Mayday es un código internacional de alarma. Los millones que marcharon en las calles por todo Estados Unidos, y los cientos de miles que protestaron en todo México el primero de mayo, Día Internacional del Trabajo, enviaron un mensaje urgente: hay que ponerle fin a un sistema de competencia global que erosiona los derechos laborales.
Las manifestaciones y el boicot por los derechos de los migrantes en Estados Unidos galvanizaron a una gran proporción de los supuestos 12 millones de trabajadores indocumentados, y a una fuerte población latina de cuarenta millones de personas, tras el sencillo concepto de exigir que los trabajadores y sus familias vivan sin la amenaza de encarcelamiento y deportación. El boicot a nivel nacional que cerró desde restoranes e instalaciones portuarias en Los Ángeles, a plantas empacadoras de carne en el Medio Oeste, mostraron el poder de los trabajadores migrantes y revelaron un respaldo inesperado de obreros, grupos eclesiales, afro-americanos y otros sectores de la sociedad.
En México, la inusual enorme convocatoria para las manifestaciones de este primero de mayo, surgió de la convergencia de la indignación de la gente ante la represión policial que sufrieron los obreros en huelga en una acerera de Michoacán, la reciente muerte de 65 mineros en una explosión en la mina, la intervención del gobierno en los asuntos internos de los sindicatos, y la presencia en la ciudad de México de la Otra Campaña, encabezada por los zapatistas. Olas de obreros organizados, activistas de derechos humanos, punks y estudiantes, fluyeron hacia la plaza central, tradicionalmente reservada a las ordenadas filas de los sindicatos controlados por el gobierno.
En ambos países lo que ocurrió el primero de mayo refleja las presiones sociales que se han vuelto incontenibles. Como en Francia y otras partes del mundo, las manifestaciones fueron una respuesta a los gobiernos que han adoptado estrictas políticas antilaborales para competir en el mercado global.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte diezmó las pequeñas y medianas industrias y los cultivos de subsistencia en México, actividades que proporcionaban la mayor parte del empleo. Ahora, la emigración de los desempleados y subempleados hacia el norte