003, las organizaciones hicieron públicos los resultados de los muestreos de diagnóstico independiente mediante una declaración:29
“El 9 de octubre de este año, organizaciones campesinas, indígenas y de la sociedad civil hicimos públicos los resultados de muestreos de maíz en 138 comunidades campesinas e indígenas de México, reportando contaminación transgénica del maíz campesino en 33 comunidades de Chihuahua, Morelos, Durango, Estado de México, San Luis Potosí, Puebla, Oaxaca, Tlaxcala y Veracruz… Encontramos hasta 3 diferentes transgénicos en la misma planta, correspondientes a maíz tolerante a herbicidas y maíz insecticida con la toxina Bt. Detectamos en esos Estados contaminación con maíz transgénico “Starlink”, prohibido para consumo humano en Estados Unidos. Todas las secuencias están patentadas por alguna de las 5 multinacionales que controlan globalmente la producción de transgénicos…”30
Una lucha internacional
Al mismo tiempo en que daban a conocer los resultados del diagnóstico propio, entraba en vigor el Protocolo de Cartagena sobre Biodiversidad, del cual México es signatario. A partir del 11 de septiembre del 2003, México está en infracción de las normas de este Protocolo Internacional por su importación de maíz de Estados Unidos que contiene transgénicos sin segregar.
Para evadir estas responsabilidades, el subsecretario de Agricultura y presidente de la Cibiogem Víctor Villalobos firmó un acuerdo con Estados Unidos y Canadá, donde los exceptuaba de cumplir con las exigencias del Protocolo de Cartagena y de pagar indemnización por contaminación con transgénicos, si las exportaciones de esos dos países a México “sólo” tenían un máximo de 5 por ciento de contaminación”. También los exceptuaba de declarar o pagar, si la contaminación no era intencional.31 Su postura no sólo dio luz verde para seguir contaminando el maíz mexicano, sino rompió el consenso largamente trabajado en seno de la conferencia del Protocolo de Cartagena en Malasia.32
La respuesta internacional no se hizo esperar. En noviembre de 2003 se publicó una carta “a la opinión pública nacional e internacional” que firmaron 302 reconocidas organizaciones civiles, ambientalistas, sociales y políticas de todas partes del mundo. Los firmantes enfatizaban:
“La contaminación es un tema que concierne a todo el mundo, en tanto que el maíz es uno de nuestros cultivos alimentarios más importantes y México es reservorio de su diversidad genética, de la cual todos dependemos. Los cambios en la política que se están considerando ahora podrían poner al gobierno mexicano en el trágico papel histórico de haber permitido la destrucción de un recurso crítico para el futuro global de la seguridad alimentaria, y haber puesto en riesgo la herencia más preciosa de los pueblos indígenas y campesinos de México”.33
Se exigía al gobierno mexicano, entre otras cuestiones, mantener la moratoria a la siembra de maíz transgénico en México, detener de inmediato las importaciones de maíz transgénico o no segregado, y descartar una Iniciativa de ley de bioseguridad rechazada por la mayoría del movimiento en defensa de maíz. Se le exigía también resistir la presión extrema de la industria biotecnológica y los científicos financiados directa o indirectamente por ella, incluidos los que detentan cargos en el sector público.
La carta concluía instando a la FAO y el CGIAR a presentar una estrategia específica para asegurar que “las accesiones en los bancos genéticos están protegidas de la contaminación, no estableciendo grados ‘de tolerancia’”, además de asegurar “la integridad del germoplasma bajo su resguardo y que no existan reclamos de propiedad intelectual sobre este germoplasma ni ninguno de sus componentes”.34
El Segundo Foro en Defensa del Maíz
Los logros autogestionarios hicieron inevitable convocar a un segundo foro en defensa del maíz, a principios de diciembre de 2003. Una preocupación era discutir propuestas independientes, factibles, para prevenir la contaminación en los lugares a los que no ha llegado, dilucidando si era necesario profundizar el muestreo en busca de contaminación transgénica en otras regiones del país.
Asumiendo que la contaminación está muy generalizada y que el gobierno mantiene vigentes las fuentes externas de contaminación, se consideraba que sería un desgaste continuar con los diagnósticos de contaminación. Aunque no se pide detener la investigación científica, es claro que la solución al problema de contaminación del maíz transgénico sólo puede ser resuelta en el largo plazo, siendo los principales actores de la descontaminación los propios pueblos campesinos e indígenas.
Los participantes concluyeron que en muchas comunidades puede establecerse la prohibición de la siembra de transgénicos en sus estatutos comunales y reglamentos ejidales, lo que conduce a una moratoria de facto decretada por los pueblos indios y campesinos en torno al consumo, la siembra y el trasiego de maíz transgénico. Una previsión adicional implicaría no permitir la entrada de semillas forrajeras al tiempo de evitar comprar en las tiendas de Diconsa (tiendas gubernamentales que distribuyen maíz importado), propiciando de paso la comercialización propia, en las regiones que se pueda.35
En paralelo, un grupo de organizaciones pidió una investigación ante la Comisión de Cooperación Ambiental, instancia trilateral constituida como parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. La CCA aceptó el caso y empezó un período de investigación. El 11-12 de marzo de 2004, la CCA presentó sus estudios, previos a sus recomendaciones en el caso, ante un grupo inaudito de más de 400 científicos, funcionarios, empresarios, autoridades indígenas y ONG.
Los estudios establecieron el lugar central de maíz en la alimentación del pueblo mexicano y confirmaron la contaminación transgénica. A pesar del compromiso de hacer público sus recomendaciones, se suspendió la presentación de las recomendaciones por un tiempo indefinido. Salió a la luz el hecho de que las recomendaciones–ya escritas por consenso–fueron bloqueadas por el gobierno de los Estados Unidos, estrechamente vinculado con los intereses de las empresas de la biotecnología. Contrario al reglamento y a los compromisos públicos de la misma CCA, las recomendaciones siguen rehenes de estos intereses.36
Esta experiencia mostró las posibilidades y las limitaciones de llevar el caso a instancias gubernamentales y intergubernamentales. Aunque los resultados finales hayan quedado atorados debido a los fuertes intereses industriales y sus influencias en los gobienos, el proceso dio mayor visibilidad al asunto de la contaminación y ayudó a que se unieran más organizaciones indígenas y campesinas, así como investigadores y medios a nivel internacional. 37
El corazón de un futuro posible pasa por la defensa del maíz tan atacado y de los campesinos que lo vive. Defender el maíz es defender la vida y la cosmovisión campesina-indígena, y viceversa. En ese camino emprendido, la gente de las ciudades tiene un papel que comienza a reconocer, apenas. Un proceso de resistencia ante las previsiones de las agroindustrias y las instancias de planificación mundiales y sus administradores encarnados en los gobiernos, en esta estapa, culmina con un fortalecimiento de la relación entre diversos actores de la problemática, culmina encaminando un proceso que está lejos de haberse definido, pero que refuerza la visión de horizonte que los pueblos estrenan apenas hace pocos años.38
Pese a la migración y el vaciamiento, pese a los megaproyectos y el robo de recursos, pese a la contaminación que enfrenta el maíz, pese al irresponsable y anodino actuar de los funcionarios y funcionarias indigenistas, agrarios, de agricultura y del ambiente, pese a la división diseñada e impuesta, la moneda está en el aire. Los marakate (o sabios) wixárika han soñado que son tiempos oscuros los que se viven y que las velas de vida se están apagando en los cuatro puntos cardinales. Que sólo en el corazón de los pueblos “hay un cabito de vela titilando”. Pero también sueñan con que hay un resplandor inexplicable, que asoma por muchos rumbos no muy precisos y emprenden, como el resto de pueblos indígenas mexicanos, un intento frontal por decidir su destino. No confían en que ocurra algún milagro, se dedican a provocarlos.
Notas
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- Dato derivado de las cifras oficiales que muestra Ana de Ita, basada en el Banco de México, Sagarpa y SIACON, en Ana de Ita y Pilar López Sierra: “La cultura maicera mexicana frente al libre comercio, en Maíz, sustento y culturas en América Latina. Los impactos destructivos de la globalización. Redes, Amigos de la Tierra-Uruguay, Biodiversidad-sustento y culturas, Montevideo, 2004.
- Idem.
- Ponencia de Luis Hernández Navarro en el Primer Foro en Defensa del Maíz (no publicado)
- Grupo ETC, “El año de la gran contaminación” octubre 2002. www.etcgroup.org
- De Ita y Sierra, op.cit: p. 28.
- Idem., p. 29.
- Grupo etc, 2002, op.cit.
- Ver www.foroendefensadelmaiz.galeon.com
- De Ita y López Sierra, op.cit., p. 29.
- Ribeiro, Silvia, en entrevista con el autor, junio 2004
- Ver Grupo ETC, “OGMs de México a Zambia: La Gran Contención”, 28 de oct. 2002 http://www.etcgroup.org/article.asp?newsid=367
- En marzo de 2003, después de asumir la presidencia de la Comisión de Bioseguridad, Víctor Villalobos, subsecretario de Agricultura y asesor de las empresas transnacionales que producen transgénicos, declaró en El Financiero del 10 de marzo que trabajaría “para terminar con la moratoria que impide la siembra de maíz transgénico”.
- Folleto de presentación de resultados de la campaña En defensa del maíz nativo. Documento interno sin publicar, septiembre de 2003.
- Grupo ETC., 2002 op cit.
- Idem.
- En defensa del maíz nativo. Documento interno sin publicar, septiembre de 2003, op cit.
- La información de este párrafo proviene de “La gran contención” y “El año de la gran contaminación”, documentos del Grupo ETC, octubre de 2002.
- Idem. Los nuevos datos mostraban que la contaminación transgénica alcanza un rango del 1 al 37 por ciento en el 95 por ciento de los lugares donde se hicieron pruebas en los estados de Oaxaca y Puebla
- “Confirma el INE la presencia de transgénicos en cultivos de Oaxaca”, en La Jornada, México, 12 de agosto del 2002.
- “Renuncia el Consejo Consultivo de la Comisión de Bioseguridad” en La Jornada, México, 13 de agosto del 2002.
- Ribeiro, Silvia. “Hood Robin y la Ley de bioseguridad”, La Jornada, noviembre de 2003.
- “Nature se niega a publicar estudio sobre transgénicos”, nota por Angélica Enciso y Andrés Morales, en La Jornada, México, 22 de octubre del 2002.
- Ojarasca en La Jornada 58, febrero de 2002.
- Llevado a cabo en territorio hñahñu de M’enhuani-Atlapulco, Estado de México, con la presencia de médicos tradicionales, autoridades y delegados de comunidades y organizaciones indígenas pertenecientes a los pueblos tohono o’odham, mayo, rarámuri, cora, wixaritari, nahua, huachichil, tenek, chichimeca, purhépecha, mazahua, tlahuica, matlatzinca, hñahñu, tepehua, amuzgo, tlapaneco, mixteco, huave, zapoteco, mixe, mazateco, maya peninsular, tzeltal, tzotzil, c’hol, tojolabal, mame, zoque, chuj y mochó, de veinte estados del país, junto con organizaciones pertenecientes a la sociedad.
- Ana de Ita y Pilar López Sierra Ibid. p. 33.
- Ver “Acuerdo Nacional para el Campo” 28 de abril de 2003 http://www.inca.gob.mx/archivos_source/acuerdo%20completo.pdf
- de Ita y López Sierra , op. cit.
- Manual: Participación de las comunidades indígenas y campesinas en la campaña En defensa del Maíz Nativo. Documento interno diseñado con la participación de las propuestas de los involucrados y Cenami, México, 2003.
- Firmado por Casifop, Ceccam, el Colectivo de Educación y Desarrollo Integral de la Mujer (CEDIM), Cenami, la Comision de Solidaridad y Defensa de los Derechos Humanos (COSYDDHAC), Contec, el Centro Regional de Educación y Organización (CREO) el Grupo ETC, Greenpeace México, GEA, Guerreros Verdes, la Organización de Agricultores Biológicos (ORAB), Regionalización Tuxtleca, la Unidad Indígena Totonaca Nahua (Unitona), AJAGI , UNORCA y UNOSJO .
- Carta de publicación de resultados dirigida por la campaña En Defensa del Maíz Nativo, al Congreso de la Unión, Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Transgénicos (Cibiogem), Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), octubre de 2003.
- “La gran contención”, documento del Grupo ETC , octubre de 2003.
- Ruiz, Carmelo, “La contaminación genética del maíz mexicano” http://www.americaspolicy.org/articles/2004/sp_0405contam.html
- Carta a la opinión pública nacional e internacional firmada por 302 organizaciones civiles de 49 países. Consulte la página del Grupo ETC , www.etcgroup.org
- Idem..
- Andrés Barreda, investigador de Casifop.
- Ver Greenpeace, “México: no se publicará el informe de la contaminación de maíz” http://www.biodiversidadla.org/article/articleview/5220/1/15
- http://mapuche.info.scorpionshops.com/indgen/ecoportal040404.html
- Agradezco a Verónica Villa y Silvia Ribeiro. Sin su ayuda no habría sido posible concluir este texto.