El diez de enero, el Presidente nicaragüense Daniel Ortega dictó su segundo mensaje inaugural a una audiencia nacional e internacional expectante.
La primera vez que lo hizo fue en 1984, después de haber sido electo Presidente del Gobierno Revolucionario de Nicaragua. En ese entonces, él tomó el cargo en medio de la gran euforia del triunfo Sandinista y del caos provocado por la guerra de los Contras, financiada por el gobierno estadounidense.
Desde entonces, muchas cosas han cambiado. Los encabezados de los diarios de Managua muestran especulaciones acerca del curso que seguirá la administración Ortega y de cómo los Estados Unidos—némesis histórica del partido de Ortega, El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)—responderá.
¿Continuará el gobierno de Ortega con la adhesión que las recientes administraciones han mostrado al modelo neoliberal impuesto por Estados Unidos, con el fin de mantener una buena imagen ante ese país y los donantes internacionales? ¿O se unirá a la creciente lista de países latinoamericanos que se están rebelando en contra del modelo? ¿O intentará ambas cosas?
¿Respetará el gobierno estadounidense el curso que la administración Ortega elija? ¿O buscará castigar cualquier desafío a sus preceptos de libre mercado?
La realidad es que la administración Ortega debe considerar cómo los Estados Unidos o el Fondo Monetario Internacional (FMI) podrían responder a sus cambios de política. Pero al mismo tiempo, la sociedad civil nicaragüense está también ejerciendo presión sobre Ortega. Después de 16 años de atestiguar sucesivas reestructuraciones a la economía, por parte de los gobiernos nacionales, con el fin de adecuarla a las líneas clásicas del modelo económico neoliberal, muchos grupos nicaragüenses están demandando que el modelo sea reformado, mientras otros claman por su total reemplazo.
Por años, las propuestas concretas de grupos de la sociedad civil que clamaban un cambio han entrado en oídos sordos, ya que el gobierno insistía en adherirse a las políticas estadounidenses o del FMI que provocaron protestas populares. Mientras los detalles de cambios en la política son difíciles de predecir en esta etapa temprana, la acción inicial y el discurso de la administración Ortega ofrecen indicios de que varias demandas de cambio, provenientes de la sociedad civil, pueden ser ahora escuchadas.
Agro—exportaciones vs. agricultura familiar
Una de las demandas más añejas ha sido que el gobierno invierta en la agricultura de pequeña y mediana escala. El economista nicaragüense Carlos Pacheco de la organización Irlandesa TROCAIRE explica cómo el FMI y el Banco Mundial han empujado a Nicaragua, al igual que al resto del mundo en desarrollo, a seguir un modelo de desarrollo basado en la agricultura de exportación. Este modelo elimina subsidios, crédito y otros tipos de apoyo que el estado ofrece a los pequeños y medianos productores que no producen para exportar. Al mismo tiempo, el modelo promueve una mayor dependencia de las importaciones de los productos alimenticios que requieren los propios nicaragüenses. El Centro para la Promoción, la Investigación y el Desarrollo Rural y Social (CIPRES), estima que el 96% de los 233 mil productores nicaragüenses son agricultores de pequeña y mediana escala que están excluidos de este modelo. 1
Las importaciones de alimentos en Nicaragua han aumentado a $300 millones de dólares al año. 2 A lo largo de la última década, economistas independientes, asociaciones de agricultores y organizaciones de salud han pedido que el gobierno tome medidas para alcanzar la "soberanía alimentaria", advirtiendo que tal nivel de dependencia de las importaciones hace a Nicaragua más vulnerable a sufrir periodos de hambruna y desnutrición.
Algunas de las acciones preeliminares de Ortega sugieren que el gobierno puede estar finalmente escuchando. En sus primeros días en la presidencia, Ortega anunció la creación del Programa Hambre Cero. Hambre Cero intenta aplicar a escala nacional un modelo de agricultura holística que el CIPRES desarrolló a mediados de los noventas, para revitalizar la agricultura de pequeña escala. A través de su programa de créditos revolventes, el modelo suministra a familias que practican agricultura de pequeña escala, ganado, semillas, tecnología innovadora, créditos de bajo interés y asistencia técnica con el fin de que administren una granja en la cual los desechos son eficientemente reutilizados para minimizar costos y maximizar la producción.
La experiencia ha demostrado que el modelo del CIPRES ha resultado en el incremento y la diversificación de la producción alimenticia, la cual es usada por las familias para cubrir sus propias necesidades nutricionales, y para vender los excedentes en el mercado local. De las aproximadamente 750 familias que han implementado el programa de agricultura holística en los pasados seis años, 80% han alcanzado solvencia financiera y han saldado su préstamo. La dieta promedio de las familias participantes ha crecido de 25 a 30% en cantidad y 50% en variedad, mientras que la cantidad y el precio de los productos que ellos venden en los mercados locales también se han incrementado significativamente. 3
El Programa Hambre Cero pretende reproducir el modelo del CIPRES financiando el establecimiento de 15 mil granjas holísticas al año, a lo largo de los próximos cinco años en toda Nicaragua. 4 Gustavo Moreno, del equipo técnico nacional de Hambre Cero espera que, al orientar subsidios que estimulan la producción al abandonado sector agrícola de pequeña escala, el programa pueda "erradicar el hambre y mitigar la pobreza" en el campo. Moreno también predice que, puesto que miles de familias verán incrementados los rendimientos y la calidad de sus alimentos, Nicaragua eliminará la necesidad de importar alimentos básicos dentro de los siguientes cinco años.
Aunque muchas organizaciones han aplaudido el compromiso del gobierno con el programa Hambre Cero, algunas otras han cuestionado la viabilidad de reproducir la iniciativa de relativamente pequeña escala del CIPRES a una escala nacional. Moreno admite esta dificultad, pero apunta que esta vasta operación sería administrada por varios cientos de organizaciones de la sociedad civil mas que por el estado; ya que el estado no tiene los recursos para administrar el programa. Moreno percibe en los planes para implementar Hambre Cero, una señal de que el gobierno quiere trabajar en armonía con la sociedad civil.
Autonomía escolar vs. educación gratuita
Una semana después de la puesta en marcha de Hambre Cero, el nuevo Ministro de Educación de Nicaragua, Miguel de Castilla, dio otro golpe en contra de los postulados neoliberales al declarar el fin de la "autonomía escolar." La autonomía escolar, una estructura de la educación pública impuesta consistentemente en las naciones en desarrollo a través de los programas de ajuste estructural del FMI, requiere que la mayor parte de la responsabilidad en la toma de decisiones sea transferida del gobierno a los empleados, maestros, estudiantes y padres de familia de cada escuela.
La autonomía escolar también requiere que la responsabilidad de cubrir costos, tales como el mantenimiento y las reparaciones de las escuelas, sea transferida del gobierno a los padres a través de la imposición de cuotas mensuales. Tanto asociaciones de maestros, como economistas y organizaciones de derechos humanos han mencionado que la autonomía escolar es una de las razones por las que aproximadamente 1,075,000 niños en edad escolar