Las pandillas del nuevo comercio

Observatorio Hemisférico
Las Pandillas Del Nuevo Comercio
Eduardo Gudynas | 22 de mayo de 2003

Americas Program,
Interhemispheric Resource Center (IRC)

www.americaspolicy.org

 
En la reciente película de Martin Scorsese, "Pandillas de Nueva York", uno de los personajes centrales, Bill "El Carnicero", si bien construye su mundo sobre la violencia se detiene por un momento para reflexionar, y sentencia: "La civilización se está desmoronando". Esa escena, ubicada en New York en los años 1860, recuerda muchos hechos actuales. En efecto, el sentimiento que algo está mal con la situación global se repite en casi toda América Latina, desde gobiernos a empresarios, desde organizaciones ciudadanas a campesinos.
Ese malestar se explica por los graves problemas que enfrentan los Latinoamericanos. Los indicadores económicos siguen en caída; en el último año el producto bruto interno ha caído en 12 países, con la peor situación en Argentina, donde se redujo en un 12%. La pobreza ha empeorado en varios países, y todo el continente trepó a un record histórico en el desempleo (9%), donde las peores situaciones se viven en Argentina y Colombia.
Frente a situaciones como estas se presentan las propuestas del "Nuevo Comercio": acuerdos de libre comercio que supuestamente permitirán a los países Latinoamericanos aumentar sus exportaciones, a la vez que servirán para atraer más inversiones. Los promotores tradicionales de esta idea sostienen que el mundo se está desmoronando, pero defienden una relación directa entre los tratados de libre comercio con el crecimiento económico, y desde allí con una mejoría en las condiciones sociales.
Siguiendo esas ideas, distintos grupos y no pocas "pandillas" afirman que el mejor ejemplo es el tratado de libre comercio entre Estados Unidos, Canadá y México (TLCAN). Siguiendo esa idea se ha avanzado acuerdos como el de libre comercio de Chile con Estados Unidos, se insiste en lograr un acuerdo similar con los países centroamericanos (CAFTA), y se viene negociando el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas).
A pesar del optimismo sobre el "nuevo comercio", son evidentes los problemas Latinoamericanos. Desde mediados de la década de 1980, esos países han avanzado en muchas de las medidas reclamadas por el "nuevo comercio" abriendo sus mercados internos y liberando el flujo de los capitales. Sin embargo, las exportaciones siguen atadas a los productos primarios (aproximadamente el 75% del total exportado son recursos naturales con poco o ningún procesamiento), con muy bajo valor agregado, pequeña generación de empleo y altos impactos ambientales. Las exportaciones típicas continúan siendo petróleo, minerales como el cobre o el estaño, productos agrícolas como banano o café, y carnes y lanas. El valor de todos esos productos sigue en caída (con reducciones del 6% en 2001, y más del 1% en 2002), y por lo tanto para mantener los ingresos se apela a un constante aumento de los volúmenes exportados. Se llega así a una situación paradojal: si bien se profundiza la liberalización comercial del "nuevo comercio, no se logran mejorías económicas ni sociales.
Para complicar las cosas todavía más, si bien todos las naciones Latinoamericanas permiten un libre flujo de los capitales, las inversiones extranjeras también han caído dramáticamente (-33% en el último año), y aproximadamente un tercio de ellas está dirigida a sectores extractivos (petróleo y la minería). El flujo de capitales muestra una salida neta desde América Latina de 39 mil millones de dólares.
Esto deja en claro que entre los defensores del "nuevo comercio" el flujo de capitales es una pieza clave, tanto para su ingreso a América Latina bajo la forma de diferentes proyectos productivos, como muy especialmente para poder retirar los beneficios económicos y las rentas. Al amparo de esa idea, se busca otorgar a las empresas derechos equivalentes a las facultades de los estados
A pesar que las estrategias de apertura comercial no han sido exitosas, se insiste en ellas, y en especial bajo el ALCA, un gran convenio que involucra a Estados Unidos, Canadá y todas las demás naciones de América Latina y el Caribe (excepto Cuba). Paralelamente, las mismas ideas del "nuevo comercio" se repiten bajo la forma de acuerdos bilaterales (como el de Chile con Estados Unidos) o regionales (como el CAFTA en Centroamérica).
Hay que reconocer que en este momento, todavía no es evidente que exista un "Bill, el carnicero", que recolecta orejas y narices en un gran tarro en su taberna, pero sin duda se acumulan los más diversos y fuertes impactos sociales y ambientales. Las aperturas comerciales realizadas han tenido consecuencias negativas en casi todas las naciones. El patrón de exportación en lugar de ampliarse se ha concentrado todavía más en productos primarios, cuyos precios internacionales siguen en baja; no se han alcanzado las promesas de crecimiento económico y los niveles de pobreza han aumentado. Esa apertura ha permitido la invasión de productos importados que terminaron por desplazar a las pequeñas y medianas industrias nacionales en las grandes ciudades, generando de esta manera un problema de desempleo persistente; en el campo los pequeños y medianos productores agrícolas son reemplazados por las grandes agroindustrias. Estos y otros impactos son tan graves que las protestas ante el "nuevo comercio" parte tanto de organizaciones ciudadanas como asociaciones empresariales. No es que ellas estén en contra del comercio, sino que buscan ciertas formas de regulación social y ambiental.
La propuesta conceptual de esos acuerdos es una liberalización total del comercio, lo que se supone permitiría generar mayores eficiencias basados en una competitividad productiva. Alrededor de esas propuestas se organizan las más diversas "pandillas del Nuevo Comercio", defendiendo sus intereses en operaciones de lobby, desde reparticiones estatales o en cátedras universitarias. Los analistas financieros de Bloomberg acaban de anunciar que empresas como Citigroup, Procter & Gamble o Caterpillar presionan por el ALCA. Pero esas mismas ideas comunes se encuentran en los más diversos países y entre diferentes grupos.
Ese hecho no es una cuestión menor, aunque a veces pasa desapercibida. Este problema no puede ser analizado con una mirada esquemática, asumiendo que es la imposición de una país sobre muchos otros. Es cierto que varios sectores dentro del gobierno de Estados Unidos son un actor clave en la promoción de estas ideas, pero también hay otros grupos muy influyentes en Canadá, así como en casi todas las naciones Latinoamericanas, y son particularmente evidentes en Chile, Colombia o Costa Rica, donde se ofrecen posiciones comerciales radicales. Los defensores académicos rotan desde los gobiernos del sur o norte, a las universidades, organismos internacionales o corporaciones, para regresar más tarde a los gobiernos.
Las "pandillas del nuevo comercio" están en muchos lugares, y un buen ejemplo es recordar que la propuesta alternativa de Brasil frente al ALCA fue un acuerdo de libre comercio restringido a las naciones de América del Sur (ALCSA). Si bien esa idea era atractiva en tanto significaba un contrapeso evidente de las presiones de Washington, no puede escapar al análisis que su base conceptual era la misma que en el ALCA: el "nuevo comercio".
Esta situación plantea un fuerte desafío para todos los ciudadanos, ya que frente a estas pandillas lo más importante es volver a un debate de ideas y argumentos. Si "Bill, el Carnicero" tiene algo de razón, y la civilización se está desmoronando, es tiempo de actuar cuanto antes.

Eduardo Gudynas es analista de información en D3E (Desarrollo, Economía, Ecología y Equidad en América Latina; www.globalizacion.org ).
 

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Cita recomendada:
Eduardo Gudynas, "Las Pandillas Del Nuevo Comercio" Programa de las Américas (Silver City, NM: Interhemispheric Resource Center, 22 de mayo de 2003).
Ubicación
en Internet:
http://www.americaspolicy.org/columns/gudynas/2003/sp_0305comercio.html

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